El genio que se funde con la guitarra

Ésta es la historia de un sueño. De un deseo que se abre paso poco a poco. Con ilusión y con mucho esfuerzo. Con el apoyo de la familia. De la fe en uno mismo. Es la historia de un joven y su guitarra. Fundidos en un solo cuerpo; convertidos en una sola voz.

El protagonista es Marcelo Palanco Hidalgo (Valverde del Camino, 1986), guitarrista. Lo es por formación, profesión y anhelo. Desde niño lo imaginó. Ahora, muy joven, con sólo 26 años recién cumplidos, piensa en ello como motor de vida. Aunque siempre lo ha sido.

Con 8 años entró en el conservatorio de su pueblo. Con 21 salió del de Sevilla, con una licenciatura en guitarra clásica bajo el brazo y distinciones académicas para forrar una pared. Fue su primer paso, básico, para acercarse al instrumento con respeto y sumisión.

El más importante lo emprendió después. Para ganarse un título oficioso, el de maestro artesano, en la habilidad de tomar el mástil y moldearlo a su semejanza. De convertir en sonido su alma. Es complicado. Lo sabe. Fraguar un estilo entre cuerdas, componer y moverse entre dos mundos, clásico y flamenco, tan complejos como opuestos.

Pero el proceso funciona. Lo lleva con éxito al escenario desde julio pasado, en una gira de presentación por la provincia y el Algarve. Un regalo a la tierra propia: el alumbramiento del artista. Ayer lo comprobó Punta Umbría. Pronto lo harán Ayamonte, Almonte y Moguer. Y el Gran Teatro de Huelva en octubre próximo, esperado colofón para un recital singular.

Paganini se sube al escenario con Paco de Lucía. Marcelo Palanco conduce. Integración atrevida entre músicas para conquistar oídos en todos los rincones. Lo hace desde la admiración a los maestros, sin fusiones ni inventos. Con orden y concierto. Como aprendió desde pequeño.

Porque lo suyo con la música viene de la cuna, influencia de su padre Marcelo, inyector de genio flamenco por encima de academias. Aliento de un sueño que el sacrificio diario hace más cercano. Marcelo Palanco es el hombre.