Acoso escolar

El verdadero miedo de los niños

  • Laura González Roldán publica con 16 años la novela ‘Una estrella para Rosie’ para concienciar a mayores y pequeños sobre el acoso escolar

  • Ella misma lo sufrió desde que cursaba tercero de Primaria y todavía tiene secuelas

Hay mucho admirable en Laura González Roldán. Lo más llamativo quizá sea que con 16 años haya publicado su primera novela. Y más, que la escribiera sólo con 14; realmente muy bien, con un estilo impropio de su edad. Pero hay en esto, por encima de cualquier cosa, un gran gesto de generosidad. Ha hecho públicos ahora pensamientos que sólo llevó al papel como desahogo; ha desnudado sentimientos con enorme valentía y, sobre todo, con una extraordinaria responsabilidad. Porque ha querido compartir para enseñar: para mostrar que el sufrimiento existe entre los más pequeños y que el martirio del acoso escolar es otra lacra a borrar en esta sociedad.

Laura sorprende en la conversación. Habla con naturalidad; pausada, comedida, dejando reflexiones de una madurez envidiable. Como ese propósito, sincero, ambicioso, de que la historia que hay en su libro sirva para concienciar sobre este tema. “¿Sabes lo que es ser invisible aunque todos te vean?”, se pregunta en la primera frase de su novela. Quiere que no haya más jóvenes invisibles y que éste sea un problema a la vista de todos, al que se le ponga solución y que acabe desapareciendo.

Sobrecoge cómo cuenta sobre ella misma, de su caso, de cómo sufrió acoso de sus compañeros desde que cursaba tercero de Primaria. Parece que queda atrás pero no. Su madre, Mari Ángeles Roldán, asegura que las marcas están ahí, aunque no las veamos quienes la acabamos de conocer; que todavía no se atreve a ir de compras o a la playa con sus amigos por el estigma que queda. Ella, Laura, tira de metáfora en su libro y deja en el protagonista una cicatriz, “sus complejos, sus inseguridades”.

Una estrella para Rosie (editorial Niebla) es el nombre de su historia novelada. “No tan extrema”, advierte, en su caso, pero con nada que no le pueda estar pasando a ningún chico ahora mismo. Su trasunto es un adolescente, Tommy, que sufre como ella. Hay mucho autobiográfico en una ficción que se hace real en centros escolares de todas las ciudades y pueblos.

Dice Laura que a estos chicos, como a ella, les paraliza el miedo. Miedo, sí, el de verdad, el real. Y en ella suena inquietante, pensando en el comienzo, en 3º de Primaria. Y en los cursos posteriores. Y en la actualidad, para tantos que hay que lo sienten en solitario, sin que su propia familia sea partícipe.

El miedo va acompañado de una soledad aterradora en estas edades. “No tienes confianza en nadie. No puedes evitar levantar un muro para defenderte”. Quienes creía amigos se ponen del lado del acosador y “ríen las gracias que tanto duelen”. Algunos profesores le quitan importancia y lo entienden por la lógica de las familias desestructuradas de las que proceden muchos de esos acosadores. Y algunos padres tiran de una justificación generalizada: “Son cosas de chiquillos, no pasa nada”. Y mientras, Laura, y tantos niños en los colegios, pasan miedo, se sienten desamparados, solos. Sufren.

Mari Ángeles, la madre, endurece el gesto cuando habla también de su impotencia, de las dificultades con que se toparon buscando apoyo en el propio colegio. Y hiela la sangre cuando recuerda que hay niños que no soportan la presión y recurren al suicidio.

Como un diario

Laura tiene la suerte de que siempre le gustó leer y escribir. Y ahí encontró consuelo, más allá de sus padres. Un buen día cogió bolígrafo y papel y no lo dejó. Se convirtió en una especie de diario en el que dejar reflexiones muy personales vestidas de historia literaria. “Al principio lo hacia a escondidas, me daba vergüenza. Todo lo que pienso está en el libro”.

Otro buen día se animó a enseñárselo a una amiga, que le rogó que acabara de escribir la historia. Sus padres la acabaron leyendo. Y un compañero de su madre, el poeta Miguel Arias, también la leyó y se prendó, e hizo todo lo posible para que se publicara.

Y ahora Laura revela todos aquellos sentimientos que escribió para ella, en una pura invitación a la reflexión para los lectores de todas las edades. “Van a saber todo de mí, pero si eso ayuda...”.

Laura no pierde la inocencia de sus 16 años. No hay en ella asomo de la vanidad del escritor que publica por primera vez su obra. Sólo quiere ayudar. Piensa en esos niños y adolescentes que ahora mismo pasan miedo por el acoso de otros. Piensa en quienes acosan, siempre sin justificación. Piensa en los otros que ríen insultos y humillaciones, y que los callan, convertidos en cómplices por omisión. Y piensa en los mayores, profesores, padres y autoridades, ajenos en la mayoría de los casos a la realidad o limitados a dar excusas, entre el desconocimiento y la indiferencia, sin poner solución.

“Los padres deben reflexionar y hablar con sus hijos”, apunta Mari Ángeles. “Tienen una labor importante para concienciarles de que nunca hagan eso o no se pongan de parte de quienes hacen daño”.

“Si alguien la lee”, dice Laura, “espero que entienda lo que se pasa en esta situación”. En ello están ya en su instituto, el IES San Sebastián, donde los profesores han puesto la novela como lectura obligada. Y en el colegio José Oliva, y en el Fuente Juncal. Y quizá debería ser leída en todos los centros de la provincia y por todos los padres de niños en edad escolar. “Sólo queremos que sepan por lo que se pasa y que nadie más actúe así”.

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