Huelva

De cómo hacer que los deseos se cumplan y disfrutarlo

  • No todos, claro, pero muchos de los sueños o deseos que tenemos pueden hacerse realidad si les ponemos dos cosas muy concretas: fecha y acción

Gente inteligente.

Podría parecer optimismo iluso, o magia barata, pero no lo es. No quiero decir que sea verdad eso de “piensa que lo consigues, y lo conseguirás”, o “deséalo de verdad y se hará realidad”. No siempre. Aunque la verdad es que la mente humana es mucho más poderosa de lo que nos creemos, y cuando ponemos todos nuestros pensamientos y nuestros recursos emocionales y cognitivos enfocando nuestras metas -sin magia de por medio-, suben las probabilidades de conseguir nuestros sueños. Y si no lo conseguimos, seguro que el camino merece la pena.

Pongámosle a esto un poco de cordura inteligente. Lo primero que hay que hacer es diferenciar dos tipos de deseos. Por un lado están los que no dependen de mí, y por otro aquellos en los que yo sí puedo influir de forma más o menos directa. Por ejemplo, que le toque la lotería no depende de usted, lo más que puede hacer es comprar de vez en cuando algún boleto. Aunque la verdad, conozco gente que sueña con eso, e incluso lo verbaliza constantemente, pero ni siquiera juega.

En esa misma categoría de sueños están que alguien se enamore de usted, abrazar de nuevo a un ser querido que falleció, volver a los 15 años, que un hijo o una hija apruebe, cantar como Diana Navarro -al menos en mi caso-… O son sueños imposibles, o dependen mucho más de otras personas.

Sin embargo, hay sueños o deseos en los que podemos hacer mucho más que esperar a la diosa Fortuna, y para los que no siempre ponemos la voluntad, las decisiones y la acción que necesitan. Parecería que esperamos que nos caigan llovido del cielo. ¿Se reconoce así en alguno de sus anhelos más personales?

Esta primera reflexión es muy importante. Dedíquese un rato y apunte todos sus deseos o sueños incumplidos. Elija aquellos en los que puede influir de forma directa. Y póngase manos a la obra.

Fecha y acción

No hay fórmulas mágicas, por supuesto que no. Lo que sí hay son ejemplos vivos de personas que han conseguido lo que querían con dos herramientas muy concretas: han puesto fecha a sus sueños y, además, han dedicado muchas decisiones y acciones para conseguirlo.

Decía Napoleon Hill, escritor americano de principios del siglo XX considerado el padre de la Ciencia del Éxito, que “una meta es un sueño con fecha límite”. Pues más allá de las consideraciones positivas o negativas hacia esta corriente de pensamiento, lo cierto es que sí: cuando le ponemos fecha a eso que estamos anhelando conseguir, comenzamos a actuar y pensar de otra manera. Y cuando ya le ponemos tareas…

Una vez identificados los sueños, toca que sea usted realista. Optimistamente realista. Porque ahora se trata de pensar fechas y tareas alcanzables que le acerquen a eso que quiere conseguir. No digo que se desinfle, lo que digo es que no quiera terminar un grado en cuatro años dedicándole dos horas a la semana, ni perder quince kilos en un mes.

Así que, desde la certeza de que los deseos sí pueden cumplirse, y adjudicándoles fecha uno a uno, toca pensar acciones con las que iniciar el camino, que le pongan en acción. Se acabó esperar que le toque la lotería.

Y una vez en acción, ahora sí, tenga muy en cuenta las habilidades más inteligentes para mantenerse en movimiento hacia su deseo con fecha, o sea, hacia su meta.

Algunas precauciones

Hay hábitos con doble filo que pueden hacerle perder el rumbo o frenarle. Por eso, aquí van cuatro recomendaciones en forma de axiomas, esto es, certezas absolutas que le inviten a ser precavido o precavida y escapar en cuanto se vea en ellas en algún momento.

No tienes usted súper poderes. ¿O sí? Supongo que no. Ya quisiéramos. Así que: no puede con todo a la vez. El tiempo es el que es, no hay más, y ya es un verdadero logro aprender a repartirlo de forma equilibrada, sin olvidarse del tiempo para disfrutar. Recuerde, por ejemplo, que decir que sí a todo el mundo es decirse que no siempre a usted. Eso no es productivo.

No todo es urgente e importante. Revise muchas veces la importancia y la urgencia de lo que le ocupa sus días. Tenga en cuenta que estar ocupada u ocupado es adictivo, la mejor excusa para posponer tareas importantes que requieren más tiempo, más atención o más esfuerzo. Hacemos cosas que no tocan porque son más automáticas y requieren menos esfuerzo como organizar cajones o limpiar la bandeja de entrada. Así hay personas que viven muy ocupadas en tareas que se visten de urgentes pero que ni siquiera son importantes.

No lo hace usted todo perfecto, ni falta que hace. El perfeccionismo puede ser un freno o, incluso, una excusa. De entrada, nos impide encontrar apoyos valiosos en el camino, porque nadie lo hace mejor que usted. Y, además, le puede paralizar si se engancha en el pensamiento de que nada está suficientemente bien nunca. Gestionar bien la expectativas y no esperar imposibles, ni de usted ni de las demás personas, es vital. Eso, y recordar lo instructivos que llegan a ser los errores. No se cierre a equivocarse.

No hay viento favorable para quien no sabe dónde va. Esta frase es de Séneca, y es otro axioma que nos recuerda la importancia de no perdernos en los detalles y mantener fija nuestra mirada en nuestro sueño convertido en objetivo.

Así, por muchas paradas técnicas que debamos hacer en el camino, por muchos desvíos que la vida nos obligue a tomar, y por largo y pesado que se nos pueda llegar a hacer el trayecto, e incluso si no llegamos a conseguirlo, habremos disfrutado del viaje, y de la energía que emana del motivo real que impulsa nuestros pasos.

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