Un anciano de 89 años vivió el pasado 18 de julio “una pesadilla” en Urgencias del Juan Ramón. Acudió acompañado por su familia tras un desvanecimiento en su casa. Tras atendido le puso en espera y allí permaneció, según denuncia su familia, durante casi 20 horas sentado. El paciente, según la reclamación presentada por sus familiares, acudió a Urgencias en la noche del 18 de julio tras una caída en el domicilio y con síntomas de decaimiento. Una vez en el área permaneció “sentado en una silla a pesar de sus problemas de movilidad” propios de una persona de 89 años. Pasó así más de 12 horas, según relatan sus familiares, antes de pasar a “la sala de observación de sillones”. Finalmente fue derivado a ingreso a las 17:25 del día 19, lo que significó una espera de 19 horas en Urgencias.

El escrito relata cómo sobre las 2:00 de la mañana se le notifica a la familia que debe repetir la prueba de orina ya que la muestra inicial se ha perdido. A las 9:30 los acompañantes del paciente decidieron presentar una primera reclamación “tras pedir de forma encarecida una camilla o sillón para su comodidad porque tiene serios problemas de movilidad”. El paciente siguió pendiente de la derivación hospitalaria durante varias horas. Finalmente, cuando se produce la misma llega un nuevo problema.

Una de las hijas del paciente afectado denuncia además que “cuando solicito el certificado de ingreso para justificar días en trabajo me comentan en Admisión General que mi padre no consta ingresado”. Entonces “me dirigen a admisión de Urgencias y allí solo me facilitan el informe de asistencia en Urgencias hasta las 17:25 del día anterior, momento en que dan la orden de ingreso desde la sala de observación de sillones”.

La familia destaca “el esfuerzo de los profesionales por tratar de dar respuestas”, a los que muestran “nuestro apoyo y reconocimiento”. No obstante, lamenta “la falta de medios y la presión a la que están siendo sometidos”. Los acompañantes del anciano decidieron “de consensuada con los médicos” solicitar su alta para mantener el tratamiento en su domicilio para mayor comodidad del paciente. En ese momento, “nos damos cuenta que mi padre no consta ingresado y me comentan que eso hay que solucionarlo con la asignación de una habitación no real porque no puede cursar informe de alta sin ingreso ya que el programa lo requiere”.

Desde el propio Juan Ramón Jiménez reconocen “un pico de saturación” entre el domingo y el martes por “una afluencia inusual de personas para esta época”. No obstante, el centro defiende que el paciente recibió “en todo momento la atención necesaria y no estuvo sentado en una silla sino con las comodidades requeridas”. Esta circunstancia fue "puntual, no impidió dar la asistencia a todos los pacientes y el hospital funciona con total normalidad". La situación coincide con la reciente denuncia del sindicato Satse sobre el incremento de contagios por Covid-19 entre los sanitarios y su incidencia en los cuadros profesionales, situación ante la que reclama que "se adopten las medidas necesarias que garanticen que se cubra el cien por cien de las bajas que se generen por estos contagios antes que acaben provocando una alteración en el normal funcionamiento de las unidades y servicios, ya de por sí mermados en los meses de verano".

El Sindicato de Enfermería, subraya que estas medidas "deben garantizar la asistencia sanitaria a la ciudadanía durante el verano", así como "los derechos de los trabajadores", tanto de los que disfrutan de los permisos y vacaciones "que legalmente les corresponden", como de los que están trabajando durante la temporada estival. Así, desde el sindicato han apuntado que "en el caso de ser inviable la cobertura de las necesidades de estos profesionales por falta de disponibilidad en la Bolsa de Empleo, como viene sucediendo para la cobertura del plan vacacional, siendo necesario recurrir a enfermeros que voluntariamente realicen esta actividad al margen de su jornada, en horario de tarde o festivos y fines de semana".