Es lo que tiene acudir cada seis meses a los colegios electorales. Lo antes era una cita excepcional que generaba ciertas dudas a la hora de afrontarla se ha convertido en una rutina marcada por la normalidad. No hay ni que mirar las tarjetas del censo electoral, salvo que hayas cambiado de domicilio. El ciudadano entra en su colegio electoral, coge sus papeletas (con los mismos nombres de hace seis meses), se adentra en la sala donde los apoderados tienen las mismas caras que en abril y se va directo a su mesa. Si no cambiasen los miembros de ésta bien parecería un deja vù.

Así vivió Huelva su nueva cita con las urnas, otra más. Es la tercera en seis meses y la cuarta en menos de un año si se tienen en cuenta las últimas autonómicas. Como para que los ciudadanos tengan dudas sobre cómo afrontar el proceso.

No extraña por lo tanto que la única anomalía de la jornada se registrase en Cartaya, donde la incomparecencia de titular y suplente obligaron a intervenir a las fuerzas del orden. El imperativo legal se impuso para la apertura del colegio electoral, aunque fue con 36 minutos de retraso. Los mismos que tuvieron que recuperar sus votantes para cerrar el colegio a las 20:36 de la noche. Fue el último de Andalucía, el último de Huelva y el más próximo a la siguiente cita con las urnas.