War Room

Tertulias: una manera de permanecer en el candelero

  • La celebrificación de la política es uno de los fenómenos de la llamada política pop, aquella que convierte a sus protagonistas en espectáculos televisivos

War Room: tertulias

Éric Zemmour, de profesión tertuliano, podría aprovechar la fama que le han dado los micrófonos para presentarse a las elecciones presidenciales francesas de la próxima primavera, rompiendo en dos el movimiento nacionalista. Eso, al menos, es la creencia mayoritaria en el país vecino y, de ser así, supondría la reelección de Macrón como presidente, ya que las encuestas lo sitúan empatado con Le Pen. Zemmour encarna la celebrificación de la política, uno de los fenómenos de la llamada política pop.

La historia de este outsider de la política es la de un periodista político, hijo de judío franceses de Argelia, que cuenta con una carrera en medios de prestigio, Le Figaro entre ellos. Hace ya años conoció la fama en programas de radio y televisión de gran audiencia con tesis cercanas a las del entonces Frente Nacional. Se autodefine como “un luchador de ideas”, y entre sus rocambolescos planteamientos sostiene la existencia de un plan para llevar a cabo un gran reemplazo de la población blanca y cristiana por una oscura y musulmana; exige que en Francia se prohíba poner a los niños nombres extranjeros como Mohamed o Kevin o acusa a las feministas de querer castrar a los hombres.

El propio Le Figaro ha reconocido que este ultraconservador, xenófobo y homófobo confeso domina mejor el medio audiovisual que los demás intelectuales. Zemmour encarna una de las versiones de la denominada política pop, concretamente aquella que convierte a la política en espectáculo televisivo a través del surgimiento de personajes mediáticos que cimentan su credibilidad en su carisma personal. Lo cierto es que, al calor de las tertulias, algunas encuestas colocan a Zemmour segundo en intención de voto, por detrás de Macron, y se encuentra recopilando firmas de 500 alcaldes para postularse como candidato al Eliseo.

Más allá de sus ideas y su afilada lengua, el periodista tertuliano ha logrado esta notoriedad gracias a los micrófonos de los medios de comunicación y confirma la influencia que se puede llegar a adquirir mediante esta particular forma de articular los contenidos políticos en los medios de comunicación audiovisuales.

Los focos convierten a periodistas en políticos y viceversa. El fenómeno se conoce como política pop y hace referencia a la incorporación de la política y de los políticos al género del entretenimiento televisivo, participando en tertulias, magazines o late-night shows. Esto obliga, necesariamente, a la adopción de códigos y lenguajes propios de esa lógica, lo cual acerca la política al espectáculo. Lo vemos a diario en programas de televisión donde la política, tradicionalmente sinónimo de complejidad, se transforma en motivo de discusión y fuente de entretenimiento.

El acercamiento de la política a la realidad cotidiana y familiar se produce mediante la irrupción de personajes famosos en este ámbito (Ronald Reagan, Berlusconi o Toni Cantó, por ejemplo), el apoyo de personajes del espectáculo y de la prensa rosa en campañas electorales (Paris Hilton, Mel Gibson, Antonio Banderas, Julio Iglesias o Norma Duval) o la famosización de los políticos cuando son presentados como celebrities. Bill Clinton es uno de los casos más palmarios.

Este cambio en la forma del tratamiento de la política y de la conversión del político en estrella mediática no sería posible sin la adaptación a los nuevos formatos y sin despojarse de la formalidad, la corrección y otras limitaciones que imponen el ejercicio de la política.

Refugio

El paso de la política a la tertulia se ha convertido en las nuevas puertas giratorias, habida cuenta de que los consejos de administración nunca han gozado de buena prensa como refugio de políticos retirados. La vida sigue para aquellos que abandonan la política activa, y no todos tienen un puesto de trabajo al que volver. Los programas de radio y televisión suponen una manera de continuar bajo los focos.

Varios medios de comunicación han estrenado temporada con la presencia en sus estudios de Carmen Calvo, José Manuel García-Margallo, Susana Díaz, José Luis Ávalos, Pablo Iglesias y Esperanza Aguirre. Algunos continúan en política y otros están ya fuera de ella, pero todos tienen en común que son políticos reconvertidos en tertulianos. El caso de Pablo Iglesias es una vuelta a sus orígenes. Sus intervenciones televisivas lo convirtieron en político, y tras el abandono de la política activa, cierra el círculo regresando a los micrófonos.

Anteriormente ya lo hicieron el propio Margallo y otros nombres como Cristina Cifuentes, Miguel Sebastián, Manuela Carmena, Leire Pajín, Celia Villalobos o José Bono. El caso de Pedro Sánchez es parecido al de Iglesias. Siendo profesor universitario, gracias a las tertulias adquirió la relevancia pública necesaria para convertirse, posteriormente, en secretario general del PSOE y presidente del Gobierno.La presencia de este tipo de colaboradores resulta muy atractiva para los medios de comunicación. El punto de vista quienes hasta hace nada han estado en la sala de máquinas ofrece, sin duda, mayor variedad de matices y ayuda nos a comprender la realidad en la que nos movemos.

Además, en tanto que es un fenómeno vinculado a la espectacularización de la política, estos nuevos analistas generan sentimientos de amor y odio entre los espectadores, lo cual en muchos casos eleva la cuota de audiencia de los programas.

El exparlamentario vasco del PP, Borja Sémper, ya conoce este terreno. En declaraciones a RTVE admite que la colaboración en programas como analista político “permite hacer una transición desde el ejercicio de la política hasta la vida civil más llevadera y más cómoda. Has perdido la tribuna en el congreso y las ruedas de prensa, pero sigues teniendo un micrófono delante para expresar tu opinión”.

En definitiva, se trata de una manera de permanecer en el candelero o en el top of mind de la política, empleando un término marketiniano. Si llegado el caso se dan las circunstancias propicias para volver a la política, es importante que el nombre de la persona permanezca en la mente de quienes deciden. En otras palabras, que se acuerden de ti.

Más información www.charotoscano.com

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios