Huelva

El coronavirus trastoca todos los planes de bodas y comuniones en Huelva

  • La mayoría de los novios posponen su unión para 2021 y ya hay cancelaciones de septiembre 

  • Unos 6.000 niños esperan al último trimestre para tomar el cuerpo de Cristo por primera vez

Un hombre pasa por delante de una escaparate de moda de celebraciones.

Un hombre pasa por delante de una escaparate de moda de celebraciones. / Josué Correa

¿Qué hacemos?. Esta es la principal pregunta que se están haciendo parejas que tienen programado jurarse amor eterno con la presencia de sus amigos y familiares. También se la están cuestionando numerosos padres que llevan hacia delante una minuciosa organización de la comunión de su hijo y que, de momento, queda aplazada. La inversión que existe tras una boda o del sacramento de la comunión es lo suficientemente alto como para echarse las manos a la cabeza en busca de respuestas y soluciones a corto plazo. El problema no sólo radica en este marco sino que se extiende al sector de la hostelería, que gracias a estos eventos sustentan sus negocios junto con fechas marcadas en el calendario como la Semana Santa (ya perdida), el verano o las navidades, que todavía está por ver. Todo son previsiones y estimaciones. Nada se puede dar por seguro ya que la evolución de la Covid-19 es imprevisible así como los movimientos restrictivos que se puedan derivar por parte del Gobierno.

Bodas y comuniones. Hay más preguntas que respuestas. Muchas incertidumbres y muchas decisiones por tomar. De los primeros en decretar un aplazamiento fue la Diócesis de Huelva. Lo hizo con respecto a la comuniones trasladándolas al último trimestre del año, “a ser posible antes del Adviento”. Claro que todo puede cambiar. El Obispado lleva por bandera la prudencia y la responsabilidad como directrices. Algunas Ampas hablan de finales de septiembre y primeros de octubre como fechas para hacer las comuniones. Cierto es que todavía muchos niños no han finalizado su catequesis que tendrían que terminar. Por ejemplo, en las Teresianas el temario lo van a cerrar en sus hogares y la celebración del perdón (sacramento de la confesión) se celebraría a principios de curso. En la provincia cerca de 6.000 niños tomarían este año por primera vez la comunión.

Ante estas circunstancias “no se impide desde luego” que haya personas que decidan hacerla de otra forma. “Total libertad, aquí no se presiona a nadie”, explican desde las Teresianas. Las posibilidades de que haya medidas de seguridad preventivas en las comuniones -si se celebrasen este año- están ahí por lo que entra en juego muchas decisiones. Una de las opciones es la que se plantea Esther Borrego, madre y catequista. A su hija le toca hacer este año la comunión, un sacramento que “si tiene que ser en unas circunstancias especiales pues será así. Toda una experiencia de vida y a nosotros no nos supone mucho impedimento”. Lo que sí que es otro tema es la fiesta que “la podemos hacer en otro momento”, posponerla.

Desde otro punto de vista, desde el Diocesano señalan que los párrocos son flexibles por lo que si se diera el caso de que muchos padres dijesen que prefieren retrasar la comunión un año “no creo que hubiera problema”. Eso sí, hoy todo “es una incertidumbre”. Desde otro prisma están las bodas para las que habría que contabilizar las que ya se han aplazado en estas semanas atrás, ya sea para meses próximos o para el año que viene. Una boda tiene una inversión superior que la de una comunión. Eso es innegable en la gran mayoría de los casos. Y además hay que contar que muchas parejas no se casarían sin una luna de miel tras la celebración, un hecho que a día de hoy se ve poco probable y más si el viaje es internacional, como ocurre en muchos casos. Cierto es que otras parejas no tienen impedimento en casarse aunque sea con medidas de seguridad o que el número de invitados se vea reducido a unos pocos, como ocurrió en alguna parroquia días antes del confinamiento total en España.

La iglesia de la Concepción cerrada a causa del estado de alarma. La iglesia de la Concepción cerrada a causa del estado de alarma.

La iglesia de la Concepción cerrada a causa del estado de alarma. / Alberto Domínguez

En el santuario de la Cinta se han aplazado prácticamente todas las bodas que estaban programadas hasta el mes de junio, e incluso algunas de julio. “Están pidiendo, la mayoría de las parejas, fechas para el siguiente año”, explican a este periódico desde el santuario. Cierto es que todavía hay novios que aguantan sus plazos y de momento pretender contraer matrimonio en los meses de agosto o septiembre, aunque hubiese restricciones de invitados. “El 14 de marzo se celebró la última boda y la pareja se casó sólo con los padres y los testigos”.

El acto religioso se antojaba más especial si cabe para muchos en Almonte. Cada siete años se celebran bodas en el municipio onubense con la Virgen del Rocío en el altar de la parroquia de la Asunción. Un hecho que no será igual este año debido a las medidas de confinamiento y prevención. “Se están posponiendo ya las de septiembre”, apunta el párroco Francisco Jesús Martín. Eso sí, hay parejas que han aplazado su compromiso para estos meses de septiembre y octubre. Al final es decisión de los novios.

Todas estas cuestiones tanto en las bodas como en las comuniones son un daño colateral directo para los establecimientos hosteleros. Sin duda alguna la fiesta tras los sacramentos es una tradición que une a amigos y familiares alrededor de los protagonistas. Ya de por sí la facturación que se ha perdido en estos dos meses atrás ronda el 30%-40% de ventas del año entero, según el presidente de la Asociación Provincial de Bares y Cafeterías (Bareca), Rafael Acevedo. También ha repercutido en un aumento de un 40% en la contratación que se hubiese producido y que se alarga en los meses posteriores del verano. Sí que es cierto, explica Acevedo que muchas reservas “se están aplazando para el año que viene”, algo que entiende el presidente como una precipitación. “El que se va a casar en agosto-septiembre se debería de esperar porque creo que no se va a dar el año por perdido o no se debe consentir eso”.

Además, Acevedo entiende que “habrá que tomar medidas” (acepta una distancia entre mesas, que se controle la entrada con un termómetro láser, que haya dosificadores para las manos, que estén preparados los camareros...) de seguridad y de prevención, aunque eso sí no ve lógico que un aforo de 500 personas “lo reduzcan a 50-60”. Tampoco el tema que se habla de las mamparas: “qué vamos a hacer, ¿una inversión para poder adaptar el establecimiento? Eso es imposible”. Y es que “muchos no pueden hacer esa inversión” por el “dinero que se ha perdido y que se está perdiendo”.

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