Huelva

"No hay escudo más potente que la desnudez"

"No hay escudo más potente que la desnudez"

"No hay escudo más potente que la desnudez"

-hablemos de Donde los ángeles se suicidan. ¿De dónde le viene la fijación por la figura del ángel?

-Siendo adolescente, me fijé en Luzbel, el favorito, el más bello y luminoso. Teniendo todo a su favor, decide rebelarse. Se pone ante el espejo y pronuncia una frase turbadora, bellísima y que, además, conmociona la concepción del mundo y del cielo en este caso: "No serviré, ¿por qué he de servir?". Triza el espejo y cae. Creo que con él comienza la ley de la gravedad, que debe ser la más temida por los ángeles. Es capaz de renunciar al paraíso, aunque éste le fue impuesto.

-Dice en el prólogo que fue el primer rebelde.

-Fue creado para alabar y para servir pero no quiere pasar la eternidad así. Posiblemente no sabe lo que quiere, pero acepta el ser uno y diferente y va a lanzarse a la duda, que es lo que le espera. La duda es la que produce la pregunta, que es la que genera la filosofía, la ciencia y el arte. De alguna manera, en esa caída en la que se inaugura la ley de la gravedad también se inaugura el conocimiento y el arte. Ya no de adolescente, sino de niño, yo me decía: bueno, y Dios, que es absolutamente perfecto y que en sí lo es todo, ¿por qué crea a siervos para que le alaben y le sirvan? ¿Para que le sirvan bandejas de frutas? Si él no necesita comer. ¿Para que le alaben? Si él es perfecto. Me parecía como de alguien que no reunía la perfección absoluta de Dios y me trastocaba muchísimo. Lo llegué a decir en el colegio.

-¿Qué ocurrió?

-Me echó de la clase el profesor de religión. Y me dijo una cosa que me impresionó mucho: has pasado de ángel de la luz a ángel de las tinieblas. Después me di cuenta de que verdaderamente lo de elegir el símbolo de Luzbel estaba muy bien. Así que de adolescente dije, pues mira, sí. Como nada es blanco y negro y todo está lleno de matices, yo creo que en la reflexión es donde nos debemos instalar. Y lo digo yo, que no soy creyente.

-¿Cómo fue el alumbramiento del poemario?

-Comenzó hace bastantes años, no ha sido producto de los últimos meses, ni siquiera del último año. Leyendo antologías que se habían hecho sobre mi obra, vi cómo se repetían a lo largo del tiempo y de los distintos títulos símbolos que siempre estaban presentes. Uno de ellos es el ángel, otro es la mantis religiosa. Y predominaba especialmente la figura del ángel de una manera muy polisémica. El ángel rebelde, el ángel que toma conciencia de sí mismo y dice que no servirá. Pensé en unir todos los poemas que he escrito en los que el ángel aparece, unas veces tácita y otras explícitamente. O las alas y el vuelo. Y me di cuenta que conformaban un libro, además voluminoso.

-Y también diferenciado.

-Sí, cobraba, además, existencia por sí mismo, que no se convertía sólo en una serie de poemas con un tema común, sino que al ponerlos juntos y alcanzar un orden diferente al que tenían en los libros de los que provenían, tomaban otra dimensión y comenzaban casi a dialogar entre ellos de una manera diferente. Como teselas dispersas de un mosaico que esperaba a ser reconstruido. Y al reconstruirse, crea un dibujo o mosaico que yo no había pensado. Diferente, distinto, nuevo. Además, me encontré con algo imprevisto y es cómo se puede seguir la evolución de mi escritura.

-¿Cómo ha sido esa evolución?

-Se ha ido depurando desde los primeros poemas escritos a los 18 años hasta Elmundo se derrumba y tú escribes poemas. Hay un ahondamiento y una depuración. Y eso para mí ha sido muy revelador. Al tenerlo en un libro, me doy cuenta de cómo ha pasado el tiempo por mi obra y cómo yo creo que he podido aprovechar ese tiempo. Permaneciendo, sin embargo, esos símbolos, que están ahí.

-¿Es la poesía el género que le permite mostrarse en todo su esplendor, aunque domine y coseche éxitos en el resto?

-La poesía es la que me sitúa en el mundo. Supongo que me permite mostrar lo más turbador y perturbador que hay en mí, y lo que más puede sentirse en comunión porque es lo más íntimo. Pero, sobre todo, es lo que me sitúa en el mundo. Yo miro al mundo como un poeta y recibo al mundo como lo recibe un poeta. Mi percepción del mundo y lo que le devuelvo es el eje vertical del poeta. Y creo que lo sé llevar a los distintos géneros, diferenciando muy bien si estoy escribiendo una novela, por ejemplo. He escrito novela, poesía, teatro, ensayo y biografía. Me siento a gusto en todos esos géneros pero en todos ellos te digo que mi posicionamiento sobre todo en el mundo, en la sociedad, es el poeta.

-¿Es muy alto el coste personal?

-Me lo he planteado muchas veces y he dicho, después de esto, qué frágil estás. Pero no. Porque no hay escudo más potente que la desnudez. Cuando ya te has desnudado ante los demás ya nadie puede desnudarte. Yo soy el que me desnudo y nadie me va a quitar la ropa ni a violentarme. Con lo cual, es casi el mejor escudo la desnudez.

-¿Habrá un nuevo poemario el año que viene?

-Creo que sí. Estoy en un momento efervescente poéticamente, de esos en los que surge la palabra y la ves necesaria. Que no la ves vacua y, además, surge de una manera natural, espontánea y de lo más inesperado. Te vas dando cuenta de que hay poesía en lo que miras y en lo que te recibe. Estoy absolutamente receptivo para la poesía en este momento. Si yo me estoy sorprendiendo a mí mismo de lo que está saliendo, porque no lo esperaba, supongo que quien lo lea también.

-¿Será lo mejor de lo que ha publicado hasta ahora?

-No estoy diciendo que sea lo mejor o lo peor, pero sí digo que es de una intensidad no menor a El mundo se derrumba y tú escribes poemas o a Biografía impura. Insisto en que no escribo si verdaderamente no tengo necesidad y urgencia y creo que sirve. En este caso, me he entregado muy intensamente a los poemas en los que estoy trabajando.

-Usted se pone el listón muy alto.

-Sí, me lo pongo muy alto pero para eso he escrito Donde los ángeles se suicidan, para que me dé alas y pueda saltar encima y volar por encima de ese listón.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios