Cine bajo las estrellas de Urbasur: una tradición que regresa con cintas antiguas y mucha magia

Las noches de cine al aire libre organizadas por el periodista deportivo Benito Castellanos vuelven a iluminarse en Islantilla después de varios años apagadas

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La magia del cine vuelve a inundar las noches de verano de Urbasur tres décadas después.
La magia del cine vuelve a inundar las noches de verano de Urbasur tres décadas después. / M.G.
Lourdes Barba

28 de julio 2025 - 04:33

En la urbanización costera de Urbasur, donde hace tres décadas las noches de verano tenían como protagonistas especiales a un proyector antiguo y una pared blanca, hay tradiciones que nunca terminan. Benito Castellanos, un vecino de 75 años con pasión por el cine y muchas ganas de compartir con el resto las películas que él mismo compraba en Sevilla, vuelve a dar vida a una tradición que nació cuando lo que conocemos hoy en día como Islantilla, lleno de urbanizaciones, bares y vida, aún no existía.

Hace 30 años, cuando las noches de verano no estaban dominadas por las pantallas táctiles, Castellanos cogió una cinta de película de 8 milímetros de ancho y un par de tumbonas de playa, y transformó su parcela en una sala de cine improvisada para los más pequeños del vecindario. Allí, entre risas, curiosidad y mucha ilusión, pasaban sus hijos y los amigos de la urbanización las cálidas y largas noches de verano, mientras él les proyectaba películas clásicas de Pili y Mili, Marisol y Joselito, entre otras de la época. "Los padres se iban a dar un paseo por la zona, los dejaban aquí y yo les ponía películas para entretenerlos", relata Benito mientras viaja entre los recuerdos que se almacenan por cada rincón de su mente, "Lo convertimos en una empresa ficticia, en la que cada uno de ellos tenía un puesto distinto: uno se encargaba de la contabilidad, otro vendía golosinas, otro llevaba al público hacía sus asientos... Y así, con lo que recaudábamos, alquilábamos más películas".

El mágico proyector se encendió para los más pequeños de la urbanización por primera vez en 1995, y una década después, en 2005, la luz de sus cintas se apagó debido al paso de los años. Durante varios veranos, esas proyecciones fueron convirtiéndose en un ritual que los infantes esperaban con ansias. Las sillas plegables aparecían una hora antes, en la pared blanca una luz comenzaba a parpadear y los niños se sentaban en primera fila, con los pies llenos de arena, esperando un día más a que la magia del cine inundara la parcela. Cada semana, Benito viajaba a Sevilla para conseguir una película nueva en un videoclub que llevaba un antiguo amigo, hasta que cerró el local. "Me ofreció todas las películas que tenía en venta, pero los niños iban creciendo y pensé que no le quedarían muchos más años a ese pequeño cine improvisado al aire libre. Ahora me pesa no habérselas comprado", expresa.

Pero el tiempo pasó y los niños crecieron. Muchos de ellos se fueron y Benito Castellanos guardó su proyector, convencido de que ya había cumplido su ciclo. Hasta ahora, 30 años después, que impulsado por los recuerdos y la nostalgia de aquellos años, ha decidido revivir esa tradición, pero esta vez para los hijos de quienes en su día fueron los primeros espectadores. Y así, la pared blanca de la parcela de Benito, durante la noche del pasado viernes, volvió a convertirse en el cine de verano al aire libre que marcó la infancia de los que un día también fueron los más pequeños del vecindario.

En esta nueva etapa, las cintas de súper 8 milímetros proyectaron dos clásicos del cine europeo: "Pipi viaja en un barril" (1973) y "Charlot dependiente" (1956). Son dos cortometrajes que "duran entre 10 y 15 minutos", explica Castellanos. La primera es una película infantil escandinava, sonora y en color, mientras que la segunda es cine mudo, en blanco y negro e interpretada por Charles Chaplin.

Desde hace un tiempo, Benito viaja cada jueves hasta Sevilla para recopilar algunas de las maravillas del cine que se esconden entre los puestos del mercadillo histórico "El Jueves", ubicado en la calle Feria. Allí, encontró los dos cortos que se proyectaron en la pared blanca que hizo durante muchos años de pantalla. A la sesión que tuvo lugar el pasado viernes a las 21:30, asistieron 17 personas en total, quienes tuvieron la suerte de compartir una noche de verano como las de antaño, a la luz del proyector que iluminó esa pared durante diez años y bajo las estrellas del cielo de Islantilla. "Eran siete padres y diez niños de entre 5 y 10 años de edad", relata el organizador, quien asegura que si sale bien, abrirá de nuevo las puertas de su parcela próximamente.

La ilusión de Castellanos por retomar esta antigua y bonita tradición le ha llevado a soñar durante todos estos días con una segunda sesión. "El Concertista" (1962), un cortometraje mudo, en blanco y negro y con Tom y Jerry como protagonistas; "Walt Disney dibujante" (1959), también muda y en blanco y negro; y "Jaimito aspira a yerno" (1954), una película sonora y en blanco y negro, son algunas de las joyas del cine que ya tiene preparadas para proyectar este verano en su querida e improvisada pantalla al aire libre.

En tiempos en los que el entretenimiento es algo instantáneo y a menudo logrado a través de una pequeña pantalla de móvil, Benito y su proyector nos recuerdan que a veces simplemente basta una pared, buena compañía y mucha imaginación para teletransportarse hasta las butacas de los mejores cines del planeta.

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