Obituario

En homenaje a Rafael Romo, coleccionista de aparatos de radio

  • Su celo y afán devolvieron a la vida sonidos que han marcado la existencia de muchos de nosotros

En homenaje a Rafael Romo, coleccionista de aparatos de radio

En homenaje a Rafael Romo, coleccionista de aparatos de radio / M. G (Huelva)

A sus ochenta años ha fallecido Rafael Romo Ruiz, un hombre polifacético, nacido en Huelva, que dedicó cincuenta años de su vida, entre otras ocupaciones, a coleccionar y restaurar varios cientos de aparatos de radio que solo salieron de su domicilio una sola vez para ser expuestos en el año 2020 en el Centro de la Comunicación Jesús Hermida, coincidiendo con la conmemoración del Día Mundial de la Radio. Para este hombre introvertido, que apenas salía de su casa, pero apasionado, metódico y culto, fue el gran acontecimiento de su vida, recibiendo el reconocimiento y la admiración por su tarea de cientos de personas que contemplaron una selección de sus aparatos de todas las épocas.

Rafael Romo era hijo de una familia oriunda de Fuenteovejuna (Córdoba) y, además de estudiar algún curso de Filosofía y Letras, fue estudiante de Medicina antes de la Guerra Civil. Su madre, Carmen Ruiz Herrero, lamentó toda su vida el que su familia no la enviase a Sevilla para cursar el último año de piano, por no considerarlo, en aquella época, preciso para su educación. No está claro quien contribuyó a su afición por la radio, que solía sintonizarse a diario en su casa. Él contaba que su padre le inculcó el interés por todo lo que acaecía en el mundo mientras que su madre escuchaba la música de moda en aquella época y los seriales radiofónicos. Otra influencia decía que le vino de su abuelo materno, modelista de profesión, pero lo cierto es que su infancia estuvo rodeada de libros y de artilugios mecánicos y electrónicos.

Su curiosidad innata y un carácter introvertido inclinado a la introspección, favoreció su formación autodidacta y ya desde niño compaginó la lectura de ensayos de historia, de filosofía y las novelas de Julio Verne y Jack London, con las revistas Selecciones y Mecánica Popular.

Por entonces, Rafael Romo. conocido entre los radioaficionados como EA7VM (Eco Alfa 7 Víctor México), destripaba ya todo mecanismo que llegaba a sus manos con la precisión de un cirujano. Estudió Primaria en el colegio Manuel Siurot, situado junto a la iglesia de San Francisco, y Bachillerato en el instituto La Rábida, compatibilizándolo con cursos de Electricidad y Dibujo Industrial en el colegio del padre Laraña. Más tarde obtendría también la titulación de Patrón de Cabotaje.

Su especial idiosincrasia le llevaría a abandonar, con poco más de 20 años, un puesto fijo en la fábrica de Celulosa y a emprender una actividad empresarial autónoma, pasando de la representación de bodegas a la instalación y mantenimiento de cámaras frigoríficas en grandes superficies, al montaje de antenas para radioaficionados, etc, aunque fue muy conocido por ser artífice de los billares Gálvez, situados en la antigua calle Rico, lugar emblemático para la juventud de los años 80. Su última iniciativa empresarial fue la participación en una pequeña empresa turística familiar radicada en la costa.

Rafael Romo ha fallecido retirado en su domicilio de Huelva con una salud muy precaria y nos deja la herencia de una vida intensa en la que sus queridos aparatos de radio quedan solitarios en ese pequeño cuarto-taller-almacén donde los reparaba rodeado de piezas de repuesto que sería casi imposible poder conseguir, pero con las que su celo y afán le han permitido devolver a la vida sonidos e instrumentos que han marcado la existencia de muchos de nosotros. Descanse en paz.

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