El esfuerzo de los sentidos

Hasta 105 alumnos de la provincia con discapacidad visual reciben la atención de profesionales de la ONCE para avanzar en sus estudios de una manera normalizada

Una de las aulas de primaria del CEIP Antonio Guerrero de Aljaraque.
Una de las aulas de primaria del CEIP Antonio Guerrero de Aljaraque. / Reportaje Gráfico: Alberto Domínguez
J.m. Lugardo

Huelva, 11 de febrero 2018 - 02:11

Un soporte vital. Una ayuda que nace desde el corazón y la filosofía de uno mismo. Una seña de identidad que se deletrea en las siglas de la ONCE. Muchas son las líneas de trabajo que llevan a cabo desde la Organización Nacional de Ciegos de España. Algunas más presentes que otras. Algunas populares y otras casi desconocidas. En este último campo se encuadra la ayuda educativa que realiza la entidad a las personas ciegas o con discapacidad visual. Una ayuda y un asesoramiento en la sombra de muchos ojos y que con más fuerza que nunca ponen en valor el esfuerzo por conseguir la mejor autonomía personal posible y la educación de los jóvenes para un futuro desierto de obstáculos.

A finales de los años 80 se empieza a dar la educación integrada. Para que esa enseñanza tuviera más garantía "se crearon unos equipos específicos con personal formado, donde la ONCE puso muchos profesionales y materiales", señala el maestro del Equipo Específico de Atención Educativa a personas con discapacidad visual, José Luis Pérez. La entidad se compromete a atender no solamente a los afiliados que son los que tienen hasta un 0,1 de visión, "sino que llegamos al 0,3".

La ONCE se hace cargo de los niños y jóvenes en distintas etapas de la vida. "Hay casos que nos los derivan directamente del hospital", ya que si ha nacido con discapacidad visual, pasa por la entidad, "se afilia y comenzamos a trabajar con la familia" en la atención temprana. Y es que el trabajo tiene tres pilares fundamentales: el discapacitado visual, la familia y el centro educativo. Es imprescindible la cooperación y coordinación entre todos los agentes para el buen desarrollo de las capacidades personales y la educación del discapacitado. Y siempre, la fuerza de voluntad. "Nosotros estamos para ayudar al centro, al que proporcionamos material e instrucciones", además de trabajar directamente con el alumno.

En total, la ONCE cuenta con ocho maestros para la provincia, seis funcionarios de la Junta de Andalucía y dos profesionales de la organización. También está la figura del psicólogo, el educador social, la rehabilitación, el instructor tiflotécnico o el animado sociocultural. Estos profesionales atienden a 105 alumnos de todo el territorio onubense. El trabajo no es el mismo con cada uno de los estudiantes. Por un lado están las atenciones directas, sobre todo para los más pequeños, y que "vamos una o dos veces por semana a trabajar con el alumno". Los profesionales siempre intentan que su función de ayuda se realice dentro del aula para fomentar la inclusión, la integración y que aprenda el estudiante al mismo ritmo que el resto de sus compañeros. Aparte de la mejora en las áreas curriculares, los maestros de la organización trabajan otros campos que el centro no cubre y que los alumnos necesitan, como "la autonomía personal o desplazarse", es decir, "habilidades de la vida diaria", señala José Luis Pérez. Además, está muy presente la estimulación personal, y es que "intentamos que aprovechen la visión que tienen de la mejor forma. Nunca van a ver más de lo que ven por mucho que nosotros trabajemos, pero sí pueden utilizarla mejor". En cambio hay otros alumnos, sobre todo los más mayores, con los que los profesionales de la ONCE realizan una función de asesoramiento y seguimiento, ya que son más autónomos y tienen mucha más capacidad. Esa actividad tiene lugar una vez cada 15 días, una vez al mes o por trimestre, en función de la necesidad.

Estas ayudas para lograr una enseñanza igualitaria y una autonomía personal a la hora de aprender y estudiar, se sirven de una serie de recursos y herramientas que facilitan el trabajo diario de los alumnos. "Cada vez más se usan las nuevas tecnologías y herramientas específicas", explica el maestro. Si los alumnos trabajan en braille se usa la máquina perkins (una máquina de escribir en braille), materiales en relieve (láminas, mapas, maquetas), que algunas veces se tienen que construir, y en otros casos los profesionales adaptan el material de clase. "Normalmente los materiales específicos se usan para los ciegos totales y no para los deficientes visuales", ya que estos últimos "tienen ayudas ópticas para poder acceder a los materiales comunes". Aquí es donde se encuadra la rehabilitación visual. Las gafas con lupa son uno de los principales recursos para acceder a la información de forma normal. También disponen de una lupa portátil o un telescopio para la pizarra, que es como un pequeño catalejo. Cierto es que "cada visión y niño se adapta mejor a unas cosas que otras". De otro modo, para los ciegos totales, a partir del 2º o 3º ciclo de Primaria también se utiliza el ordenador, que funciona mediante un sintetizador de voz y que lee la información de la pantalla a través de los comandos que se ordenen. Así, la ONCE hace un despliegue de materiales que presta a los alumnos que lo necesitan mientras dure su periodo escolar.

"Lo más importante es que una persona sea autónoma y competente social" con el objetivo además de que el alumno vaya escalando cursos con las mismas dificultades que el resto. José Luis Pérez tiene a su cargo a 22 alumnos y sólo dos son de atención directa. "Cada vez nos estamos dedicando más a orientar, formar y diseñar programas específicos". Tras 20 años de trabajo y lucha, "miro atrás y veo resultados. Me siento realizado".

El trabajo constante en el aula

La escuela y los docentes son piezas esenciales en la coordinación y cooperación con los profesionales de la ONCE para el desarrollo educativo de los alumnos ciegos o con discapacidad visual grave. María José Ortega, tutora de segundo de Primaria del centro Antonio Guerrero de Aljaraque, tiene entre sus alumnos a una niña con discapacidad visual. El día a día se trabaja "con mucha atención individualizada. Siempre delante de ella y con el control del resto de la clase". El trabajo codo con codo con el profesional de la ONCE José Luis López es imprescindible. "Me adapta mucho material en braille", mientras que en matemáticas o conocimiento lo que hacen es ampliar fotocopias o "hacemos ejercicios de forma similar para que los pueda realizar con la poca visión que tiene". A la hora de los controles José Luis se encarga de adaptarlos al braille para que la alumna lo pueda realizar sin problemas. El mínimo de visión "ella lo explota. No te puedes imaginar lo que se esfuerza y lo que es capaz de hacer con lo poquito que ve. Incluso coloreando como los demás, ni se sale... te quedas alucinado". La profesora señala que a la alumna le cuesta porque "está aprendiendo el código que le es útil y todavía no tiene soltura como para trabajar por sí sola". Los recursos para el aprendizaje son diversos en el aula del centro escolar. Desde la máquina perkins hasta multitud de láminas y libros adaptados para leer tanto en braille como con el alfabeto.

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