Bolu2 Death: vulnerabilidad en carne viva

Trinchera Sonora

El cuarteto onubense firma en ‘Quebranto’ su obra más honesta y demoledora mientras consolida un camino propio en la escena estatal e internacional

Componentes de la banda musical Bolu2 Death.
Componentes de la banda musical Bolu2 Death. / Miquel Casey

Escuchas Quebranto y da la sensación de que alguien ha decidido abrirse el pecho en mitad de la sala de mezclas. No hay escudos, no hay armaduras, solo emociones puestas al límite sobre una base de metalcore que muerde, araña y, a la vez, acaricia. Lo que Bolu2 Death ha construido en su último trabajo va mucho más allá de la pirotecnia técnica o del impacto sonoro: es un ejercicio de vulnerabilidad expuesta sin filtros, un disco que se atreve a decir en voz alta aquello que tantas veces se esconde detrás del ruido.

Desde Huelva, una provincia donde el metal más extremo no lo ha tenido nunca fácil, la banda ha ido levantando su propio camino a base de perseverancia, riesgo y una profesionalización que se percibe en cada detalle. A día de hoy, Bolu2 Death es uno de los nombres de referencia del metalcore en España, con una trayectoria que ya los ha llevado a escenarios de Portugal, Francia o, hace apenas un par de meses, a una gira por Reino Unido. Eso no se alcanza solo con riffs afilados, se consigue con una propuesta sólida, coherente y honesta.

Bolu2 Death en concierto en el Resurrection Fest.
Bolu2 Death en concierto en el Resurrection Fest. / Miquel Casey

El cuarteto —formado por Mario Lérida (voz), José Luis Corrales (guitarra), Fernando Campo (bajo) y Jesús Villacañas (batería)— lleva años demostrando que el metal puede ser un lenguaje mucho más amplio de lo que marcan los tópicos. En Quebranto, publicado en octubre de 2024, decidieron dar un paso más: cantar íntegramente en castellano, mirar hacia adentro y escribir unas letras que hablan de fragilidad, ansiedad, lucha interna, culpa, caída y redención. No hay personajes ficticios ni metáforas impostadas, hay carne.

Quizás por eso el disco golpea tanto. Porque cuando la parte más melódica entra en juego, no suena a concesión comercial, sino a necesidad expresiva. Y cuando irrumpe la furia —breakdowns devastadores, guitarras en espiral, baterías que arrollan— no se siente como una pose agresiva, sino como un desahogo emocional. En una misma canción pueden convivir un verso casi susurrado y un grito que parece romperse por dentro, y esa alternancia es precisamente la que hace que Quebranto resulte tan humano.

A nivel sonoro, el álbum es una demostración de oficio. Producido por el propio Mario Lérida junto a la banda, cada capa está pensada para reforzar lo que se cuenta. El metalcore sigue siendo la columna vertebral, pero alrededor orbitan elementos de hardcore, rock alternativo, grunge, incluso pasajes cercanos al indie más oscuro. No se trata de meter estilos por meter, sino de usar todas las herramientas posibles para construir el paisaje emocional de cada tema. El resultado es un disco que fluye como un todo, lleno de contrastes, pero sin perder la coherencia en ningún momento.

Un concierto de Bolu2 Death.
Un concierto de Bolu2 Death. / Miquel Casey

Las letras, todas en castellano, son otro de los grandes aciertos de esta etapa. Ganar cercanía con el público no era solo una cuestión de idioma, sino de enfoque: hablar de vulnerabilidad desde dentro, sin disfrazarla de épica barata. Aquí no se presume de invulnerabilidad ni de superioridad moral; se habla de miedo, de heridas que no cierran, de batallas que se pierden y de la necesidad de seguir adelante aun sabiendo que nada garantiza la victoria. Esa sinceridad desarma. Especialmente en un género que a menudo se ha apoyado en una estética de dureza constante, casi caricaturesca.

En el universo de Bolu2 Death, la vulnerabilidad no es debilidad, es la munición. Es lo que convierte cada estribillo melódico en un nudo en la garganta y cada parte gutural en un puñetazo contra la mesa. Cuando Mario canta o grita, no da la sensación de estar interpretando un papel; más bien parece estar sacándose algo de dentro que le pesa demasiado. Y la banda entera se organiza alrededor de esa emoción: la guitarra de Corrales muta del riff incisivo al fraseo atmosférico con una naturalidad pasmosa; el bajo de Fernando no se limita a sostener, sino que empuja y colorea; la batería de Jesús, precisa y contundente, marca el pulso de ese terremoto interno que el disco describe.

Un momento de una actuación de Bolu2 Death.
Un momento de una actuación de Bolu2 Death. / Miquel Casey

Todo ese universo sonoro se completa con una identidad visual igual de cuidada. Los videoclips de esta etapa forman parte del mismo relato: imágenes poderosas, cargadas de simbolismo, con una fotografía que dialoga con el sonido y las letras. No son simples acompañamientos estéticos, sino que amplifican el mensaje, refuerzan los conceptos y terminan de cerrar el círculo de una banda que entiende el proyecto como un todo. La imagen de Bolu2 Death es la prolongación natural de su discurso.

También ahí reside buena parte de su importancia para una escena como la onubense: han demostrado que desde una provincia como Huelva se puede competir en serio en el mapa del underground europeo si se trabaja con ambición, rigor y visión. Giras fuera de España, presencia constante en festivales y salas, una base de seguidores fiel que crece con cada lanzamiento y, sobre todo, un respeto ganado a pulso entre público y compañeros de profesión. Muchas bandas que empiezan miran hacia ellos como quien mira una carretera ya trazada: la prueba palpable de que se puede.

Quebranto marca, de alguna manera, un punto de giro. No porque rompa con todo lo anterior —las raíces de Bolu2 Death siguen ahí—, sino porque condensa todo lo aprendido y lo pone al servicio de algo más grande: un disco que se atreve a ser frágil sin dejar de ser demoledor. Un trabajo que abandona etiquetas cómodas para apostar por una identidad propia, reconocible en cuanto suena el primer compás.

Como oyente, lo que queda al final es la sensación de haber asistido a una catarsis compartida. Hay dolor, hay rabia, hay oscuridad, sí. Pero también hay luz. Esa luz rara que aparece cuando alguien decide contar su verdad sin adornos y tú te reconoces, aunque sea un poco, en lo que está diciendo.

Bolu2 Death han llegado a ese lugar extraño y hermoso donde pocas bandas se atreven a entrar: el punto en el que la brutalidad y la delicadeza dejan de ser opuestos y se convierten en caras de la misma moneda. Y desde ahí lanzan su mensaje, sin miedo a mostrarse vulnerables, con la certeza de que, precisamente por eso, su música golpea más fuerte.

stats