Huelva

El acuífero 27 que nutre Doñana ya no se recupera ni en época de lluvias

  • Un informe de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir advierte que su situación actual es peor que en la gran sequía del 94-95 · Los datos revelan que en 79 sondeos de 138 el nivel freático cae hasta 20 metros

Los nuevos responsables del Gobierno andaluz tendrán que hacer frente a un viejo problema medioambiental que se agrava por momentos. O bien el Espacio Natural de Doñana (END) camina hacia un proceso de desertización o bien está inmerso en uno más dulce de desertificación, a juzgar por los dos últimos informes del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CESIC 2008) y de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (marzo de 2012) que constatan la agonía del acuífero 27 que nutre la Reserva de la Biosfera. Algo similar a lo sucedido con la desecación de las Tablas de Daimiel en Ciudad Real (Ojos del Guadiana), episodio conocido como la daimielización que acabó con el incendio de la turba del subsuelo provocado por la desecación brutal del terreno superior causada por sequías, modificación de cauces y exceso de extracciones agrícolas.

El asunto no es baladí pues la desertización conduce hacia condiciones climáticas y ambientales similares a un desierto y la desertificación supone la degradación ecológica que acarrea la desaparición del suelo fértil y productivo. Ambos serían letales para el futuro del Parque Nacional y los 14 municipios de Huelva, Sevilla y Cádiz que viven de sus ramales de agua dulce.

El primer informe conocido que alarmó a la comunidad científica internacional fue presentado en diciembre de 2008 bajo el título Evidencias de desecación de lagunas peridunares de la Reserva Biológica de Doñana y fue recopilado por la científica Carmen Díaz Paniagua.

La conclusión fue demoledora: "En 20 años se ha consolidado un alarmante descenso del nivel de capa freática producido por la extracción de aguas subterráneas para el abastecimiento de la urbanización de Matalascañas" a lo que hay que añadir las extracciones necesarias para la agricultura. De 1,6 hectómetros cúbicos se ha pasado a 3 hectómetros cúbicos de consumo anual.

La voz de alarma se visualizó con la disminución de los aportes y recargas en las lagunas de El Brezo, Charco del Toro, Zahillo, Taraje, Laguna Dulce, Laguna de Santa Olalla, Las Pajas y El Sapo.

Desde 2008 hasta ahora la situación no ha hecho más que empeorar a pesar de los récord de lluvias contabilizados en 2010 y 2011 (690 mm) que apenas han permitido la recuperación del nivel freático, que ha caído en algunos puntos claves hasta quince y veinte de profundidad.

La comparativa y lecturas realizadas entre 1999 y 2011 lo deja claro: de los 138 puntos con datos contrastados, en 79 de ellos se han experimentado descensos de nivel del agua subterránea.

El informe Piezometría de la masa de agua subterránea elaborado por la Comisaría de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir toma como referencia el año hidrológico 2010-2011, con precipitaciones muy importantes, con valores superiores en un 26% a la media. "Los datos expuestos muestran una situación que genera motivos de preocupación pues a pesar de las lluvias algunos niveles piezométricos no se recuperan con niveles de comparación correspondientes a épocas de sequía, e incluso en el 31% de los puntos medidos se presentan niveles de agua en octubre de 2010 por debajo de los que tenían en el mismo mes del año 1995, momento en que se produjo una sequía excepcional", advierte el informe.

Los motivos que han provocado esta alarmante situación vienen claros en el informe de la Comisaría de Aguas aunque los resume en uno: "Las extracciones de agua para regadío y abastecimiento superan en ciertos lugares lo deseable provocando la tendencia al descenso".

Es más, los datos que maneja la Confederación del Guadalquivir indican que "en algunos sectores del IARA se riegan superficies por encima de los derechos de aguas privadas reconocidos en su día, con la consecuencia de un descenso continuado de los niveles piezométricos".

Y añade que en la zona de Matalascañas se produce una explotación de los recursos para el abastecimiento sin tener en cuenta las posibles afecciones.

Otro dato para la alarma: En la zona de marismas de Los Hatos (arrozales sevillanos) se riegan zonas que fueron excluidas en la resolución de los expedientes de aguas privadas, dando lugar a continuados descensos de los niveles piezométricos.

No acaba aquí el rosario de irregularidades agrícolas detectado por la Comisaría de Aguas del Guadalquivir, ya que en Matalagrana (Almonte), área cercana al vital Arroyo de la Rocina, se vienen regando desde hace años zonas sin ningún tipo de licencia lo que agrava los niveles descendentes del acuífero. No escapan a la disminución freática los sondeos ubicados en Portachuelo, Laguna de la Anguila, El Raposo o Masgordas. Ante este panorama de extracciones ilegales y piratería de recursos hídricos la Confederación insiste en que es necesario impulsar políticas de intensificación y vigilancia de explotaciones ilegales.

Los retrasos que acumula el denominado Plan de la Corona Norte de Doñana o la regularización de los regadíos no hace más que empeorar una situación que ha entrado ya en una senda peligrosa para el mantenimiento de la biodiversidad de Doñana.

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