Una cómoda Historia Menuda: La silla (y II)

Historia menuda

La silla ha sido un elemento esencial en bares, tabernas y zampuzos l A partir de los años 30 el cine fue ganando adeptos y los cinéfilos se sentaban cómodamente en sus sillas tras haber abonado la entrada

1. Reclinatorio en fase de reparación de su asiento.  2. Manolo Horta en plena fase de reparación de un asiento... 3. Sillas monacales (Monasterio Santa María de la Rábida). Años 20. 4. Lujosas sillas cuyos asientos han sido reparados en Casa Horta.
1. Reclinatorio en fase de reparación de su asiento. 2. Manolo Horta en plena fase de reparación de un asiento... 3. Sillas monacales (Monasterio Santa María de la Rábida). Años 20. 4. Lujosas sillas cuyos asientos han sido reparados en Casa Horta.

POR cierto, que hasta la llegada a nuestra ciudad de los payasos Fofó, Milito, Fofito y Milikito, todos los payasos utilizaban las estrepitosas sillas en sus actuaciones. Extraigamos de la Gran Enciclopedia de Huelva de Antonio José Martínez Navarro los siguientes renglones:

"… El éxito de estos payasos, estimamos, es que dejaron en el rincón del olvido la pintura en el rostro, esto es, adaptaron los personajes que encarnaban a cara limpia. Llevaban razón, el payaso de cara pintada no ha sido nunca apropiado para el niño; puede gustarle, pero sólo de lejos. No se animan a darles un beso porque no les agrada un rostro entre "nebulosas", irreal. Ellos, despojaron a sus personajes de todo tipo de violencia y en lo posible evitaron los golpes de garrotazos, puntapiés, caídas de sillas, etc. Crearon un trabajo de conjunto, supieron confeccionar simpáticas canciones que las adaptaron a situaciones cómicas. Además, de cada una de estas situaciones se desprendía una moraleja, una enseñanza. Pero, en fin, vayamos sin más dilación a ver las relaciones de nuestra ciudad con Los payasos de la Tele…".

Sillas se podían ver en toda clase de bares, tabernas y zampuzos, tales como los aristocráticos bares La Cita, España, América y las tabernas clásicas huelvanas como Casa Tacones, Casa Macareno, Bar Zeppelín, Bar Andévalo, La Angarilla… o en todas las heladerías como La Española.

En los centros de recreo se formaban las tertulias utilizando cómodas sillas y no eran pocos los cines que en lugar de butacas utilizaban sillas. Así, en el diario La Provincia podemos leer:

"… En la mañana del día 1 de febrero de 1935 el Cinema Park sufrió un incendio que parecía había acabado con el recinto. Al final, se quemó el toldo, numerosas sillas, el armazón completo del escenario y el mobiliario del mismo, los decorados, la instalación eléctrica y la valla…".

Las sillas eran elementos esenciales en campos de fútbol que no tenían instaladas gradas como los del Titán, el Mora Claros, rectángulo de juego que pertenecía al equipo del Libertad F. C…

En 1945 se crea la Unión de Cofradías. Sus primeros tiempos de existencia eran muy precarios en la parcela económica. Así, se instala una Tómbola en las Fiestas Colombinas. Pues bien, las ganancias obtenidas en la citada Tómbola alcanzó la cantidad de 22.000 pesetas -unos 144 euros actuales, pero una cantidad respetable en aquella fecha-. Con este capital se adquirieron las sillas que más tarde, Semana Mayor de 1946, se pusieron en la Carrera Oficial.

Las sillas se hacían inevitables en el Estadio Municipal, cuando se celebraban en éste los célebres Festivales de España. A tal efecto, se instalaba un soberbio escenario que daba cara al fondo Sur de manera que las localidades de sillas aparecían situadas en la zona de albero, pista de atletismo, siendo destinada la grada Sur para la entrada popular. Con estas ubicaciones quedaba descartada la posibilidad de perjudicar el terreno de juego. Traigamos como ejemplo la actuación, el día 8 de julio de 1975, en el citado recinto deportivo de María Dolores Pradera. Entre otras cosas, se decía:

"En el marco de Festivales de España en Huelva, María Dolores Pradera cantó el pasado martes, como pocas veces la hemos oído cantar; diríamos que como nunca. Evidentemente estaba a gusto ella, y lo estábamos todos. Por lo tanto, acabado el recital, los aplausos siguieron, obligándola a salir y a cantar hasta tres veces, fuera ya de programa. Y se fue de escena escuchando aplausos, y gritos, y ¡bravo! cuando ni el tiempo, ni el relente, ni la hora, ni siquiera la incomodidad de las sillas, eran capaces de romper el hechizo de un momento incomparable…".

A partir de los años treinta el hechizo del Cine fue ganando adeptos. Los cinéfilos se sentaban cómodamente en sus sillas tras haber dejado en la taquilla el importe de la entrada

¡Caramelos!, gritaba sin cesar el vendedor en el interior del Cine, a fin de que los escasos niños a los que les sobraba algún céntimo pudiesen adquirirlos. Y las mandíbulas de estos pequeños no cesaban en su actividad, mientras se sorprendían con la aventura que admiraban.

Las sillas toman su importancia en las regias comidas de egregios personajes o en las sencillas comidas familiares celebrando alguna onomástica, cumpleaños o cualquier acontecimiento navideños o de otra índole.

La utilidad de las sillas nos haría escribir muchas páginas de esta Historia Menuda. Así, añadamos que actualmente hay muy pocas novedades en cuanto a la variedad de formas. Los materiales si que han cambiado: la madera ha desaparecido casi por completo y las que aún perduran siempre recuerdan formas clásicas ya pasadas.

¡Ah! y es una gozada visitar cualquiera de nuestras Peñas flamencas en las que encontraremos sillas pintadas, al estilo andaluz, con bonitos colores.

Sillas de anea. Estas sillas, importantes en el mobiliario de la época en que el título de villa se enseñoreaba de Huelva (y aún en gran parte del siglo veinte) eran confeccionadas por los propios usuarios y sus asientos estaban fabricados de tomiza o cuerda de esparto y de palma silvestre. El resultado era el mismo.

Pero, veamos cómo se fabricaba una silla de anea: Primeramente se localizaban los palos (perfectamente cortados con las mismas medidas): después se labraba o torneaba artesanalmente y se iban entrelazando las cuerdas hasta quedar rematada la silla.

A través del Boletín Oficial de la Provincia de Huelva, número 205, fechado el viernes 5 de abril de 1844, podemos observar que en la calle Palacio, regentada por José Jiménez, hubo una fábrica de sillas de todas las clases:

"Se ha establecido una fábrica de sillas de todas clases y fines, al uso de Sevilla, en la calle de Palacio de esta capital".

Las sillas de anea se podían fabricar de dos clases: altas y bajas. Las primeras, tenían la ventaja de que sus bordes se hallaran ligeramente inclinados hacia abajo para que no se lastimaran las pantorrillas y porque las patas tenían o tienen unos travesaños donde se descansaban los pies, de vez en cuando, quedando las rodillas en un plano superior y, por lo tanto, aliviaba la circulación de la sangre. Las segundas, tenían un uso más difundido. Se utilizaban incluso para sentarse a comer, ya que las mesas eran bajas. Las suaves concavidades de las mismas, permitían que las asentaderas permaneciesen cómodas que son como hay que sentarse y no con las pantorrillas, que quedaban libres al tenerse las rodillas altas y los pies descansando en el suelo. La circulación de la sangre quedaba también libre.

En la historia de nuestra ciudad, hay que señalar dos profesionales dedicados a la construcción, de forma artesana, o reparación de las sillas de anea. Así, el excelente cantaor Manuel García Vázquez llevaba el remoquete de El sillero, remoquete que sería por su relación con la reparación o composición de sillas.

Francisco Ruiz Pérez, nacido en 1945 en Lucena del Puerto y vecino de Huelva desde muy joven, durante años se dedicó (y posiblemente aún se dedique) a la reparación de sillas de anea. Su improvisado taller lo instalaba en plena calle Sanlúcar de Guadiana. Ni que decir tiene que su casa era un almacén de los materiales que él precisaba para ejecutar las reparaciones.

No estaría completa este trabajo de investigación, si no mencionáramos a una saga de hábiles artesanos que llevan laborando en nuestra ciudad casi tres cuartos de siglo: la de los Horta, a la que en un futuro próximo le dedicaremos una Historia Menuda. A lo largo de ese dilatado período, en la calle Gravina, que es donde se ubican la Exposición de Horta Mimbres y su taller, han sido numerosísimos los asientos de sillas, sillones y reclinatorios que han reparado adquiriendo éstos su calidad y belleza originales.

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