War Room

La belleza como factor de éxito en política

  • A través de las señales físicas hacemos juicios políticos de los candidatos y aquellos que se perciben como más competentes y confiables son los que generalmente ganan las elecciones

War Room: La belleza como factor de éxito en política

El atractivo físico influye en la creación de la imagen política personal y en la valoración que los ciudadanos hacen a partir de esa imagen. Éste es un hecho que ha sido estudiado por numerosos investigadores, que han concluido que el poderío físico es un factor que está relacionado con el éxito político y predispone en mayor medida a votantes con menor formación y nivel económico bajo.

Cada persona se deja influir de una manera distinta por las percepciones inmediatas de los rostros, si bien diferentes estudios apuntan a que las personas menos informadas sobre política y quienes miran mucha televisión son las más permeables a las primeras impresiones. Ésta es una de las conclusiones del psicólogo búlgaro Alexander Todorov, autor de varias investigaciones sobre el proceso de formación de las primeras impresiones y la influencia de la apariencia física.

En uno de sus trabajos, Todorov señaló que a través de las señales físicas hacemos juicios políticos de los candidatos y aquellos que se perciben como más competentes y confiables son los que generalmente ganan las elecciones. El investigador afinó hasta diseñar una “cara ganadora”: rostro no demasiado redondo, poca distancia entre cejas y ojos, mejillas altas y mandíbula angular.

Mucho antes que el búlgaro, en 1966 la investigadora Elaine Walster realizó una investigación con estudiantes de la Universidad de Minnesota y, entre otras conclusiones, advirtió que el verdadero matiz que desencadena la atracción y la simpatía es el atractivo físico, de tal manera que tendemos a asignar rasgos deseables a aquellos dirigentes con buena apariencia, mientras que colgamos cualidades menos atractivas a aquellos otros no tan agraciados.

La importancia del aspecto físico en actos tan relevantes como unas elecciones que demostrara Alexander Todorov ha sido corroborada por otros estudios. En uno de ellos, realizado en la Universidad de Lausana por John Antonakis, siete de cada diez niños y adultos consultados fueron capaces de adivinar qué diputados ganaron las elecciones mirando la fotografía de 114 candidatos a la Asamblea Nacional francesa en 2002. Los niños predijeron, incluso, la doble victoria de Barak Obama, primero sobre Hillary Clinton y después sobre John McCain. El aspecto físico como elemento de configuración de creencias políticas ha sido el aspecto estudiado por Rolfe D. Peterson y Carl L. Palmer en la investigación titulada The Effectos of Physical Attractiveness on Political Beliefs.

Ambos sostienen que las personas guapas reciben mejor trato que las menos agraciadas y, al ser tratados como si fueran más capaces y exitosos, acaban asimilando esas sensaciones y se comportan como si, efectivamente, lo fueran. Esta confianza en uno mismo termina afectando positivamente a su futuro profesional. Numerosos estudios demuestran que las personas guapas tienen más aumentos de sueldo, ganan más dinero y son consideradas más inteligentes porque su carácter y su apariencia física les hace parecer más válidos.

Todo ello tiene consecuencias sobre las preferencias políticas. Peterson y Palmer examinan la relación entre el atractivo y las creencias políticas y encuentran que las personas más atractivas tienen más probabilidades de reportar niveles más altos de eficacia política y de identificarse como conservadores: “las personas más guapas ganan más dinero, lo que las hace menos proclives a la redistribución de la riqueza. Cuanto más dinero gana una persona, más se suele oponer a la redistribución de la riqueza, así que es más proclive a apoyar o a representar a partidos conservadores. Una explicación psicológica más general podría ser que las personas de buen aspecto son más propensas a percibir el mundo como un lugar justo, ya que son tratadas mejor, logran un estatus más alto y son más felices", detalla la investigación.

La relación de la belleza con la ideología de derechas se concreta, según ambos investigadores, en que "los individuos atractivos se enfrentan a menos obstáculos a la hora de moverse en el mundo. Consecuentemente, es de esperar que sean más propensos a identificarse como conservadores”.

Cuestión de apariencias

No es responsabilidad directa de la persona que se dedica a la política que sea agraciada o no. Sin embargo, existen aspectos relativos a la imagen personal que también influyen en la percepción y que sí pueden ser controlados por uno mismo. Uno de ellos es el cuidado de la apariencia. El libro Consultoría Política recomienda que la imagen física de todo dirigente político sea percibida como “limpia y aseada”.

Uno de los aspectos a los que debe prestar especial atención es al cuidado de la piel ya que “de ella saldrán las primeras impresiones de los ciudadanos”. Una tonalidad y aspecto saludable transmitirá una “apariencia adecuada” en fotografías, carteles, pantallas y, como no, en el contacto físico con los ciudadanos. En ese sentido, el libro alerta del exceso de bronceado porque es percibido como señal de elitismo o de que la persona no trabaja en exceso y disfruta de demasiado tiempo libre.

Asimismo, Consultoría Política remarca que, “si desea que los ciudadanos le perciban como una persona dinámica”, los dirigentes deben proyectar una sensación de salud, fuerza personal, resistencia física e incluso capacidad de sacrificio. “Para conservar una buena salud deben tener la costumbre de practicar habitualmente ejercicio físico, y los asesores suelen recomendar que el político se deje ver mientras lo practica”.

La elección del voto no es un proceso tan racional como se cree; influyen las emociones y las propias deducciones que realizamos a partir de la apariencia de las personas. Cabría entonces preguntarse si merece la pena la estrategia aplicada a la acción política y a las campañas electorales. Obviamente sí. Pensamiento racional y emociones conviven y mantienen una relación constante, a lo que se añade que las primeras impresiones y la apariencia física influyen de manera distinta en cada persona.

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