Huelva

Unos 15 extranjeros permanecen confinados en sus autocaravanas por el coronavirus en pleno Andévalo onubense

  • Las personas aisladas cuentan con servicios básicos de agua potable y tiendas de alimentación en Sanlúcar de Guadiana, a 100 metros de distancia

  • Los turistas son italianos, belgas y alemanes

Un extranjero confinado muestra su novela 'La peste'.

Un extranjero confinado muestra su novela 'La peste'. / Jordi Landero (Sanlúcar de Guadiana)

La autocaravana es su casa. Y en ella están obligados a pasar el confinamiento por el actual estado de alarma. Aunque con la diferencia de que, en su caso, están a miles de kilómetros de sus países de origen. Es el caso de la quincena de extranjeros que pasan este excepcional periodo en uno de los rincones más escondidos del Andévalo de Huelva: el pequeño municipio fronterizo de Sanlúcar de Guadiana.

Se encuentran en un área destinada a este tipo de vehículos habilitada hace ya varios años por el Ayuntamiento, donde al menos cuentan con servicios básicos como agua potable y tiendas de alimentación en el pueblo, situado a escasos 100 metros.

La mayoría son italianos -unas ocho personas repartidas en cuatro autocaravanas-, aunque también hay una familia alemana, otra británica, y un belga que viaja solo, y todos están muy agradecidos tanto por la hospitalidad de la gente del pueblo, como con las autoridades locales y con la Guardia Civil, que según afirman desde el primer momento se han preocupado por su situación.

En declaraciones a Huelva Información, el alcalde de Sanlúcar, José María Pérez, afirma que se encuentran allí desde el inicio del estado de alarma, y que por tanto están "confinados como el resto de vecinos", aunque en su caso cada uno en su autocaravana, "de la que no salen salvo para hacer sus compras de productos básicos, como el resto de ciudadanos, una o dos veces por semana".

Varias caravanas pasan el confinamiento en el Andévalo. Varias caravanas pasan el confinamiento en el Andévalo.

Varias caravanas pasan el confinamiento en el Andévalo. / Jordi Landero (Sanlúcar de Guadiana)

Ezzio Canesso y su mujer Marilena Canesso son de Turín (Italia), uno de los epicentros del coronavirus en el país transalpino, que paradójicamente está siendo, junto con España, de los más castigados por la pandemia.

Llevan en este punto del Andévalo desde el 13 de marzo "confinados a la fuerza". Según relata Ezzio cuando empezó la crisis en España "estábamos por Rota (Cádiz), y decidimos venirnos aquí por la tranquilidad de este lugar y porque aquí tenemos las necesidades básicas cubiertas, especialmente agua potable". En cuanto a la electricidad afirma que no es un problema para ellos ya que las autocaravanas están equipadas con placas solares que producen la energía necesaria para vivir en ellas.

Quieren regresar a su país "cuanto antes", pero "sobre todo cuando se normalice la situación, tanto en España como en Italia" y cuando el Gobierno de España "lo permita porque entendemos la situación, sobre todo después de lo que está pasando en nuestro país".

Aseguran que solo salen de la autocaravana una o dos veces por semana, de uno en uno, para comprar alimentos y otros productos de primera necesidad. Mientras tanto, concluye, "mucha lectura, internet y juegos de cartas, aunque solo con mi mujer porque no podemos reunirnos con el resto de compañeros confinados. Igual que todos los españoles".

Manfredo Morosini y su pareja también son italianos, aunque del centro del país, y estaban haciendo un tour por España cuando la crisis los pilló por esta zona, donde se encuentran confinados desde el 12 de marzo.

Dos de las personas confinadas en sus caravana. Dos de las personas confinadas en sus caravana.

Dos de las personas confinadas en sus caravana. / Jordi Landero (Sanlúcar de Guadiana)

En su caso no tienen tanta prisa por regresar a casa, sino por reiniciar su viaje por España, el cual aseguran que proseguirán "hasta finales de junio, como teníamos previsto, cuando concluya el estado de alarma".

Afirman que matan estos larguísimos días a base de "mucha televisión e internet" ya que "no podemos salir ni a pasear, y solo lo hacemos una vez por semana para comprar comida".

El caso del belga Degryse Paul es bien distinto ya que viaja solo en autocaravana, la cual "es mi única casa". Es por ello que el estado de alarma ya lo pilló aquí, donde se encuentra desde el 20 de febrero, "mucho antes de que comenzara el confinamiento", a lo que añade que ahora no se puede mover de aquí para regresar a su país dada la situación tanto en España, como por el cierre de las fronteras. "Quiero regresar a Bélgica a finales de abril –prosigue-, aunque no sé si va a ser posible".

Resignado, asegura "entender la situación", para concluir indicando que "si algo bueno tiene todo esto es que puedo dedicar mucho tiempo a mi auténtica pasión, la lectura". De hecho, para atendernos hace un paréntesis en la lectura del libro que tiene entre las manos: La peste, de Albert Camus, una novela en la que el escritor describe hechos que sucedieron en su tiempo y en su tierra, pero que trasciende su marco temporal y geográfico para adquirir rango de metáfora universal, especialmente ahora, en tiempos del coronavirus.

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