Un catedrático de Literatura, pregonero en la universidad del toreo de Huelva
El valenciano une a su trabajo en la Complutense de Madrid, su pasión por la fiesta de los toros
Más de una vez ha dicho Andrés Amorós que echa de menos la lidia completa. Que su comprensión de la lidia pasa por un concepto donde aprendices y maestros deben respetar su papel en la plaza y en la vida.
Reconoce, en una entrevista con Sánchez Dragó, que "Posiblemente si Jesulín de Ubrique, Enrique Ponce y cualquier matador de hoy hubiesen estado acompañados por un gran veterano que les explicara esas cosas de la profesión, hubieran llegado mucho más lejos".
Responde este valenciano, que ayer pregonó las Colombinas de Huelva, a la propia denominación de aficionado de a pie desde los comienzos en los que su padre se instrumentara como promotor de una afición que determinaría mucho la cercanía a Luis Miguel Dominguín, amigo cercano en la casa . "Soy un aficionado de a pie que he ido a los toros durante muchísimos años sin haber leído a Lorca y sin ánimo de escribir nada."
Ánimo, que desde luego se convirtió con el paso del tiempo en la concreción de varios libros taurinos como ese acercamiento a la tauromaquia de Marcial Lalanda o el último de ellos reflejo de la figura de Luis Miguel Dominguín. Entre todos ellos está por supuesto la relación de este catedrático de la Complutense en torno al mundo del teatro, la música y en una alta proporción con el mundo de las letras al que por dedicación pertenece este catedrático de Literatura Española, algo que se deja traslucir en su 'buen' escribir de toros, cuando lo hace.
No cabe duda de que Andrés Amorós, sin ser nostálgico se mueve en la idea de que el toreo debe de emocionar y para ello es fundamental de que junto al torero también haya un toro con poder. "Hay muchas corridas que están bien, donde cortan orejas y la gente sale contenta, pero no transmiten esa emoción que para mí es un elemento fundamental de la fiesta. No quiero tampoco el circo romano ni ser un bárbaro salvaje, pero el toreo no es un ballet. Es crear belleza pero sobre la base de un astado fiero, complicado, difícil, poderoso… Cuando un espectador de hoy juzga que un toro puede torearlo incluso él, ahí vemos el final de la fiesta".
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