Respons(H)abilidades

La comunicación interpersonal en redes es incompleta

  • Menospreciar o no ser consciente de la información que se pierde en un mensaje de chat es una peligrosa forma de perderse los grandes beneficios de la comunicación telemática

La comunicación interpersonal ha cambiado. La instantaneidad de los chats en las redes sociales casi emula la conversación presencial entre dos personas, de hecho facilitan la comunicación más allá de las distancias y los cambios de huso horario, pero también la despojan de infinidad de matices. Nos perdemos todos los detalles del lenguaje no verbal, fundamentales para entender y hacer entender el mensaje, sobre todo en lo que se refiere a la parte emocional. Esta sustancial carencia de la comunicación escrita en redes no siempre la tenemos en cuenta ni cuando escribimos, ni cuando leemos, si no, hay cosas que no diríamos por WhatsApp.

En un chat sólo vemos una imagen estática de la persona con la que nos comunicamos, la conozcamos o no. Eso si tiene imagen de perfil. Y lo mismo ofrecemos, como mucho, nosotros. Así que nos volcamos en la palabra escrita. Los más expresivos inundan sus frases de emoticonos, intentando transmitir un mínimo porcentaje del estado de ánimo con el que dicen/escriben las cosas. Casi todos transgredimos las normas gramaticales y sintácticas para expresarnos más allá de la semántica misma del lenguaje: nos inventamos palabras, repetimos consonantes, alargamos vocales, usamos en exceso las exclamaciones…

Sea como sea que intentemos suplir la carencia emocional de la comunicación en las redes, se produce toda una revolución comunicacional en la que, como siempre, existen víctimas colaterales, como son el uso adecuado de los signos de puntuación, la hache, y la uve o la be, entre otras. Pero eso es otro cantar que bien merecerá otra reflexión compartida otro día.

Lenguaje verbal y lenguaje no verbal

Todos nos comunicamos con dos tipos de lenguajes: el verbal y el no verbal. Esto es obvio y ampliamente conocido. Y dentro del no verbal, que es el que perdemos en la comunicación telemática escrita, están el lenguaje paraverbal -timbre, proyección, volumen e inflexiones de nuestra voz cuando hablamos-, que emite el estado emocional de la persona; y el corporal -macrogestos o posturas y movimientos de nuestras extremidades sobre todo, y microgestos, que se circunscriben al rostro-, y que dan mucha más información sobre nuestro mundo interior que nuestras palabras.

Según el conocido y discutido antropólogo, psicólogo y profesor Albert Mehrabian, las personas interpretamos el mensaje que nos dan los demás según lo que nos transmite con su lenguaje paraverbal en un 38% y su corporal en un 55%. Esto suma un 93% frente a un exiguo 7% del mensaje que nos llega por el contenido verbal. Son las conclusiones de un estudio empírico que llevó a cabo en los años 70 y que aún hoy sigue mereciendo la atención de quienes la defienden y quienes la ponen en duda.

Todas las críticas llegan porque no siempre se cumple así. De hecho, cuanta menos implicación personal o emocional haya en el mensaje (presentaciones profesionales entrenadas, avisos asépticos, mensajes no personales), más pesó ganará la parte verbal de la comunicación. Sí, estoy de acuerdo, sobre todo si tienen su mundo emocional interno bien gestionado. Porque es indiscutible que cuando ese mundo emocional se siente implicado sea por lo que sea, nuestro tono de voz se ve alterado y nuestro cuerpo emite señales de las que no somos conscientes. ¿Y entonces? ¿A qué atienden más ustedes? ¿A esas señales que interpretamos también de forma inconsciente o a lo que la persona dice realmente?

Llevado esto a un ejemplo práctico, imaginen que una persona les dice con su lenguaje verbal que está tranquila, pero su lenguaje paraverbal es con voz entrecortada, le notan la boca seca y en el lenguaje corporal mueve mecánicamente sus manos quizás demasiado rápido, ¿a qué parte del mensaje atienden ustedes más? ¿Y si se lo escriben en un chat?

Según la teoría de Mehrabian, en un chat tipo Telegram, Messenger, WhatsApp, etc., nos estamos perdiendo el 93% del mensaje. Y entonces, ¿qué hacemos? Pues muchas veces nos lo inventamos, y leemos con la entonación que le daríamos nosotros por nuestro estado de ánimo en ese momento, y por tanto interpretamos según nuestras propias emociones, que seguro que no tienen mucho que ver con las emociones de quien lo escribió.

El canal también comunica

Los que han estudiado Comunicación como yo, sea cual sea el plan de estudios con el que lo hicieron, vieron enredarse hasta el infinito ese esquema básico que empezamos a aprender en el cole: emisor, canal, mensaje y receptor. Pues en lo que respecta a la comunicación telemática instantánea hemos vuelto a la simpleza de primaria: el emisor envía un mensaje, el receptor lo lee y lo interpreta, y el canal, que ha tomado vida, lo mismo le aporta su granito de arena cambiando el orden de los mensajes, retardando el envío o simplemente llegando en un mal momento. Todo influye en la decodificación.

Pero lo que más influye creo yo es la tendencia humana a completar los huecos, aunque sea inventándolos, y en los canales telemáticos los huecos a veces son abismos. Imaginen esas relaciones sentimentales que se fraguan al calor de un chat. ¡Menos mal las webcam y los audios!

Por todo esto, una valiosísima habilidad comunicacional, de esas que son responsHabilidades, es saber discernir como receptor que no todo lo que leo tiene las implicaciones emocionales que yo le doy ni puedo interpretarlo sin dejar lugar a la duda. Pero sobre todo, como emisor, la principal habilidad es saber elegir cuándo el estado emocional que emite mi lenguaje paraverbal es fundamental para que la otra persona reciba el mensaje que quiero transmitir. Así, seguro que alguna que otra vez optamos por enviar un WhatsApp con una pregunta: ¿puedes hablar?

La comunicación en redes es incompleta pero, paradojas de la vida, extraordinariamente emocionante. Tan sólo hay que en cuenta lo incompleta que es.

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