“Google ya te entrevistó… ¿y tú qué contaste?"
Club MKS Huelva
En apenas 20 segundos, nuestra huella en redes se convierte en la primera criba profesional: pequeños gestos conscientes pueden transformar cómo somos percibidos y acercarnos a las oportunidades que buscamos
Hoy, nuestro primer entrevistador no es una persona, es Google. Antes de cualquier entrevista, nuestro nombre pasa por ese buscador y lo que aparece en los primeros resultados se convierte en la “primera prueba de selección”. En apenas veinte segundos, alguien puede decidir si seguimos en el proceso o si la puerta se cierra. Por eso, nuestra imagen profesional digital ya forma parte del currículum real: lo que mostramos en Instagram, TikTok o LinkedIn puede reforzar o debilitar nuestra trayectoria.
Este artículo invita a reflexionar sobre cómo pequeños gestos conscientes pueden hacer que nuestra huella digital juegue a favor de la vida profesional que queremos construir.
De la apariencia al relato: tu imagen digital habla
Durante años hemos asociado “cuidar la imagen” con ir bien vestidas y vestidos, parecer formales, llevar un peinado correcto. En digital el foco se mueve: ya no es solo cómo salimos en la foto, sino qué historia se construye alguien sobre nosotras y nosotros a partir de una foto, una bio y unas pocas publicaciones.
En cuestión de segundos, una persona puede pensar: “parecen responsables”, o justo lo contrario: “no tengo claro a qué se dedican”, “no sé si me encajan para este proyecto”. No es que haya gente buena o mala, es que la percepción se forma rápido y con muy poca información.
Por eso no se trata de montar un personaje, sino de algo mucho más sencillo: que lo que se ve tenga relación con lo que realmente somos y podemos aportar.
Ser y parecer: jugar en los dos planos
Nos han repetido muchas veces que “lo importante es ser, no parecer”. Éticamente suena bien, pero en lo profesional necesitamos las dos cosas.
Si solo parecemos, sin fondo, la fachada se cae en cuanto alguien trabaja con nosotras y nosotros. Si solo somos, pero no lo hacemos visible, otras personas con menos recorrido, pero con una presencia digital más clara, sí serán detectadas en búsquedas y recomendaciones.
Cuidar la imagen profesional digital es que la versión que aparece en pantalla no nos deje en peor lugar que la versión que se sienta luego en una reunión.
Los pequeños detalles que hablan
La parte amable de todo esto es que no hace falta una macroestrategia. Son decisiones muy concretas las que cambian el mensaje.
1. La foto de perfil: nuestro primer saludo
No tiene que ser de estudio, pero sí pensada, que se nos vea bien la cara, con un fondo tranquilo y una parte de arriba cuidada.
Si comparamos una foto recortada de una noche de fiesta, con un vaso en la mano y alguien a medias, con otra en la que simplemente estamos frente a una pared clara, con luz natural y un gesto cercano, las dos forman parte de nuestra vida… pero solo una ayuda a que alguien nos imagine en una entrevista, en una tutoría, en una reunión de equipo.
2. La bio: si no lo contamos, las demás personas rellenan los huecos
Muchas bios están vacías o llenas de chistes. Eso funciona en círculos de confianza, pero cuando alguien entra con mirada profesional necesita pistas.
Una bio sencilla ya marca dirección y dejamos de ser anónimo entre muchos.
3. Lo que dejamos visible: que haya una lógica
No se trata de tener redes “serias” todo el tiempo. El ocio, el humor y la vida real tienen espacio. La clave es preguntarnos: si alguien ve solo nuestras últimas diez publicaciones, ¿la impresión que se lleva encaja mínimamente con la persona profesional?
Si sentimos que hay contenidos que, sacados de contexto, pueden confundir mucho, podemos archivarlos, pasarlos a privado, o limitar quién los ve, y decidir qué va en el escaparate principal.
4. Videollamadas: la oficina en la pantalla
Cada vez más primeras entrevistas, tutorías y reuniones pasan por una videollamada. Una cámara apuntando al techo, una luz tenue, un fondo caótico, una postura de “me he dejado caer aquí”.
Con cuatro ajustes de nada el mensaje cambia: cámara a la altura de los ojos, buena luz frontal, fondo neutro y parte de arriba cuidada con color que contraste y buena disposición. Es una forma visual de decir: “esto para nosotros es importante”.
La pregunta que queda flotando es clara:
A partir de ahora, ¿vas a dejar que tu imagen profesional se construya sola, a golpes de inercia y descuidos, o vas a empezar a diseñarla para que te acerque a las oportunidades?
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