Entrevista a Juan Jesús Orta

“El desconcierto por la Covid-19 complica la mente de la población”

  • Ensalza el comportamiento de los onubenses durante el confinamiento a raíz de la puesta en marcha de acciones solidarias

  • Advierte del estrés y la ansiedad que sufren los sanitarios

Juan José Orta posa en el centro de la capital onubense.

Juan José Orta posa en el centro de la capital onubense. / Josué Correa (Huelva)

Un EPI emocional ha cubierto el cuerpo y la mente de las personas más afectadas por la pandemia gracias a la labor de los profesionales de la Psicología. Uno de los sastres de esta vestimenta tan necesaria es el vicepresidente de la Delegación de Huelva del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental, Juan Jesús Orta, quien califica de “enriquecedora, aunque traumática” la experiencia que le ha brindado la pandemia. Orta destaca la solidaridad y la capacidad de adaptación de la población española en situaciones extremas y reivindica la presencia de los psicólogos en todos aquellos escenarios con demandas específicas en términos de salud mental. Advierte, por otra parte, del sobreesfuerzo de unos sanitarios a los que se les deja “en la cuneta en muchas ocasiones” y demanda la importancia de clarificar el hecho de que un problema social es el que está detrás de los múltiples trastornos psicológicos derivados de la pandemia.

–Qué tan importante es la labor del Colegio de Psicología durante la actual pandemia?

–Creo que es muy importante. Desde la institución, además de la prestación de servicios por parte de los profesionales a personas afectadas, hemos puesto en marcha una campaña de difusión de estrategias de afrontamiento de la mencionada situación a través de nuestros canales oficiales de comunicación. Para ello, se han elaborado múltiples guías y vídeos. Además, entre las zonas oriental y occidental del Colegio de Psicología de Andalucía se ha dispuesto una plataforma para ayudar al personal sanitario.

–¿Qué valoración hacéis del uso de la mencionada plataforma?

–Realmente esperábamos un mayor uso de la plataforma por parte de los propios sanitarios. Uno de los motivos de que el empleo de la misma no haya sido tan elevado, pese a su utilidad, es la sobrecarga de trabajo. Además, también ha influido el desconocimiento acerca de que estos recursos estaban disponibles, dado que esta plataforma nunca ha existido. Aun así, creemos que es fundamental poner estos recursos a disposición de los sanitarios, tanto de los que forman parte de la Atención Primaria, como de aquellos que trabajan en las unidades de cuidados intensivos.

–¿Qué trastornos pueden llegar a experimentar los profesionales de la sanidad a raíz de la pandemia?

–Los estamos conociendo ahora en las consultas, una vez que se dio por finalizada la primera oleada. Lo habitual es que nos lleguen enfermeros, auxiliares y médicos que continúan con trastornos como el estrés, la ansiedad o el síndrome del quemado. Esto obedece a que se han topado con una falta de recursos importante, al tiempo que también han visto como sus compañeros han causado baja. Todo ello les hace ser unos héroes a los que, desgraciadamente, se les está dejando en la cuneta.

–Una vez que detectáis tales trastornos, ¿cuál es el siguiente paso?

–El modus operandi depende mucho de la problemática encontrada. Por ejemplo, en el caso de que el estrés o la ansiedad se prolonguen en el tiempo, puede aparecer una sintomatología que les hace tener una actitud cínica con los usuarios. Es una señal de que están sobrepasados. Teniendo ya el problema localizado, repasamos los recursos de los que dispone la persona y se les enseña a relajarse con diferentes técnicas, a manejar los pensamientos intrusivos y a que sean capaces de desconectar de las experiencias traumáticas, porque en muchas ocasiones se las llevan a sus hogares. En este sentido, también podemos toparnos con personas que ya tenían un cuadro de base con algún trastorno mental y que, por consiguiente, necesitan otro tipo de trato al objeto de erradicar tales trastornos, ya que todo se agudiza aún más si cabe. Aquellos que ya cuentan con patologías previas, sean o no sanitarios, suman otros síntomas como las fobias, la depresión o los problemas de relación con sus familiares o amigos.

–¿Qué factores han complicado nuestra mente durante la pandemia?

–En base a los estudios que hemos realizado, los aspectos principales eran la incertidumbre acerca de cuánto duraría el confinamiento, el propio aburrimiento durante la fase en la que estábamos aislados o el sentimiento de pánico al observar las grandes compras de papel higiénico, pasta o cervezas. En la primera oleada el miedo y el pánico eran los sentimientos principales, pero ahora que estamos a las puertas de un posible segundo confinamiento influyen otras emociones como el cansancio o el desconcierto ante la diversidad de opiniones de voces expertas. Pese a que la población española se ha visto afectada por tales emociones, creo que es importante destacar la obediencia de todos, dado que más del 85% guardó el confinamiento de forma completa. Además, las personas han exhibido otras capacidades como la solidaridad o el compromiso, pero sí que es cierto que demandan directrices claras y no confundibles para tener una sensación de control.

–Un informe de las Naciones Unidas apuntó que estamos ante una crisis de salud mental.

–Lo comparto, pero hay que tener en cuenta que va a ser muy complicado medir la crisis de salud mental, dado que hay situaciones que se han visto meses después del confinamiento, justo cuando las personas se han encontrado escollos a la hora de afrontar sus propios retos.

–¿Qué grupos de población son los más vulnerables en esta pandemia de coronavirus?

–Primeramente hay que distinguir entre vulnerabilidad física y psicológica. De los estudios emprendidos y analizados se confirma que uno de los grupos de población que más puede verse afectado es el de los mayores, dado que son las personas que más ingresan por la Covid-19. No obstante, también es necesario realizar un seguimiento de otros grupos que podrían sufrir también en la segunda oleada del virus, como aquel de una edad de entre 18 y 36 años, donde se halla una mayor irritabilidad, en tanto que arrastran una mayor incertidumbre. De igual modo, hay que poner el foco en aquellos que ya padecían previamente de ansiedad o de trastornos de ánimo.

–¿Qué desafíos a nivel psicológico ha dejado entrever esta situación excepcional?

–El primer desafío es clarificar el hecho de que estamos ante un problema social, el cual da pie a una serie de trastornos psicológicos. Con ello me refiero a aspectos que no son estrictamente psicológicos, pero que repercuten en un pensamiento favorable del futuro como, por ejemplo, un contrato de trabajo asegurado. Otro de los desafíos es actuar en aquellos focos donde se han creado desigualdades a raíz de la primera crisis económica y, por consiguiente, de esta última. Por ello, trabajaremos de forma parecida a cómo lo hicimos en la primera crisis, es decir, en los barrios de grupos de población precaria, donde se llevan a cabo medidas estructurales que garanticen que nadie se queda atrás. Por ello, los psicólogos queremos que se nos dé un lugar para intervenir en estos colectivos, al tiempo que se reconozca que, primeramente, hay que corregir un problema social. De esta forma se evitará que España siga a la cabeza de Europa en el consumo de medicamentos ansioso depresivos, puesto que en muchos casos no es necesario si se realiza una intervención correcta.

–¿Cree que ha afectado la pandemia y el confinamiento a las adiciones de las personas?

–Los estudios dictan que, por el momento, no ha habido incrementos significativos en los comportamientos adictivos. Sí que es cierto que se ha producido un aumento en los videojuegos, en el tabaco y en el alcohol, pero no de un modo tan gigantesco como se podría esperar.

–La pandemia ha cogido a todos los profesionales por sorpresa. ¿Cómo ha sido intervenir sin la experiencia previa de vivir una pandemia real?

–En el Colegio de Psicología siempre hemos apostado por la formación constante y, en muchas ocasiones, en combinación con otras entidades e instituciones, pero sí que es cierto que sobre la Covid-19 no hemos podido contar con formación. Por ello, cuando comenzó la pandemia los profesionales nos dedicamos a buscar información y contrastar nuestras experiencias para estudiar síntomas y abordarlos. Aun así, tenemos gran experiencia en el Colegio de Psicología con situaciones terribles, dado que contamos con un grupo de intervención en situaciones de crisis, como accidentes u otras situaciones muy traumáticas. La diferencia con el escenario actual es el gran número de personas que se ha visto afectado, así como la prolongación en el tiempo.

–¿Cómo ha afectado la Covid-19 a las relaciones personales?

–Las relaciones personales más afectadas han sido aquellas que ya estaban maltrechas. De hecho, la valoración del 70% de las personas acerca de la convivencia es positiva, si bien cuando una relación está dañada se complica aún más si se convive. En este contexto, uno de los principales problemas de este ámbito ha surgido cuando una mujer maltratada ha tenido que convivir con su maltratador y sin vía de escape. Para ellas ha sido muy difícil y necesitan obtener un gran respaldo social para acabar con este tipo de situaciones.

–¿Qué ha supuesto para usted y sus compañeros este escenario?

–Para nosotros ha sido una experiencia traumática, a la vez que enriquecedora, dado que nos ha ofrecido una nueva perspectiva para abordar situaciones en el futuro. Entre las cosas que hemos aprendido figuran las medidas para hacer que una información llegue de forma efectiva a los sectores de población adecuados o las estrategias a llevar a cabo con ánimo de que los sanitarios tengan recursos disponibles para afrontar retos de este calibre. También nos ha servido para exteriorizar el peligro de la sobreexposición a la información que tenemos a todas horas, tanto en los medios, como en las redes sociales o en las reuniones con nuestro entorno. No se puede acudir, dentro de lo posible, más de una vez al día a la información de este tipo, tenemos que aprender a filtrarla y, sobre todo, hay que diferenciar los bulos, ya que las personas actúan en función de ellos y son peligrosos para la salud mental.

–Tales situaciones afianzan la importancia de instituciones como la del Colegio de Psicología.

–Efectivamente. Hay que entender que nuestra labor es muy importante porque los trastornos de salud mental son otra epidemia, tal y como declara la Organización Mundial de la Salud (OMS). Todo aquello que tiene que ver con la salud mental tiene un coste impresionante para la persona afectada y para su entorno si no se aborda de la manera correcta. Con ánimo de ganar en presencial social emprendemos muchas actividades con barrios, colegios e instituciones, en las que enseñamos vertientes de la intervención psicológica con talleres asistenciales, las cuales siempre han tenido una gran demanda.

–¿Qué aspectos positivos saca de una crisis en la que parece que todo es negro?

–La situación excepcional creada por la pandemia ha dejado muchas cosas positivas. Una de ellas es el respeto al cumplimiento de las normas. También se ha podido comprobar la ola de solidaridad que existe en nuestro país y que ha dejado ver cuantiosas iniciativas que buscaban ayudar a colectivos afectados, de un modo u otro, por la Covid-19. Huelva, por su parte, ha sacado a relucir también ese grado de convivencia y esa capacidad de adaptación y apoyo, algo que no se ha acostumbrado a ver en otros países de Europa debido a sus circunstancias y personalidades.

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