Historia menuda

El insigne novelista Rogelio Buendía Abreu (I)

  • No logró el reconocimiento material en vida, pero la publicación reciente de varias de sus obras ha recuperado su personalidad literaria l Instaló una librería frente a la parroquia de la Concepción

Adistancia de casi 70 años de su muerte, Rogelio Buendía Abreu, aparece como una de las figuras más importantes de la novelística española de su tiempo. No logró en vida el triunfo material. Ni siquiera su sueño de ver publicadas todas sus obras, uno de cuyos manuscritos, titulado Los niños y los pájaros, se ha perdido en el viento de las décadas. Pero, la publicación reciente de varias de sus obras por parte de la Diputación Provincial ha iluminado nuevamente su personalidad literaria.

En el año en que nació Rogelio, España sentía sobre sus valles tropel de caballos y agudo sonar de cornetas militares. Está próxima la batalla de Alcolea que exiliará a Isabel II y traerá una nueva dinastía a nuestro país y, dos años más tarde, la I República.

En estos días románticos y revolucionarios, exactamente el 27 de noviembre de 1867, nace en Ayamonte Rogelio Buendía Abreu, hijo de Juan Buendía Hernández, marinero, y Juana Abreu Márquez, que habían contraído matrimonio en la iglesia de la Concepción el 3 de junio de 1859 (1), siendo los padres del contrayente Juan Buendía y Manuela Hernández, y los de la contrayente, Joaquín Abreu (natural de Villanueva) y Rita Márquez, natural de Alcalá.

Rogelio fue el quinto vástago de la familia. El primogénito era Francisco de Paula, nacido en Huelva el 7 de abril de 1860 (2), al que seguían, José, nacido en Huelva el 15 de marzo de 1861 (3), Aurelio, nacido en Huelva el 13 de noviembre de 1863 (4) y Rafael, nacido en Huelva el 3 de mayo de 1866 (5).

Advertimos que los vaivenes de la diosa Fortuna llevaron al matrimonio a fijar su residencia en Ayamonte que es donde vio la luz primera, Rogelio.

Hubo en la niñez de Rogelio continuos toques de felicidad. Con muy corta edad, advierte que Ayamonte es el ensueño de un poeta árabe y se siente atraído por el río que casi toca con las manos. El ambiente de su casa es idílico: Sus padres mantienen una hermosa armonía, plena de cariño y comprensión. El recuerdo de estos años quedarán plasmados en su obra Entre mar y cielo, novela de costumbres marítimas.

A los ocho años sus padres regresan a Huelva (6), en la que continúa los estudios primarios y secundarios. Aquella liliputiense ciudad marinera se convertirá para él en fuente de perenne inspiración a la que dedicará lo mejor de sus pulsaciones literarias. En su casa hay libros, muchos libros, que el niño y adolescente Rogelio lee infatigablemente. Posiblemente constituiría su única formación entre los ocho o nueve y trece o catorce años

Paseos muy cercanos a la belleza del río Tinto, charlas con sus amigos, fantasías y convencimiento de que Dios le procurará de comer. Cerca de él estaba, sin embargo, el sentido de la realidad. Quieren los padres que el muchacho comience a trabajar para ir fogueándose en la vida comercial y le surge un empleo en la Bodega La Victoria, denominada así por ocupar parte del edificio y solar donde se elevaba el antiguo Convento de la Victoria, que había sufrido un serio revés tras la Desamortización de Mendizábal. Después, entra como aprendiz en el Bazar del Sr. García Ramos, a la sazón alcalde de nuestra ciudad. Las jornadas son largas, trece o catorce horas. No obstante, su espíritu adolescente siente una apasionada curiosidad por todas las cosas, sobre todo hacia la Literatura y la Historia. La exquisitez de alma hace que Rogelio sueñe en voz alta: Reuniré las pesetas necesarias para abrir una librería.

No sabemos las cuitas económicas de Rogelio Buendía en estos años. No obstante, la documentación existente nos va a permitir tener sobre ellas unos leves conocimientos. Así, a través del documento Préstamo e Hipoteca, otorgado el día 19 de mayo de 1893, ante Antonio Díaz Fragoso (7), merced al cual Vicente Álvarez Cruz le entrega 1.500 pesetas "en billetes del Banco de España", suponemos que pudo instalar un pequeño negocio de venta de libros en la calle Botica -actual vía Alcalde Mora Claros, añadimos nosotros-. Posiblemente, porque no reuniese el local los requisitos adecuados que exigía su especialidad comercial, al poco tiempo se trasladó a otro que se situaba en la calle Concepción, frente a la parroquia. Y, en noviembre de 1895, consiguió pasarse a la misma calle, número 21, en el que estuvo hasta 1935, fecha en la que deja la actividad comercial, siendo ocupado su local por la papelería Diario de Huelva, que se mantuvo en él hasta bien entrado los años 80 del siglo pasado.

Es posible que la venta de una vivienda a José Barrero Vilariño, mediante documentación otorgada el 7 de abril de 1894, ante el notario Juan Cádiz Serrano (Folio, número 488, número 221), situada en la carretera de Gibraleón (actual Avenida de Alemania), número 5, le ayudase económicamente a adquirir el local, número 21, de la calle Concepción. En definitiva, sabemos que a mediados del año 1898 ya estaba el establecimiento bien asentado comercialmente en la bien nombrada calle Concepción, número 21, ya que mandó insertar un anuncio en la Revista La Cruz Blanca, número 43, fechada el día 3 de agosto del citado año que decía:

"Librería y papelería de Rogelio Buendía Abreu. Concepción, 21, Huelva. Suscripción permanente a toda clase de obras y Revistas ilustradas y de Moda. Novedades literarias. Inmenso surtido en devocionarios. Papel y objetos de escritorio".

En 1890, contrae matrimonio Mª Dolores Manzano Buendía, hija de Huelva, ciudad en la que había nacido en 1864. De esta unión, nacerán sus hijos: Rogelio Buendía Manzano (nacido el 14 de febrero de 1891), vate de altos vuelos literarios, que alcanzó la cima del Parnaso poético con su inmortal libro El poema de mis sueños y cuyo nombre, con el de su esposa Mª Luisa Muñoz de Buendía, están fijados con letras áureas en la República de las Letras choqueras; Mª de los Ángeles (1893), Mª Luisa (1895), Manuel (1896), que fuera prestigioso abogado y Luis (1908), excelente poeta fallecido prematuramente en Cádiz, donde cursaba tercer año de Medicina.

Tras el fallecimiento de su esposa, Rogelio Buendía Abreu contrajo segundas nupcias, en 1933, con Carmen Gallego, hija del que fuera arquitecto provincial, Trinidad Gallego, que dejara altas muestras de su capacidad artística en diversos edificios onubenses.

El matrimonio Buendía-Manzano residió, y allí nacieron todos sus hijos, en la calle Rábida, número 8, en una espaciosa vivienda. A través de la sesión municipal del día 27 de diciembre de 1907, conocemos que también era propietario de otra casa que, dada su ubicación, posiblemente tendría alquilada:

"… Autorizar a don Rogelio Buendía Abreu para construir zócalos y jamba a limpio y reparar el pretil de su casa de la calle Gran Capitán previo pago de arbitrios…". Continuará

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