La dulce historia de los caramelos (I)

Historia menuda

La primera celebración de las Fiestas Colombinas se dio en 1880, casi desde esta fecha en sus puestos hubo caramelos · En el siglo XX los caramelos que se vendían eran de la marca Matías López.

Fiestas de San Sebastián. A la izquierda, un vendedor de caramelos.
Fiestas de San Sebastián. A la izquierda, un vendedor de caramelos.
A.j. Martínez Navarro

18 de agosto 2008 - 01:00

Un caramelo es un alimento preparado generalmente a base de azúcar. Se consigue mediante la cocción de azúcar. Este puede consumirme como líquido, tal es el caso del caramelo que se añade por encima del flan, o como sólido. El caramelo solidificado se consume habitualmente dejándolo deshacer en la boca. A este se le suele añadir sabores diversos.

La importancia que en las últimas décadas han adquirido los caramelos nos mueve a divulgar algunos detalles relacionados con su historia en nuestra ciudad.

En una economía que buscaba la supervivencia como era la del siglo XIX, había pocas opciones para que la mayoría de los padres buscasen para sus retoños algo que no fuese el pan y los garbanzos.

La primera celebración de las Fiestas Colombinas se dio en 1880. Pues bien, casi desde la fecha indicada, en sus puestos siempre hicieron acto de presencia los suculentos caramelos que, a partir de la postguerra, comenzó a ofrecer a la gente menuda unos caramelos, redondos, descomunales, que todavía se siguen viendo en la anual efemérides.

Rompe el siglo XX y los caramelos que se vendían en nuestro país (y, por extensión, en Huelva) eran los de la acreditada marca 'Matías López'.

En los primeros años de la citada centuria, se le daban a los Caramelos 'P. Catalá' unas propiedades que distaban mucho de tener:

"Caramelos P. Catalá. Una caja, 23 céntimos. Salvan a los niños. La meningitis hace estragos en las tiriteras. Víctimas de todas ellas, las malas digestiones, y la base de estas malas digestiones producen materias en los intestinos, las lombrices y los bichocos, son en la mayor parte de los casos, la primera causa. Limpiad todo esto con Caramelos P. Catalá".

Los tres primeros establecimientos que mostraron los caramelos en sus más sofisticados formatos fueron el ultramarino 'Los Ángeles' y las confiterías 'El Buen Gusto' y 'Jorva'.

Como aportación al comercio de Huelva de 'Los Ángeles' podemos considerar los medidores de capacidad para garbanzos y habichuelas, el cuchillo guillotina para cortar el bacalao, los artísticos utensilios de cristal que contenían caramelos, envueltos en los más vistosos papeles y chocolatinas y los soportes para colocar el jamón y poder cortarlo en lonchas con más comodidad.

Los caramelos de la Confitería 'El Buen Gusto' le merecieron unos simpáticos versos, en uno de cuyos cuartetos se leía:

"… Hoy ya no sienten desvelos,/ los padres han perdido el susto/ porque compran caramelos/ y bombones en 'El Buen Gusto'…

También destacó, a partir de 1914, en la exposición y venta de los caramelos 'Jorva'.

En tiempos de la II República española, ocurrió un curioso lance en la que los caramelos 'Eureka' se vieron envueltos en la picaresca. Su representante en Huelva, Antonio Hervás, mandaba insertar en 'La Provincia' del 13 de junio de 1933, el siguiente aviso:

"Caramelos Eureka. Aviso muy importante. Habiendo sido lanzada al mercado la imitación de nuestro insuperable caramelo Eureka, se pone en conocimiento de los comerciantes y del público en general, que mientras tanto 'Eureka, S. A.' no se ocupe de arreglar esta falsificación por las vías legales, debe exigir, siempre, nuestro nombre comercial registrado 'Eureka' desconfiando de las imitaciones y exigiendo siempre esta marca".

Finalizando agosto de 1938 la guerra civil comienza a declinar hacia su desenlace final siete meses más tarde (1 de abril de 1939). Es el momento en el que los nuevos mentores deciden cuáles eran los alimentos que no se consideraban como de consumo de primera necesidad, con la finalidad de gravarlos con un diez por ciento. Es obvio que los caramelos estaban en esta relación, pero conozcamos otros pertenecientes a este grupo con algunos de los cuales es posible que no estemos de acuerdo: Jamón (de cualquier clase), salchichón, lomo embuchado, chorizo (desde 14 pesetas el kilo), sobrasada, mortadela, quesos, aceite refinados, mantequilla, mojama de lomo en atún, chocolate, galletas, confituras, pasas, orejones de frutas, dátiles, dulce de membrillo, confituras, mermeladas, aceitunas en frascos, cervezas, vinos comunes…

En el diario 'Odiel' del 11 de septiembre de 1938, se anunciaba la llegada a nuestra ciudad de los caramelos 'Estampas de Cine', con los que los niños de Huelva además de degustar tan sabroso manjar podían coleccionar cromos y obtener diversos regalos, El anuncio decía:

"¡Eureka! Ya llegaron a Huelva los caramelos 'Estampas de Cine'. Llenando un álbum obtendréis bonitos regalos. Depósito: General Mola, 10. Huelva".

Con el transcurrir de los meses y ante el éxito en sus ventas, 'La Casa Caramelos Estampas de Cine' además de los cromos para completar los álbumes, a partir de octubre de 1938 comenzó a dar infinidad de pequeños vales para 'Un paquete de cigarros 'Ideales', Una localidad 'Butaca de Cine', un lápiz de labios 'Celic', cinco caramelos, una pelota de goma…

Recordemos una de las numerosas relaciones de niños que fueron agraciados con un bonito regalo: Dolores Luengo, Encarnación y Enrique Reyes, Baltasar González Suero, Miguel Miralles, José Mondedeu, José Márquez, Antonio Guisado Sánchez, Loli Calera Travieso, Isabel Monsa, José Díaz Romero, Conchita Farelo, Rafael Domínguez Tirado, Meli García Escalera e Isabel Cano.

A partir de los años treinta el hechizo del cine fue ganando adeptos. Los cinéfilos se sentaban cómodamente en sus sillas tras haber dejado en la taquilla el importe de la entrada

'¡Caramelos!', gritaba sin cesar el vendedor en el interior del cine, a fin de que los escasos niños a los que les sobraba algún céntimo pudiesen adquirirlos. Y las mandíbulas de estos pequeños no cesaban en su actividad, mientras se sorprendían con la aventura que admiraban.

El vendedor establecido de caramelos más popular fue Máximo Benito Pérez. Si en los años cuarenta por este nombre y estos apellidos nadie sabía de quien se hablaba, en cambio por el apodo 'Marsi', casi todos conocían que se estaban refiriendo al niño que vendía los caramelos en el Teatro 'Mora'.

'Marsi' estuvo más de veinte años dedicado a la citada actividad y era de admirar que, pese a encantarle los caramelos, nunca se comió ninguno, ya que los tenía 'tós contaos'.

Cualquier cine que se preciara de tener cierta categoría, tenía lo que se llamaba 'Ambigú', que disponía de frutos secos y caramelos. Con el tiempo, una disposición acabó prohibiendo la venta de estos artículos.

stats