Huelva

Una comunión en Huelva en plena pandemia

  • Desde la compra del traje, pasando por la propia celebración en la parroquia, y llegando al almuerzo familiar, la organización del evento es muy diferente

Momentos previos a una comunión en la iglesia de la Concepción.

Momentos previos a una comunión en la iglesia de la Concepción. / Josué Correa

El coronavirus lo ha cambiado todo. Los planes han sufrido una revolución que no le gusta a nadie, y muchos de ellos se han pospuesto o incluso han desaparecido. La incertidumbre de qué ocurrirá mañana es la tónica diaria desde el 14 de marzo de 2020. Los cambios en las restricciones, los detalles de cada medida o qué hacer si se despierta uno con fiebre son algunos de los aspectos que están a la orden del día. Y en este escenario, la planificación de eventos y celebraciones se mueve en una sociedad que hace malabares para llevar una vida lo más normalizada posible, aunque no se acerca al costumbrismo prepandémico. La covid lo ha cambiado todo, y si antes, por ejemplo, celebrar una comunión requería una planificación medianamente compleja, hoy en día es otra historia completamente diferente con un grado superior de dificultad.

Las comuniones se están celebrando. No de la manera que todos quisieran pero sí en el fondo católico y en el marco de compartir el momento, siempre con distancia de seguridad, con los seres queridos. Uno de los primeros pasos para la celebración de la comunión es la compra del propio traje. Explican a Huelva Información desde el establecimiento Sara Merino que la campaña de venta transcurre desde octubre a abril-mayo. Es decir, la campaña ha salido mala por la sencilla razón de que el cierre perimetral en los municipios no ha permitido a la gente de los pueblos viajar hasta la capital. Así, la campaña ha sido “peor que el año pasado porque entonces ya estaban vendidos” los trajes. Eso sí, los precios se han mantenido, señalan desde el céntrico establecimiento onubense.

La celebración religiosa también ha cambiado notablemente. El aforo a los templos ha sido el obstáculo para que muchos familiares no pudieran asistir al momento culmen de la eucaristía. En este escenario ha habido originalidad en algunos templos, que han llevado la celebración a móviles a través de la digitalización del momento en riguroso directo. Ya no hay en las misas tantos niños como antes. Ahora se dividen.

Por ejemplo, en Cristo Sacerdote hay dos turnos de 5 niños durante los sábados, con tiempo suficiente entre ambas celebraciones para desinfectar. El aforo máximo de la parroquia es de 47 personas, cuenta a este periódico el Padre Andrés, el párroco del templo. Por lo que hay una media de 8 familiares por niño dentro de la parroquia. Eso sí, hay que recalcar que Cristo Sacerdote es pequeño. Ante esta situación incluso “le he dado a las familias la oportunidad de celebrar la comunión” los domingos de junio en la misa de 12:30 haciendo “una celebración especial de manera que se concentren menos niños”. Y además en septiembre se guardará un fin de semana para celebrar más comuniones. “Por tener un poco de espacio temporal para la vacunación”.

Lo que cambia en la propia celebración es que los niños no hacen ofrendas, ni se dan la paz. “Tienen el menor movimiento posible”. Antes tomaban el pan y el vino, y ahora solo el pan y en la mano. Tampoco hay adornos especiales en la parroquia.

Una vez que termina la comunión, la celebración continúa con un almuerzo familiar, y en muchos de los casos hay un catering de por medio, quien el pasado año sufrió las restricciones de la pandemia, tanto que el sector “estaba bajo cero”, explica el presidente de la Asociación de Hostelería de Huelva, Antonio Ramón Macías. “Este año parece que están levantando un poco la cabeza y las expectativas son buenas”. La ampliación de la capacidad en los establecimientos es un punto a favor. Eso sí, “no es la panacea”, advierte. “Ahora con nivel 2 de alerta la capacidad es de 200 personas en interior y 300 en exterior”, explica el presidente de Bareca, Rafael Acevedo, quien suma que “este año hay movilidad”, que es otro punto a favor. La actividad, según apunta, ha crecido “en un 30%”. Las reivindicaciones del sector pasan por que el horario se amplíe, y ahora más que es cuando llega el calor.

Y dentro de estas celebraciones se encuentran otros de los grandes perjudicados por la pandemia: los que llevan el ocio a pequeños y mayores. “Contrataciones hay algunas pero sí es verdad que no es como otros años anteriores”, recalcan desde Crisana Animaciones. La empresa espera al año que viene a que “estemos casi todos vacunados y esté la gente con más confianza”. Ahora mismo la actividad ha descendido un 70%, señalan, y se preguntan a ver “qué es lo que va a pasar cuando terminen las comuniones”. Eso sí, mientras, en las contrataciones tienen las medidas de seguridad por bandera. Mascarillas, gel de manos, mantenimiento de la distancia y los niños con sus mascarillas. Lo más demandado son las propias animaciones y los magos. Lo que sí ha caído son los hinchables. “Vamos, fastidiados estamos” a lo que hay que sumar a la hora de trabajar ahora es otro mundo para ellos pero “nos adaptamos y ya está”, apuntan.

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