El casino que le faltó a Mr. Morgan

La Casa del guarda necesitó de una cuidada restauración para convertirse en cafetería. Se siguieron criterios de respetar en todo momento el diseño original de los años veinte

La Casa del guarda se ha convertido en un oasis, con una restauración especialmente respetuosa con el diseño original.
La Casa del guarda se ha convertido en un oasis, con una restauración especialmente respetuosa con el diseño original.

EN 1928 el Barrio Obrero Reina Victoria (Eugenia) debía estar concluido. Un proyecto iniciado en 1916 en el que la Riotinto Company Limited encarga inicialmente a Pérez Carasa y Aguado adquiriendo al final la impronta más destacada de Morgan, responsable de construcciones de la compañía. El británico recibió, en el mes de julio de aquel año, el encargo de un casino, tan del gusto inglés, para el barrio. Un edificio simétrico con cuatro grandes marquesinas de madera, una a cada fachada, con cubierta de teja plana. Se proyectó con un gran salón rectangular en el centro y las esquinas cuatro dependencias menores para oficinas, guarda, bar y aseos, biblioteca y pequeño estar para señoras. Morgan remataba el frontón con la fecha de 1929, al final no se construyó (Miguel González Vílchez).

Hoy aquel casino lo sustituye, de alguna forma, la Casa del guarda, recientemente convertida en cafetería, en ese tránsito entre la ciudad ruidosa y la tranquilidad del barrio, en esta entrada dignificada con el paseo de la Virgen de la Victoria.

La Casa del guarda es el último edificio restaurado, bueno o quizás el único a vista de los resultados en el conjunto de viviendas; sólo le sobra la antena, mejor tele por cable. Hoy se convierte en referencia ante el deterioro alarmante que vienen sufriendo las casas, para las que nada sirvió la declaración de Bien de Interés Cultural. No se sabe si esto marcará un antes y un después por tantas barbaridades que se están cometiendo, desde cuestiones que van de la eliminación de trozos de barandas hasta casas reconstruidas completamente.

El interés por estas casas es patente en 1977, cuando se ve el peligro que puede correr el diseño original de las viviendas, y queda incoado expediente como conjunto histórico-artístico (BOE, del 3 de junio). En 1980 es el Colegio Oficial de Arquitectos el que insiste. No sirvió de mucho la declaración, la misma Junta de Andalucía en los folletos del barrio lo indica: "No obstante, una serie de actuaciones individuales han puesto en peligro su configuración estética, aunque desde el 25 de junio de 2002 está declarado como tal".

Ni Ayuntamiento ni Junta de Andalucía han sabido darle una solución, o quizás no han querido. La presión del barrio ha sido muy superior a los criterios técnicos. Los políticos en el consistorio, tanto del PSOE, primero, como actualmente del PP, han estado mirando para otro lado mientras el barrio se deteriora. Cierto que las viviendas pueden padecer carencias a la hora de la habitabilidad, pero la propuesta de la Junta de Andalucía de permitir el vaciado interior para ganar una buhardilla sólo está consiguiendo eliminar elementos que siempre le caracterizaron.

No se resuelven ni las más mínimas cuestiones que en cualquier comunidad de vecinos se marcan. Aquí cada uno pone el toldo a gusto y que desea, las vayas aparecen superadas a criterio de cada vecinos, hay setos que las tapan, en otros son rejas... A esto hay que apuntar las nuevas marquesinas que ahogan a las propias viviendas, sin olvidar los añadidos que, lejos de haber consolidado sólo los que existían, se permiten nuevos que son bunker.

Si hablamos de los coches la situación es terrible, no sólo se permite derribar las vallas para que accedan dentro sino que el barrio está completamente asfixiado. El peatón debe tener aquí una consideración especial, al menos en sus calles interiores. La fórmula puede estar como en otras barriadas, donde un aparcamiento subterráneo lo solucionó todo, ahí está la plaza interior que podía albergarlo.

Los políticos vienen mirando para otro lado sin hacer propuestas de interés que garantice el futuro estético de las casas. El Barrio Obrero es lo que es, una urbanización de los años veinte de Huelva y ahora la quieren convertir en chalets de Bellavista.

No se entiende las exigencias ante otros BIC y aquí todo se pase por alto. La catalogación de BIC no solo exige a los vecinos sino que compromete a la Junta a su cuidado y vigilancia de lo que se haga, lo mismo que al Ayuntamiento que lo tiene en su catálogo de interés local en el PGOU.

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