"Tuvimos que clavar muchos palos de eucaliptos para hacer los astilleros"

Antonio Moreda · Presidente de Astilleros de Huelva

Francisco Díaz Martínez vio en Huelva la oportunidad de construir unos astilleros, primero fueron los varaderos y tuvo que esperar a la ley del Polo de Promoción Industrial

"Tuvimos que clavar muchos palos de eucaliptos para hacer los astilleros"
"Tuvimos que clavar muchos palos de eucaliptos para hacer los astilleros"
Eduardo J. Sugrañes

16 de noviembre 2008 - 01:00

A Francisco Díaz Martínez le costó mucho tiempo y esfuerzos que Astilleros de Huelva fuera una realidad, pero estaba cargado de ilusiones y ganas de trabajar lo que fue la garantía del éxito, así lo recuerda Antonio Moreda Novo, su yerno, hoy presidente de Astilleros de Huelva, una empresa que lleva conjuntamente con Rafael Gómez Naranjo, su vicepresidente.

Las historia es, sin duda alguna, apasionante en la que se muestran los esfuerzos de dos familias con un objetivo común: la construcción de barcos. Una historia que comienza en los años cincuenta, cuando Francisco Díaz Martínez, propietario de Astilleros Gondán, en el puerto de Figueras, en Castropol, Asturias, conoce en Madrid en el hotel Goya a un empresario onubense, Antonio Domínguez Roldán, conocido por 'El rey del manganeso', quien le descubre Huelva, su ría, su clima y lo más importante, las muchas horas diarias de luz con tiempo benigno propicio para la construcción naval, lo que le abre los ojos hacia nuestra ciudad y es que en Figueras, donde realizaba buques de cabotaje, de 160 a 420 toneladas de carga, todos con cascos de madera tenía que luchar en sus astilleros con los temporales que le hacía perder numerosas horas de trabajo.

Ilusionado vino de inmediato a Huelva y pudo comprobar en un mes de mayo que lo que le había dicho Domínguez Roldán era una realidad, que desde las siete de la mañana a las diez de la noche había luz diurna para poder trabajar en la que era su afición, dedicación y que componía el ser de su vida: construir barcos, como el decía. Aquí empezó su periplo de lucha durante ocho largos años para conseguir la meta de su gran deseo: construir un astillero de hierro dentro de la Ría de Huelva.

Francisco Díaz vislumbró que el Puerto de Huelva era la entrada Sur, por mar, al continente europeo, al estrecho de Gibraltar, al Mediterráneo y, además, la flota pesquera tan sobradamente abundante por toda la costa onubense y la de Cádiz, por el Este, y Villareal de Santo Antonio, por el Oeste, que serían clientes potenciales de estos varaderos y gradas de construcción. Con su tesón y constancia inquebrantable presentó, en 1958, ante la Autoridad Portuaria, su primer proyecto de construcción de un astillero dentro de la Ría de Huelva, pensando enclavarlo en la margen izquierda del Odiel, en el lateral norte del monumento a Colón. Antonio Moreda recuerda que a ese proyecto se opusieron las fuerzas vivas de la ciudad, considerando que la flota pesquera de Huelva era suficiente atendida por los dos carros de varadero enclavados en la Isla de Bacuta, añadiendo también que iba a producir malos olores. A un segundo proyecto ubicando el astillero en la zona Sur de este monumento, fue rechazado también alegando que era la zona de solaz y recreo de la población y así sucesivamente, año tras años, hasta llegar a ocho en los que siempre se justificaba de forma pueril la disconformidad al proyecto de creación de un astillero en la Ría de Huelva. Hasta que, por fin, llega el año 1965 y se dicta la Ley de Protección y Promoción de la Industria Pesquera designando como lugar apropiado para la instalación de este tipo de industrias auxiliares de la navegación y la pesca, la zona Norte aguas arriba, posteriores al muelle de Levante y al cargadero Norte, existentes en aquella fecha hoy demolido. A vista de esto Francisco Díaz pregunta al presidente del Puerto, Juan Gonzalo y Vara, que cuándo podía empezar, le contestó que los trámites podían tardar hasta seis meses, contrariado por ello le dijo que bueno, que después de tanto esperar podía comenzar cuando quisiera. Esta situación 'permisiva' por parte de la Autoridad Portuaria, confirma las buenas noticias que ante la falta de proposición de los hasta ahora "enemigos" del proyecto todo se vería además fortalecido por las directrices del Gobierno sobre la creación del Polo de Promoción Industrial, que les facilita su colaborador y abogado Benito Romero Llorca.

Con esta 'autorización' del Puerto ese mismo día, después de comer en el antiguo restaurante Telefónica, Francisco Díaz quería ir de inmediato a contratar gente a Gibraleón, donde quedarían libres muchos trabajadores al concluirse la presa del Sancho que hacía la empresa Celulosas de Huelva. A las seis de la tarde ya estaban allí y esperan a que a las nueve de la noche llegaran del tajo. Una hora después ya tenían apalabrados a un capataz y 18 peones, al día siguiente estaban allí en la Glorieta Norte para acceder al vacie donde habría que asentar el terreno para construir los varaderos. Antonio Moreda recuerda que todo aquel solar era un fangar, se tuvieron que clavar cientos de palos de eucaliptos para poder asentar el terreno y levantar los astilleros, se trabajaba a pico y pala.

En enero de 1965 ya estaba constituida la empresa Varaderos del Río Odiel, SA integrado por Francisco Díaz Martínez, su hijo Francisco Díaz Madarro; su yerno, Antonio Moreda Novo; y su colaborador en Huelva, Benito Romero Llorca. En el mes de diciembre de ese mismo año ya tenían dos carros de varada, en aquellas navidades se subían barcos de 25 a 35 metros de eslora.

Pero el proyecto en mente de Francisco Díaz estaba en unos astilleros para construir en hierro y para eso sólo era posible comprar alguno de los existentes, porque no había nuevas autorizaciones. Tras repetidas gestiones con los Astilleros Neptuno en la zona del Grao, de Valencia, a los que se les adquiere el 50% de su accionariado. Esto permitiría más tarde cerrar aquel astilleros y trasladar su permiso de construcción al de Huelva.

Por otro lado, y también dentro de la Ría de Huelva, existía otra empresa que también proyectaba la construcción de unos astilleros. Una empresa familiar que tenía un taller mecánico de reparación de buques, Talleres Gómez, fundada en 1948, que con el tiempo y ya bajo la dirección de Rafael Gómez Naranjo va aumentando de tamaño por la absorciones de otros dos talleres mecánicos, Talleres R. Conde SA y Talleres Santos S.L., por lo que en julio de 1965 se procede a la constitución de la Sociedad Talleres y Varaderos, SA, Tavasa, que inicia su actividad como talleres de reparaciones. Consciente la Dirección General de Industrias Navales que tanto Varaderos del Río Odiel como Tavasa, que no contaba con varadero, proyectaban una factoría naval, insta a unir esfuerzos en una sola factoría. Así que en 1971 se unen ambas empresas, Tavasa compraría el otro 50% a Astilleros Neptuno; la familia Moreda había comprado el 50% de Tavasa. Con la unión de ambas empresas nace ahora Astilleros de Huelva, S.A. La ilusión se había hecho realidad.

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