EL temporal provocado por la borrasca ‘Bernard’ ha dejado un reguero de desolación en la ciudad; nada que contarles que no hayan sufrido ustedes. La arboleda resultó la más castigadas y hemos visto cómo ejemplares de todas las características, de especie, tamaño y edad tumbados por el viento, arrancando el acerado o todo aquello donde se encontraban.
Tenía escrita esta entrega dominical cuando se tuvo que talar la alta palmera de la Plaza Quintero Báez, la incertidumbre sobre su posibilidad de caída y el peligro que ello conllevaba hizo tomar esta decisión. De los 500 árboles que dicen los datos oficiales del Ayuntamiento solo sabemos de una palmera muy alta e igualmente centenaria de la Plaza de la Merced que se vio quebrada por el temporal. La flexibilidad de esto ejemplares les da para ‘jugar’ con el viento.
En el cementerio hablan de unos sesenta árboles caídos; vemos a los cipreses tendidos sobre las calles del frío adoquín cuando deberían estar con sus agujas tocando al cielo y más en estos días de recuerdo a los fieles difuntos.
En otro tiempo los cipreses caídos en el cementerio tuvieron un uso muy digno, sirvieron al escultor Antonio León Ortega para tallar imágenes para nuestra Semana Santa. Eran los años cuarenta del siglo pasado, tiempo de carestía y de mucha imaginación para sobrevivir en todos los órdenes de la vida.
La caída de muchos árboles nos ha sorprendido, sin duda alguna los de mayor porte y antigüedad. El gran abeto del solar del Manuel Lois, que está ahí desde que se abrió el hospital en los años cuarenta.Sin duda de los que más sorprendieron es uno de los eucaliptos centenarios del paseo del Conquero a la altura del antiguo Colegio Mayor San Pablo. Con cerca de un metro y medio de diámetro y una altura considerable el viento lo arrancó de cuajo del suelo y acabó tendido sobre la tapia del centro que ahora se prepara para una residencia de mayores.
Algunos árboles que solo se han inclinado quizás puedan superar estos efectos con un testigo.
Echaremos de menos estos árboles, lo que no sabemos es si algunos ejemplares de gran porte, que han ido significativo para nuestra ciudad, como este centenario eucalipto su tronco pudiera recuperarse y quedar en alguna de las laderas del Conquero. Hay incluso quienes los pinta.
Los árboles y ramas caídas se acumulan en el recinto colombino, esperan su reciclado, algunos podrían servir para calentar a familias vulnerables, otros de decoración y algunos convertidos en objetos de venta por ONG’s.
Para ser algo más que biomasa.
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