La burundanga también existe en Huelva

Huelva/Tras ese nombre que algunos toman a chiste se esconde una de las armas más terribles con que cuentan los agresores. No es para tomarlo a broma. El comercio ilegal en internet la burundanga pone al alcance de cualquiera, y en cualquier sitio. También en Huelva, donde se han registrado varios casos en los últimos años.

La escopolamina es un fármaco que anula la voluntad de la persona que lo ingiere. Sobre todo en los últimos meses se habla mucho de ella, con su nombre popular asociado a casos de violaciones, abusos sexuales y robos. Los agresores aprovechan el descuido de sus víctimas para administrarles una dosis y cometer estos delitos cuando están bajo sus efectos.

"En Huelva también hemos detectado abusos y violaciones con burundanga. En la capital y en la provincia. Y no solo este año pasado", cuentan las especialistas de Amuvi que trabajan en el Instituto Andaluz de la Mujer.

No es cuestión de crear una alarma social en la provincia pero sí de constatar una evidencia muy cercana que aconseja a tomar unas precauciones mínimas para evitar ser sorprendidas.

Pueden ser chicas jóvenes o mujeres adultas, de más edad. Pueden administrárselo sin percibirlo en un local público, en plena noche de diversión, o en un entorno más cercano, a plena luz del día. No todo ocurre lejos de casa, en los casos que se conocen a través de los telediarios y los programas de investigación que en la televisión parecen tan lejanos.

"Sabemos que se están dando casos aquí. También en agresiones múltiples en Huelva", apunta la psicóloga de Amuvi, valiéndose de los datos con que cuentan por la atención directa a las víctimas. "Seguro que hay más que no llegan a nosotras, o que las víctimas no dan el paso para denunciarlo en Comisaría o pedir ayuda", añade .

No hay que olvidar que la escopolamina deja rastro pero apenas consciencia de lo que ha ocurrido. "No recuerdas nada", advierten. Otra cosa son las secuelas en la mujer al descubrir que ha sido drogada y que ha sufrido una agresión sin haber tenido una mínima oportunidad de oponerse.

La preocupación es creciente por esta nueva vía que se abre para la proliferación de abusos sexuales, ayudada por las facilidades para conseguir el fármaco y su popularización en aumento entre agresores jóvenes.

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