Adiós a Marín Rite, un político onubense de profundos valores democráticos
El fallecimiento del histórico socialista deja a Huelva sin su primer alcalde tras la dictadura y, por encima de todo, a un gran servidor público, en el sentido más profundo, comprometido, honesto y conciliador
Fue un político de consenso, dialogante e integrador. Un actor clave en la reconstrucción de la democracia recuperada tras la dictadura en España. Y lo hizo desde la cercanía, primero en la política municipal, con la responsabilidad asumida por una nueva generación de políticos que debía asegurarse del éxito de esa nueva etapa en el país desde las instituciones: que la ciudadanía creyese que “la democracia servía”. Y así lo demostró durante toda su trayectoria.
A José Antonio Marín Rite (1941-2025) se le recuerda ahora como el primer alcalde de la democracia en Huelva, pero fue mucho más que eso. De hecho huía de esa etiqueta recordando que en España hubo democracia antes de que saltara por los aires con la Guerra Civil y la dictadura franquista. Pero le tocó liderar el cambio en Huelva en plena Transición. Lo hizo en un Ayuntamiento con 27 concejales de seis formaciones políticas. Su partido, el PSOE, fue el segundo más votado en las primeras elecciones municipales de 1979, con 7 concejales, uno menos que la UCD que encabezaba Jaime Madruga. Y logró el apoyo necesario del resto de grupos, a excepción de la propia UCD y de los Independientes. No frenó eso su visión del momento. La Corporación quedó constituida el 20 de abril de ese año y, con la vara de mando en su mano, se afanó desde el primer momento en dialogar y lograr la implicación de esos 27 concejales. A todos les dio responsabilidades en ese primer Gobierno municipal “y todos lo hicieron bien”.
“Teníamos poca experiencia democrática”, reconocía en una entrevista a Huelva Información, “pero fue un día alegre, cargado de expectativas”. “Fue el día en que nos convertimos en verdaderos ciudadanos”.
Como firme defensor de los valores democráticos, destacaba la “renuncia de los partidos políticos a parte de sus ideas en favor de la libertad, desde el acuerdo y la ausencia de sectarismo”. Es lo que consideraba “un extraordinario ejercicio de generosidad”, que abrió las puertas a “la tolerancia, el desarrollo y la libertad”. El primer fruto de la Constitución de 1978, decía, fue “la paz y la concordia para España, y encauzar los problemas que habían ensangrentado nuestra historia durante siglos”.
“De nosotros dependía, de alguna manera, el prestigio democrático. La primera obligación de los ayuntamientos era demostrar que la democracia servía”, insistía con esa responsabilidad que siempre mantuvo.
Como alcalde de Huelva siguió aplicando esos valores y esa forma de gobernar durante nueve años, hasta 1988. En ese tiempo, siempre con consenso pese a las mayorías absolutas posteriores en las urnas, le tocó levantar una ciudad “en ruinas”, en quiebra económica y social, y puso importantes cimientos de la urbe moderna de que disfrutamos en la actualidad. En ello entraban elementos tan básicos como la red de saneamiento, las urgentes mejoras del cementerio o el desarrollo de los barrios, pero también la recuperación de la Casa Colón y el Gran Teatro, y la apertura del nuevo eje de San Sebastián, entre otras muchas actuaciones que empezaron a configurar a Huelva como verdadera capital de provincia.
Presidente del Parlamento andaluz
En 1988 le dio el relevo en la Alcaldía otro compañero de partido, Juan Ceada, para dar el salto a primera línea autonómica, en la que siempre estuvo involucrado. De hecho, destacaba el protagonismo del municipalismo en la consecución de la autonomía andaluza: “La agitación social desde los ayuntamientos propició el sí” en el referendum, defendía.
Marín Rite fue el segundo presidente onubense del Parlamento andaluz tras Antonio Ojeda, desde 1988 hasta 1994, antes de dejarlo en manos del bollullero Diego Valderas por el pacto socialista con IU. Y en ese tiempo le tocó estrenar la sede actual, el antiguo Hospital de las Cinco Llagas, y aplicar su talante de consenso entre los primeros conatos de confrontación política. Decía del Parlamento que siempre lo tendría como su casa, después de una trayectoria de 22 años como parlamentario, en la que dejó un poso que se recuerda entre las figuras más destacadas de la política andaluza. “Me voy sin ningún rencor porque solo puedo devolver agradecimiento por los honores recibidos”, dijo el día que se tributó un homenaje a todos los presidentes en marzo de 2004.
Socialista fundamental
Su trabajo estuvo también en Madrid, como senador designado por la comunidad durante varias legislaturas. Y en la Diputación de Huelva, como primer portavoz del Grupo Socialista en 1979. Siempre prevaleció su vocación de servicio público, labrada desde sus tiempos de abogado laboralista, en los que empezó a significarse como destacado dirigente socialista, de la mano de otro histórico, Carlos Navarrete, siempre en favor de la clase trabajadora.
Mucho le debe el PSOE a José Antonio Marín Rite. En Huelva, en Sevilla y en el resto del país. Si la provincia se convirtió en uno de los más importantes bastiones socialistas fue en gran parte por su trabajo, convicción e implicación desde los tiempos del franquismo. Como parte de ese equipo en el que tuvo un papel muy destacado, aquel joven abogado valverdeño se recorrió todos los municipios onubenses sembrando y ayudando a germinar la simiente socialista. Contaba que había quienes les cerraban las puertas en las narices, más por miedo a hablar con ellos que por rechazo a su discurso. Pero también estaban, contaba, quienes les “sentaban en la mesa de camilla y nos ponían unos roscos y un café sin querer que nos fuéramos”. “Y así en los 79 pueblos de la provincia y en algunas aldeas. Todos tenían una sede, que en algunos casos, en los más pequeños, era la casa de un militante. Fue tremendo”, rememoraba en una entrevista con este periódico en 2019. “Yo le decía a la gente del PP: ‘Hasta que no hagáis algo como esto, no vais a ninguna parte”. Y visto el contexto actual provincial, institucional y político, parece que le hicieron caso.
Presidente del Puerto
Sus últimos pasos como representante público los dio en la Autoridad Portuaria de Huelva, que presidió cinco años, entre febrero de 2005 y julio de 2010. Llegaba a “la mayor empresa de Huelva”, saneada y solvente, y en ella volvió a aplicar, como siempre, su mano tendida a cualquier administración. Decía que una de las claves del éxito del Puerto era que se mantuviera al margen de la bronca política, que hubiera entendimiento y unión entre todas las administraciones para facilitar su crecimiento, que era el de Huelva. Fue firme defensor de su papel en el desarrollo de la industria, el de una provincia y una ciudad industrial, gracias a la minería, “desde el siglo séptimo antes de Cristo, cuando se fundía cobre y plata”. Y en esa etapa portuaria, antes de que le sucediera otro socialista valverdeño, José Cejudo, destacó también las buenas migas con el alcalde Pedro Rodríguez, su respeto mutuo y entendimiento para, entre otras cosas, poner en marcha el programa Puerto-Ciudad.
Durante su etapa como presidente del Puerto rechazó la concesión de una calle en Huelva por parte de la Corporación de Pedro Rodríguez por estar aún en activo. Lo mismo hizo Juan Ceada, entonces delegado del Gobierno andaluz. En enero de 2009, en cambio, sí recibió la medalla de la ciudad junto a los otros dos ex presidentes del Parlamento autonómico. Y fue tres años más tarde, ya retirado, cuando, esta vez sí, aceptó la rotulación de una vía de la capital.
El acto no se hizo realidad hasta febrero de 2019, cuando asistió al nacimiento de la “Calle Alcalde José Antonio Marín Rite” en pleno corazón del Ensanche Sur, encantado de estar ligado “a lo que será el futuro de la ciudad, soñado por Pedro Rodríguez, pero también por los onubenses, por la ciudad”. Asistieron los cuatro alcaldes de Huelva, hasta entonces, en la nueva etapa democrática y estuvo arropado por políticos onubenses de aquel 1978, socialistas y no socialistas, que, más que adversarios, siempre fueron compañeros y grandes defensores de los valores con los que construyeron juntos la democracia en estos lares.
La degeneración política
Antes, en diciembre de 2010, ya retirado, recibió el primer Premio Martín Alonso Pinzón a los valores democráticos, concedido por la Subdelegación del Gobierno, y entendido como un gesto de reconocimiento a su trayectoria y entrega al servicio público con sus firmes convicciones constitucionales. Reclamaba entonces una “respuesta enérgica” de los partidos a la devaluación de la política, con la elaboración de reglamentos éticos, “de lo contrario el deterioro continuará y será una especie de suicidio de la buena política”. “Es necesario hacer un esfuerzo para evitarlo”.
Rechazaba especialmente la pérdida de respeto y formas en política. Los insultos que decía no haber recibido ni oído en su época al frente del Parlamento. “A mí me duele profundamente cuando veo que se insulta a un político. Además, en la inmensa mayoría de los casos, es absolutamente injustificado”.
Aseguraba que la política había “degenerado” y no miraba fuera: “De alguna manera nos lo hemos buscado. Ha habido muchos casos de corrupción que han sido fundamentales para el desprestigio de la política. Han hecho un daño tremendo. Han sido muchos años y ha sido, además, mal tratado el asunto. La política hizo un casus belli de la corrupción y eso empeoraba las cosas”. Seis años después de esta reflexión en este periódico, tienen más vigencia que nunca sus palabras.
Mantener una charla con él era un aprendizaje continuo para cualquier interlocutor. Sus palabras y, sobre todo, su trabajo, toda su trayectoria, son un legado al que hay que acudir en pleno descrédito político. Se marcha José Antonio Marín Rite, el hombre, pero queda su huella de político de profundos valores democráticos y socialista absolutamente firme en sus convicciones. Queda su enseñanza, con el compromiso, la honestidad y la integridad como emblemas. Un ejemplo a recuperar ahora más que nunca. Lograrlo es el mayor homenaje que se le puede hacer.
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