Una inyección de alegría y diversión

La sonrisa, ser persona y el valor que le dan los niños a la vida, aspectos cotidianos pero algo olvidados, son el estímulo perfecto a seguir por Roberto Colindres, conocido entre los más pequeños como el payaso Chilolo. Con tan sólo 12 años, Roberto comenzó a indagar en el sorprendente mundo del mimo y fue esa experiencia lo que le animó a curtirse como actor en el Centro Nacional del Arte en El Salvador y en el Instituto de Teatro.

Desde que llegó a Huelva en el año 1991 no ha cesado de hacer disfrutar a la gente. Sus inicios en la capital vinieron de la mano del Grupo de Teatro Calabaza, seguido del Grupo Campanilla.

Sus espectáculos están llenos de alegría, de diversión e invención. El objetivo principal de cada una de sus actuaciones consiste en ponerse al nivel de la imaginación de un niño. Lo más importante es entrar en su mundo imaginativo y a partir de ahí crear de manera improvisada e interactiva un sinfín de actividades animadas tales como la globoflexia, juegos o teatro. Su trabajo es diverso, Chilolo escenifica y entretiene tanto a niños como a adultos. Para él, en los días malos, cuando el miedo escénico se apodera de un artista o ante los días de estrés, un gesto o una simple risita es el bálsamo de cualquier cura.

Su truco mágico para hacer reír se basa en captar la atención del público siguiendo siempre un mismo ritmo, algo que aprendió en su labor, durante 3 años, con niños discapacitados.

Según Roberto esta inyección de júbilo que aporta con sus espectáculos podría calmar los duros momentos que pasan muchas familias ante la situación actual de crisis, periodo, que para él, "podría paliarse con algo de imaginación ".

Aún le quedan muchas cosas por hacer en la vida. Abrir una escuela de circo en la capital sería para Chilolo su mayor ilusión ya que en palabras del payaso "hay muchos onubenses con duende".