“Es una locura depender del gas. Cuanto antes salgamos, mejor”. Las declaraciones del consejero delegado de Enel, Francesco Starace defendían el giro estratégico dado por el grupo, matriz de la española Endesa, de abandonar el negocio del gas natural licuado. “En dos décadas, va a haber muy pocos europeos que seguirán utilizando el gas, ya que se habrán pasado a la electricidad. No hay ninguna prisa, nosotros seguiremos dándole gas hasta que entiendan que es mejor pasar a la electricidad, pero será un cambio paulatino”.

Con estas manifestaciones, se completaban las intenciones de Endesa por poner en marcha una hoja de ruta que pasa por la descarbonización completa de todo su proceso de producción de electricidad en menos de dos décadas, la primera de las grandes empresas en anunciarlo. En el año 2040 toda la energía eléctrica vendida por la compañía procederá de fuentes renovables.

La empresa tiene ciclos combinados en San Roque, Bésos en Barcelona, As Pontes en A Coruña, Portugal y en la capital onubense que, con una producción de 398 megavatios es la menor de la compañía en todo el país. La empresa, que ha descartado las inversiones en eólica marina, está a la espera de los resultados que se logren en el hidrógeno verde para comprobar su es competitiva esa tecnología. El canto del cisne de la central Cristóbal Colón, tiene fecha.

La planta de ciclo combinado fue levantada en 1961 y el grupo IV de ciclo combinado entró en explotación en noviembre de 2006. Ya en el año 2019, Endesa había procedido a la demolición de los otros tres grupos térmicos que aquel año fueron reemplazados por los del ciclo combinado que ahora cuentan los años para su abandono definitivo.

Obras en el solar en el que se asentaron los tres ciclos sustituidos por el combinado.

Las obras de la central comenzaron en el año 1959 con un presupuesto de 2 millones de pesetas. Tras la conclusión de las obras para las que se edificaron hasta 64 viviendas en la avenida Muñoz de Vargas para acoger a los trabajadores, se compró mediante un crédito de 9,4 millones de dólares, la instalación del primer turbogenerador del grupo. La central aportó hasta 6,2 millones de megavatios por hora.

El principal de sus objetivos era la producción de energía eléctrica para abastecer la incipiente demanda del sector industrial que por entonces se instalaba en el Polo Químico onubense. El primero de sus grupos fue conectado, de una capacidad de 68 megavatios, fue conectado a la red eléctrica el 30 de agosto de 1961. Poco después comenzaron las obras para la ampliación de la central a un segundo grupo, de 148 megavatios y que entró en servicio el 27 de diciembre de 1963. Con esta nueva capacidad, llegó a ser la segunda central eléctrica más importante de todo el país y la primera de la comunidad autónoma.

Las primeras paredes de los edificios se comenzaron a ver en 1959.

En 1996 se cambió su alimentación al gas natural y en 2004 se iniciaron las obras del ciclo combinado ya que se consideraban más eficientes desde el punto de vista energético. El gas natural posibilitó que este nuevo grupo utilizara el combustible para eliminar las emisiones de dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno. Comenzaron las obras para la sustitución de esos tres grupos por uno de ciclo combinado. En concreto, las fechas de desconexión fueron 2001, 2005 y 2006. Después de su derribo, ahora le tocará transformarse al que vino a sustituirle, una buena prueba de la profundidad de los cambios en el sector energético.