Los estragos de los temporales

Otro de los fenómenos que dieron mucho que hablar el pasado año fueron los temporales de lluvia y viento. Las precipitaciones del pasado año fueron más abundantes de lo habitual, pero, sobre todo, se caracterizaron por concentrarse en unos pocos días en meses puntuales. Los rocieros no podrán olvidar la pasada Romería de Pentecostés -celebrada en mayo-, cuando las inundaciones debido a las fuertes lluvias provocaron importantes problemas a los romeros y obligaron a cambiar los caminos de las hermandades. De hecho, se volvió a superar un valor extremo, concretamente el del máximo número de días de tormenta registrados en un mes de mayo -con un total de cuatro jornadas-.

El temporal de mayo causó también grandes estragos en la zona costera, donde causó importantes daños en el mobiliario urbano y los accesos a la playa y generó pérdidas de arena en un momento complicado, en el que la Costa se preparaba para una nueva temporada estival. Esto obligó a acelerar las ayudas y los trabajos de adecuación de toda la franja costera para que así el turismo no se viera afectado.

A primeros de diciembre la situación se volvía a repetir. Un temporal de fuertes lluvias y viento volvía a azotar la provincia y causaba importantes daños, tanto en las playas como en distintos municipios. De hecho, en localidades como Palos de la Frontera sufrieron incluso los efectos de un tornado. Esto dejó un reguero de damnificados en localidades tanto de la Costa como del Condado o del entorno metropolitano. Los daños alcanzaron tanto a las playas como a cultivos agrícolas, edificios, cauces de arroyos que se desbordaron -como por ejemplo en Aljaraque-.

El mes de diciembre fue, de hecho, el más lluvioso del año, ya que se registraron 143,2 milímetros de agua, seguido de mayo, cuando se alcanzaron los 124 mm. Después se sitúan los meses de noviembre, con 69 mm -ya algo por debajo de la media habitual en ese mes-, abril, con 65,4, y octubre con 64,8. En todos los casos las cifras se sitúan ya muy por debajo de las alcanzadas en los dos meses mencionados, en las que las precipitaciones se concentraron en pocos días e incluso, en un par de jornadas, como ocurrió el último mes del año.