El día mágico para los más pequeños de Huelva
Los Reyes Magos visitan los hogares de la provincia para dejar los regalos
Huelva/Los hogares de la provincia onubense tuvieron en la madrugada del 5 al 6 a los huéspedes más especiales. Los Reyes Magos, sumidos en su habitual actitud silenciosa para no despertar a sus anfitriones, recorrieron todos los rincones de Huelva para recompensar a las familias con diferentes presentes.
El pasado 5 de enero Sus Majestades desfilaron por toda la provincia en su Cabalgata para reencontrarse con los onubenses y escuchar los últimos deseos de los onubenses. Tras finalizar su itinerario, sus Altezas Reales comenzaron a organizar los regalos a repartir en Huelva, siempre con la ayuda de sus pajes, quienes les aconsejaron sobre que recorrido tomar para llegar a todos los hogares onubenses.
A medida que los más pequeños de cada casa cerraban sus ojos para dormir, los Reyes Magos comenzaban a dejar los regalos junto a los árboles de Navidad, no sin antes ingerir las galletas y pastas que les dejaban sus anfitriones. No eran los únicos exhaustos por el viaje. Los camellos también aprovechaban para beber leche con ánimo de coger fuerzas para seguir cargando regalos por toda la provincia.
Con los primeros rayos de sol, los gritos de ilusión ya se dejaban oír en las casas. Los más pequeños irradiaban entusiasmo por el día más mágico para ellos. Y no es para menos. Melchor, Gaspar y Baltasar habían visitado sus hogares para hacer regalos a toda la familia.
Como manda la tradición, había que esperar toda la madrugada para abrir los regalos. Patines, bicicletas, juegos de mesa, consolas y videojuegos o muñecos y muñecas coparon los árboles de Navidad de cada una de las casas onubenses.
Las calles y plazoletas, como ya viene siendo habitual, comenzaron a llenarse, a medida que avanzaba la mañana, de niños que estrenaban sus juguetes. A diferencia de otros años, debido a la pandemia de coronavirus, las familias jugaban entre ellas con los nuevos regalos, manteniendo la distancia de seguridad y con la obligatoriedad de portar mascarilla.
Los onubenses no solo bajaron a las calle, sino que también fue habitual cómo las familias salían para ir a los hogares de otras personas de su entorno o, bien, para disfrutar del buen tiempo con un almuerzo fuera de casa.
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