Un artesano de la tapicería en evolución

José Manuel Prieto Toscano se resiste a que el oficio de tapicero artesanal desaparezca. El gremio lo tiene algo complicado con los tiempos que corren. Y es que en los oficios artesanos la figura del aprendiz, el que en cierta manera recoge el testigo, ha ido desapareciendo. José Manuel echa en falta escuelas taller (más aún en estos momentos con tantos desocupados) que formen a los jóvenes en esta profesión para que se perpetúe con el paso de los años y siga generando puestos de trabajo.

Su empresa, Tapizados Andalucía (la Piterilla), que ahora ha cambiado de lugar y se encuentra en el número 9 de la calle Ginés Martín, ha experimentado cambios y ha tenido que adaptarse a las nuevas demandas. Eso sí, siempre con la profesionalidad que caracterizan a los trabajos que realiza.

Prieto comenzó a trabajar en el mundo del tapizado a mediados de los años 70 del siglo pasado. Lo introdujo su suegro Cayetano, que ya en los 50 ejercía el oficio. Más tarde montaría su propio negocio donde trabajaron sus hijos y el mismo José Manuel. Así fueron sus inicios en una tarea para él hasta entonces desconocida. Más tarde también abriría su propia empresa, que siempre ha empleado a varias personas, porque siempre ha tenido mucha demanda.

En la actualidad comparte muchas horas en el taller con Antonio Barragán, un gran profesional con mucha experiencia y gran conocedor del oficio. Para Antonio no hay secretos ni barreras y es capaz de realizar cualquier tipo de trabajo, por muy complejo que sea, al igual que José Manuel. Al final todo el esfuerzo queda compensado con la satisfacción de saber que la obra ha quedado bien terminada. Más aún con la tapicería de las embarcaciones deportivas que son las más complicadas. Los dos siguen a diario y a buen ritmo sus tareas en la tapicería, la cual como la conocemos hoy comenzó durante la época de la reina de Isabel; los dos continúan poniendo todo su empeño en el cuidado, mantenimiento y conservación de muebles.