No cansarse para vencer la paz

Francisco dijo en la canonización que hay que mantener los brazos levantados.

Fachada del Vaticano con los siete tapices de las imágenes de los nuevos santos.
Fachada del Vaticano con los siete tapices de las imágenes de los nuevos santos.
Eduardo J. Sugrañes

17 de octubre 2016 - 01:00

"Un bu. Eso viene a ser para no pocos cristianos la santidad (...). Pero si esos cristianos miedosos se fijaran bien en que ser santo no es esa vida tan desdichada que se fingen, sino que es sencillamente una suma de minutos empleados en hacer la voluntad de Dios Nuestro Señor, yo estoy seguro de que se desvanecería el y ellos tendrían ganas de ser santos". Estas palabras las escribía Manuel González García en Huelva, en su libro Granitos de sal... (1913) Seguro que en aquel momento no tendría ni idea de que llegaría a formar parte de la lista de los santos, aunque hacía ver que la santidad es algo a lo que deben aspirar todos como modo de vida.

Ni tampoco podría pensar que en la homilía de su canonización el papa Francisco hablara de la oración e interpelara a no cansarse en la misión encomendada. Lo mismo que el bueno del arcipreste le pedía a la Virgen de la Cinta, en la misma época de aquella reflexión sobre ser santo, en 1909: "¡Madre querida, Virgen de la Cinta! ¡Que no nos cansemos!". Una oración que la Hermandad de la Cinta recuperaba en el último día de la novena con el texto completo y que se ha podido rezar en el santuario de donde él fue su capellán.

El papa Francisco situaba al inicio de su homilía la oración colecta: "Crea en nosotros un corazón generoso y fiel, para que te sirvamos siempre con fidelidad y pureza de espíritu". Reconoció que "nosotros solos no somos capaces de alcanzar un corazón así", sino que para ello se necesita de la oración, como la tuvieron los santos que se canonizaban. "Ellos han alcanzado la meta, han adquirido un corazón generoso y fiel, gracias a la oración: han orado con todas las fuerzas, han luchado y han vencido".

Recordó a Moisés en el episodio de la batalla contra Amalec. De pie, en la cima del monte con los brazos levantados; pero, en ocasiones, dejaba caer los brazos por el peso y entones el pueblo iba mal. Es cuando Aarón y Jur hicieron sentar a Moisés en una piedra y mantenían sus brazos levantados, hasta la victoria final. Un estilo de vida, dijo Francisco, "no para vencer la guerra, sino para vencer la paz".

En este episodio de Moisés, Francisco habla del compromiso de la oración que necesita del apoyo de otro, porque "el cansancio es inevitable, y en ocasiones ya no podemos más", y es ahí donde ve clave la ayuda de la oración para continuar.

"Este es el modo del obrar cristiano: estar firmes en la oración para permanecer firmes en la fe y en el testimonio". Dejaba claro el papa que el misterio de la oración es "gritar, no cansarse y, si te cansas, pide ayuda para mantener las manos levantadas". Una oración que no es para "refugiarse en un mundo ideal,", sino que hay que "orar y luchar", pero también dejando que "el Espíritu Santo ore en nosotros".

En esta lucha sin cansancio, dijo que están los santos que "son hombres y mujeres que entran hasta el fondo del misterio de la oración". Francisco aseguró que estos siete testigos que eran canonizados, también combatieron "con la oración la buena batalla de la fe y del amor". A ellos pedía la intersección para "gritar día y noche a Dios, sin cansarnos", con la ayuda de unos y otros, "para permanecer con los brazos levantados, hasta que triunfe la Misericordia Divina".

San Manuel González, en su oración a la Virgen de la Cinta también habla de no cansarse: "¡Que no nos cansemos! Firmes, decididos, alentados, sonrientes siempre, con los ojos de la cara fijos en el prójimo y en sus necesidades, para socorrerlos, y con los ojos del alma fijos en el Corazón de Jesús, que está en el sagrario, ocupemos nuestros puestos, el que a cada cual ha señalado Dios".

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