El famosísimo tenor Miguel Fleta actúa en nuestra ciudad
Historia menuda


MIGUEL Fleta (1897-1938). Famoso tenor español que fue descubierto en Zaragoza, en un concurso de jotas. Esto le valió una beca en el Conservatorio de Barcelona, donde cursó la carrera musical con notable brillantez. Después de perfeccionarse acompañó a la cantante francesa Doria Luisa Pierrich, adquiriendo un copioso repertorio. Recibió en Italia su consagración definitiva al presentarse en el teatro Verdi de Trieste con la ópera Francesa da Rimini. En la misma Italia consigue otros grandes triunfos y perfecciona sus estudios musicales. Reconocía la crítica unánimemente en aquel joven artista excepcionales condiciones de voz, de talento y de temperamento que, al mejorarse por el trabajo incesante y reflexivo, lo situaron en breve tiempo entre las primeras figuras de la escena lírica. Su interpretación del don José de Carmen, obra con la que hizo su presentación ante el público madrileño, fue considerada como una de las más brillantes y apasionadas de las que aplaudieron en el primer cuatro del siglo pasado los filarmónicos españoles. Y desde entonces, su vida artística fue una clamorosa sucesión de triunfos por Europa y por América.
A lo largo de los años, las gestiones de los empresarios de los diversos teatros onubenses para traer a Miguel Fleta no fructificaron por diversos motivos. Por fin, en 1931, Ricardo Aldea Lafuente, presidente fundador de la Asociación Onubense de Cultura Musical, consiguió, en unión de José Domínguez, traer al elegante coliseo Gran Teatro al gran tenor, que dio un concierto inolvidable, un espectáculo de arte tan maravilloso que hizo que la fecha del 19 de diciembre de 1931 fuese áurea en la historia de la música culta en Huelva.
Días antes de aquella actuación, la prensa local se encargó de anunciar aquel acontecimiento musical: Primero se proyectaría una película de cine sonoro y, a las nueve y media de la noche, el grandioso concierto del eminente tenor Fleta.
Aquella velada del coliseo de la calle Vázquez López se recordará siempre como la noche de la gran demostración lírica del ilustre zaragozano.
Se capta, por los ecos periodísticos locales, que comparada con ella otras veladas resultaron menos luminosas y menos estrelladas. La sala repleta de espectadores representaba una masa considerable de níveas pecheras y de brazos marmóreos. Se sabe, que en el inmenso hemiciclo de la sala del Gran Teatro se superponía hasta lo más alto del mismo, una serie de ramilletes de flores femeninas más bellas que el ensueño de un poeta árabe. Pero, dejemos que la magnificencia del concierto de Fleta quede relatada, al día siguiente, por el hábil reportero del diario La Provincia:
"… Pocas veces se habrá dado en nuestra ciudad un espectáculo de arte tan maravilloso como el que anoche presenció todo Huelva en la elegante sala del coliseo de la calle Vázquez López.
Miguel Fleta; el solo anuncio de este nombre mágico del coloso del arte lírico, que rutila como astro de primera magnitud entre los grandes artistas de todos los tiempos, una muchedumbre enorme llenó anoche todas las localidades del Gran Teatro, cuya sala presentaba un aspecto deslumbrador; solamente con la Sinfónica de Madrid, hemos visto un entusiasmo parejo con el de anoche.
Al aparecer Fleta en el marco escénico, acompañado de la bellísima Pilar Cavero, estalla una ovación clamorosa que dura largo rato, como homenaje de admiración ferviente al gran artista.
Y empieza Fleta a cantar.
El silencio en la sala es realmente impresionante.
Sería ridículo que en estas impresiones nos pusiéramos a analizar las facetas del arte incomparable del inmenso artista, pues son de sobras conocidas del público del mundo entero; lo que si queremos resaltar una vez más, es que la media voz que posee Fleta, no ha habido quizás ningún cantante que la module de esta manera sin igual.
Por esto, de las tres páginas que constituían la primera parte del programa, cantadas todas con un arte insuperable, la que nos emocionó más profundamente fue la delicadísima canción de cuna de Gretchaninoff, que fue un verdadero prodigio de dicción y que el auditorio aplaudió fervorosamente. Pero donde Fleta levantó en masa al público fue en la segunda parte, al cantar de una manera asombrosa el popularísimo Adiós a la vida, de Tosca.
Las ovaciones y los bravos llenaron la sala en tal forma, que el artista se vio obligado a cantar de extra la canción Princesita.
Modelo de inspiración y de delicadeza exquisita es el vals de Brahms que fue una lástima que no se repitiera, cerrando el programa el Sueño, de Manón.
Todas las obras fueron premiadas con enormes ovaciones y el artista obsequió nuevamente al público cantando la jota del Trust de los Tenorios y el Ay, ay, ay.
Pilar Cavero, mujer de espléndida belleza, acompañó al piano admirablemente al genio aragonés, compartiendo con éste los aplausos.
Vaya nuestra felicitación más entusiasta a don José Domínguez y don Ricardo Aldea, organizadores de esta memorable fiesta de Arte.
Espectáculos de esta naturaleza honran a Huelva, colocándola a una envidiable altura; por eso merece el aplauso más sincero de todos los onubenses amantes de la música. C. A.".
En los primeros compases de 1935, la prensa local, jubilosa, anunciaba para marzo la actuación de Miguel Fleta y de una magnífica orquesta que dirigiría el eminente Moreno Torroba. La Orquesta y el maestro Torroba actuaron en nuestra capital, pero el gran tenor no pudo acercarse a Huelva.
Miguel Fleta falleció en 1938, quedando el recuerdo de su actuación musical en nuestra ciudad como una reliquia musical.
La toma del testigo musical de Miguel Fleta la tomó en nuestra ciudad, en los primeros años de postguerra, Maruja Carrasco, La cigarra ruiseñor, como titulara Martínez Navarro una Historia Menuda que le dedicó a la, en la actualidad, viuda del prestigioso compositor Primitivo Lázaro. El breve bosquejo biográfico lo desarrolló mediante una entrevista, en el transcurso de la cual le preguntaba el historiador a Maruja:
"… - Siendo su voz realmente maravillosa, grande, llena de timbre dulce y arrebatador a la vez, muy espiritual, me imagino que cantaría de todo.
- Efectivamente. A las siete y media de la tarde empezaban, con lleno absoluto, las brillantísimas Novenas de la Milagrosa a partir del 19 de noviembre en las que lo mismo cantaba los Ave María de Schubert, de Gounod, de Marcellán (esta última compuesta para el inmortal tenor Miguel Fleta que lo cantaba en el Pilar de Zaragoza. La obra era desconocida hasta que Félix Trujillo me la regaló, y yo la canto desde entonces). También interpretaba la Serenata, de Schubert, con letra religiosa, y otras plegarias y melodías importantes. Más tarde, en 1946, llegó una superiora de Burgos, Sor María Teresa de Felipe, que quedó encantada del fenomenal coro que teníamos y decidió llevarnos a Burgos para presentar un festival de música y baile que allí se celebraba. El programa fue la Pontifical, de Perossi con el coro, y el Ave María de Gounod, que yo canté al ofertorio. Por la tarde, hicimos una banda vocal preciosa en la que las tiples hacíamos de flautas, trompetas, violines, etc., además de lo cantado de letra; la batuta, en la Banda la llevaba Rosita Domínguez".
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