Entrevista

“Zenobia necesita ser estudiada más allá de su fundamental relación con Juan Ramón”

  • Mariluz Bort, doctora en Lengua y Literatura, estudió Filología en la Universidad de Huelva y amplió sus conocimientos en Harvard y Maryland. Ahora coordina el archivo ‘Graciela Palau de Nemes’ del Centro de Estudios Juanramonianos

Mariluz Bort, doctora en Lengua y Literatura Española y coordinadora del archivo ‘Graciela Palau’ del Centro de Estudios Juanramonianos.

Mariluz Bort, doctora en Lengua y Literatura Española y coordinadora del archivo ‘Graciela Palau’ del Centro de Estudios Juanramonianos. / Josué Correa

Hay quien dice que el cine, como la vida, no sería igual sin sus actores secundarios. No les falta razón. Es difícil imaginar a Frodo sin Sam, a Luke sin Han o a Matrix sin el Agente Smith. Groucho no tendría tanta gracia sin Margaret Dumont, Grease no sería lo mismo sin la Rizzo de Stockard Channing ni West Side Story sin el talento de Rita Moreno. Nada se recordaría de las películas de Marisol sin el flequillo de José María Tasso, Downton Abbey no brillaría como brilla sin la flama inglesa de Maggie Smith ni el viento podría llevarse nada de no ser por Olivia de Havilland. En realidad, el papel de protagonista se ha reservado siempre, en el cine y en la vida, solo para unos cuantos señalados y algunas elegidas. El resto de la humanidad sobrevive como puede en el rol secundario que toca en cada momento. Ni siquiera la protagonista de esta entrevista puede serlo del todo porque la protagonista real es otra mujer que, precisamente, ejerció durante buena parte de su vida un papel secundario a la sombra -y en este caso es solo una frase hecha- de su marido.

Pero vayamos por partes, que esto se está pareciendo peligrosamente a una película de enredos. Él prácticamente no necesita presentación. Juan Ramón Jiménez es moguereño y poeta. Uno de los más reconocidos del mundo y, desde luego, el más insigne que ha dado su provincia: el Nobel de Huelva. Ella, la protagonista de todo lo que se cuenta en esta entrevista, es su esposa, Zenobia Camprubí, que además de eso fue también escritora, lingüista, traductora, editora, profesora universitaria, filántropa y pionera del movimiento feminista en España.

Y por último está Mariluz Bort, que es la que nos lo cuenta. Filóloga, investigadora, docente y doctora en Lengua y Literatura Española, Bort conoce a nuestra protagonista desde que era bien jovencita. Figuradamente, claro: dedicó su tesis de máster al estudio de la Zenobia anterior a su relación con Juan Ramón, y en esa tesitura estaba cuando, en la Universidad de Harvard, se topó con Graciela Palau, última amiga y estudiosa de la vida y obra de los Jiménez, con la que volvió a coincidir años más tarde en la Universidad de Maryland. Actualmente, Mariluz Bort combina la dirección y coordinación del fondo archivístico ‘Graciela Palau de Nemes’ (uno de los más importantes y extensos que existe sobre Juan Ramón y Zenobia) en el Centro de Estudios Juanramonianos con su trabajo en la UHU y la Cátedra Juan Ramón Jiménez, desde donde se está impulsando una nueva línea de investigación que trata de rescatar a Zenobia Camprubí más allá de su vinculación con el Nobel, entre otras cosas a través de unos encuentros, ‘Zenobia & Co’, en los que diferentes especialistas comparten experiencias y conocimientos (el próximo será la semana que viene) para encontrar respuestas sobre esa otra perspectiva de Zenobia. De la persona que fue, como todos, la protagonista de su vida.

-¿Entonces resulta que Zenobia Camprubí no era ‘la mujer de Juan Ramón’ y ya está?

-No. Zenobia ya era antes de- y durante (con)- Juan Ramón Jiménez y no a partir de él. Eso de ser “la mujer de” viene porque siempre ha estado vinculada a él desde una mirada patriarcal como si ya se le diera el crédito suficiente por “ser la mujer de” que, a la vez, es una etiqueta que conlleva cierta dependencia, como si fuera necesaria para “poder ser algo”. Ese encasillamiento lo han arrastrado muchas intelectuales de principios del siglo XX. Se ha dado en muchas parejas de intelectuales, como por ejemplo en Rafael Alberti y María Teresa León o en Manuel Altolaguirre y Concha Méndez y un largo etcétera. Afortunadamente, eso está cambiando y desde hace un par de décadas se reivindica el rescate y el estudio de estas escritoras, artistas e intelectuales de manera individual. Asimismo, la mayoría de los estudios sobre Zenobia hasta ahora, han ocupado la trayectoria vital desde el momento que inicia su noviazgo con Juan Ramón. Fue evidente que Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez se dedicaron su vida y obra mutuamente; pues, en la mayor parte de la obra de Juan Ramón Jiménez está Zenobia. El escritor le dedicó toda su obra a ella, y, así, Juan Ramón le dijo al oído que el Nobel también lo ganó ella. Por otro lado, Zenobia reconoció en todo momento que, al conocerlo a él, su propósito en la vida cambió y que, al casarse con el escritor, que verdaderamente tenía ese don, ese “tesoro individual”, ella decidió que su vida sería dedicarse al impulso y al desarrollo de lo que “ya era un hecho”. Es decir, ella detecta la valía y el potencial de Juan Ramón como escritor que merece un reconocimiento universal. Y así se lo propuso y lo hizo.

Mariluz Bort, en el Campus del Carmen. Mariluz Bort, en el Campus del Carmen.

Mariluz Bort, en el Campus del Carmen. / Josué Correa

-No se equivocaba…

-Exacto. Sin embargo, esto no debe opacar el estudio de Zenobia como figura individual, pues ella tiene una etapa creativa previa a Juan Ramón, por ejemplo. Y luego, crean la empresa perfecta a partir del trabajo conjunto de las obras de Rabindranath Tagore. No obstante, sobresalía a nivel individual por muchísimas facetas, ocupaciones y su consciencia crítica. Desde muy joven, destacó por sus intereses intelectuales, su capacidad para la acción, su vida social y su opción por un proyecto vital muy alejado del conservador modelo femenino que dominaba en España a finales del siglo XIX. La complejidad de su figura se forjaba ya en su entorno familiar, creció en un ambiente bi-cultural español-norteamericano impulsado y promovido por su madre y su abuela, sus estancias en ambos países, su consciencia social crítica y sus años como estudiante en Columbia University desembocaron en una España de principios de siglo XX en vías de transformación y modernización, a cuyo dinamismo aportó sus conocimientos, su experiencia, su impulso para la acción, su preocupación por la educación de las mujeres y sus contactos con el mundo estadounidense.

Participó en programas a favor de la mujer en la Residencia de Señoritas, tuvo un papel protagonista en la fundación del Lyceum Club. Fue secretaria de la Junta para Becas a Mujeres Españolas en los Estados Unidos. Formó parte del Comité femenino de Higiene popular, fue fundadora de La Enfermera a Domicilio y colaboró en la Visita Domiciliaria. Además, Zenobia estuvo inmersa en proyectos de emprendimiento mercantil como su tienda de Arte Popular o su negocio de alquiler de pisos, fue parte de la Asociación Feminista Política-Económica-Social y colaboró con la Junta de Ampliación de Estudios en la decoración de la Casa de las Españas en la Universidad de Columbia en Nueva York. Destacó por su labor social orientada a las mujeres en colaboración con Cruz Roja, así como por su preocupación por la educación y el bienestar de los niños y niñas más desfavorecidos.

"Zenobia reconoció en todo momento que, al conocerlo a él, cambió su propósito en la vida”

Todo eso continúa también después en el exilio: su compromiso social de auxilio a los más vulnerables durante la Guerra civil, su capacidad resolutiva y de gestión, su vinculación como Socia Honoraria al Lyceum de la Habana, su constante formación en cursos de la Universidad de Miami, Duke, su talante docente en lengua y cultura española en la Universidad de Maryland, sus vínculos sociales con la élite cultural y social de los clubes de Washington DC, etc. E igualmente, mantuvo multitud de relaciones con intelectuales y artistas como se puede leer y estudiar en sus epistolarios y diarios, tanto intelectuales que permanecieron en la España de la dictadura como con otras compañeras de otras culturas en los nuevos lugares del exilio donde residió. Esto también determinó su desarrollo vital y su figura magisterial e inspiradora que dejó huella allá donde estuvo.

Zenobia Camprubí. Zenobia Camprubí.

Zenobia Camprubí.

- ¿Queda aún mucho por saberse de la figura de Zenobia?

-Sí. Existe una carencia en la bibliografía dedicada a Zenobia Camprubí desde su formación primero y su influencia después en entornos marcadamente femeninos pertenecientes tanto al ámbito privado como al público en la España de la Edad de Plata. También es necesario estudiar su etapa en el exilio, que implicó replantear también muchas convicciones que la Guerra Civil frustró, así como lo que conllevó la huida forzada para muchas intelectuales. Igualmente, es necesario indagar en el estudio de sus desempeños sociales y educativos en los países del continente americano y su permanente vínculo y relación con otras compañeras intelectuales republicanas exiliadas, con otras que permanecieron en el interior y con las nuevas redes de compañeras que creó en los lugares donde vivió. Ahora se van a publicar los epistolarios que faltan y ya estaría su obra completa publicada. Lo que hace falta es leerla, interpretarla, analizarla acorde a un contexto y a unos temas para saber más sobre el pensamiento y cultura de una época determinante para nuestra historia, cultura y literatura que también determina las dinámicas de nuestro presente. En la Universidad de Huelva, estamos con todo eso. Desde la Cátedra de Juan Ramón Jiménez, dirigida por Rosa García, se ha impulsado una nueva línea de investigación que trata de rescatar a Zenobia Camprubí más allá de su vinculación con Juan Ramón.

"Existe una clara carencia en la bibliografía dedicada a Zenobia Camprubí”

- ¿Por qué ha habido -hay- aún tanto que investigar sobre Zenobia?

-Creo que más bien es el cómo ha sido estudiada y cómo hay que estudiarla ahora. Como dije antes, Zenobia necesita ser estudiada más allá de su fundamental relación con Juan Ramón Jiménez y de las aproximaciones críticas que ya se han dedicado a analizar su papel central en la vida y obra del escritor; pues este papel fue innegable, pero también es necesario ver otras caras de su figura que completan su perfil.

-¿Qué es lo que más le sorprende de su vida y su obra?

-A veces me pregunto, cómo era capaz de hacer todo lo que hacía. Destacó por sus inquietudes, intereses intelectuales, su capacidad para la acción, su vida social y desarrollo personal, aprendizaje y emprendimiento. Allá donde estuvo, seguía aprendiendo y aportaba sus propios conocimientos. Conducía, era agente de negocios… Yo destaco su educación bilingüe y ahí, hago hincapié en la importancia de sus referentes femeninos desde pequeña, creció en una casa regentada por una abuela y una madre que siempre enfatizaron el aprendizaje de lenguas y la lecto-escritura. Destaco también, la labor de cuidadora constante que desempeñaba Zenobia con Juan Ramón, pues últimamente se está hablando mucho del papel de las cuidadoras y esto también es importante. Me quedo con su conciencia crítica centrada en las diferencias entre las clases sociales, los niveles de analfabetismo, y la realidad de las mujeres. Me quedo también con su ímpetu, resolución y constancia de conseguir lo que se proponía, desde afrentar adversidades durante la guerra y el exilio hasta su persistencia para lograr la concesión del Nobel a Juan Ramón.

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