Voluntarios y deportados desde Río

La Policía brasileña frustra el viaje de dos jóvenes que iban a participar en un programa internacional de concienciación sobre los derechos de los niños durante los Juegos Olímpicos

1. Ana Cardeñas y Domingo Gutiérrez, alegres e ilusionados en un momento del viaje de ida. 2. Deportistas de la delegación española olímpica que viajaban en la misma aeronave que los voluntarios hacia Río de Janeiro. 3. Información ofrecida en el avión durante el viaje de ida sobre el trayecto. 4. Cartelón del control migratorio, en las oficinas de la Policía Federal brasileña del aeropuerto. 5. Los afectados, con cara de circunstancia cuando regresaron a Oporto.
1. Ana Cardeñas y Domingo Gutiérrez, alegres e ilusionados en un momento del viaje de ida. 2. Deportistas de la delegación española olímpica que viajaban en la misma aeronave que los voluntarios hacia Río de Janeiro. 3. Información ofrecida en el avión durante el viaje de ida sobre el trayecto. 4. Cartelón del control migratorio, en las oficinas de la Policía Federal brasileña del aeropuerto. 5. Los afectados, con cara de circunstancia cuando regresaron a Oporto.
Raquel Rendón Huelva

16 de agosto 2016 - 01:00

Ana Cardeñas es integradora social, especialista en violencia de género y, además, ostenta la Secretaría de Igualdad de Juventudes Socialistas en Huelva. Como había participado en un proyecto europeo sobre violencia machista juvenil, el Fondo Andaluz de Municipios por la Solidaridad Internacional (Famsi) le propuso en abril que se apuntara como voluntaria al proyecto Río 2016: Olimpiadas de derechos de los niños y adolescentes, una iniciativa promovida por el Frente Nacional de Alcaldes, las asociaciones Viva Rio e Iscos Piemonte, la red internacional Ecpat Francia (que combate la explotación sexual de los menores) y las ciudades brasileñas de Río de Janeiro y Porto Alegre.

La joven onubense fue seleccionada para participar finalmente en el proyecto junto con el sevillano Domingo Gutiérrez, trabajador social también especializado en violencia de género. "Fuimos los dos únicos españoles elegidos, pero también iban voluntarios de Italia o Rumanía y colaboran en la iniciativa gente de Mozambique o de Cabo Verde, entre otros".

La idea era que cuando llegaran a Brasil, antes del inicio de los Juegos, los voluntarios se dividieran en siete grupos de trabajo repartidos por las zonas de más afluencia de público en Río (la villa olímpica, Copa Cabana o el estadio de Maracaná) para realizar actividades de concienciación y "llamar la atención de los turistas sobre la explotación infantil, el turismo sexual con menores o los niños que están en riesgo", indica Cardeñas a Huelva Información. "Íbamos a hacer flashmobs y cosas de este tipo", precisa.

Pero nunca llegaron a poder desarrollar el proyecto. Lo impidió la Policía Federal de Brasil, amargando la que iba a convertirse en una de las experiencias más enriquecedoras e ilusionantes de las vidas de Ana y Domingo.

La odisea comenzó el pasado 30 de julio. Tomaron un AVE desde Sevilla a Madrid y, de allí, un avión hasta Oporto, adonde llegaron a las 12:30. Justo tres horas más tarde, embarcaron en el avión que les llevaba a Río de Janeiro. "En él también iban deportistas del equipo olímpico nacional, como el tenista Rafa Nadal, las niñas de vela o los ciclistas", recuerda la onubense. Por delante, 8.246 kilómetros que recorrieron en ocho horas de vuelo. Llegaron al aeropuerto de Río a la 1:45 del 31 de julio. "Bajando del avión había un control de Extranjería: nos pidieron el pasaporte y explicamos a la Policía que íbamos al país como voluntarios y les mostramos la carta de invitación de los organizadores, pero el agente no nos hizo mucho caso".

El policía les espetó que no podían pasar porque carecían del número de acreditación de voluntario olímpico. Y ellos le explicaron, por activa y por pasiva, que no eran olímpicos, que era un proyecto paralelo relacionado con los Juegos, pero que nada tenía que ver en realidad. Cardeñas recuerda su desesperación por tratar de comunicarse con los efectivos de la Federal, "que nos hablaban siempre en portugués y que se negaban a mirar toda la documentación que teníamos".

Desde el aeropuerto se conectaron a una red wifi y contactaron con los organizadores, "quienes nos comunicaron que una persona del Frente Nacional de Alcaldes nos estaba esperando dentro con un cartel con nuestros nombres" para luego acompañarlos a la residencia La pequeña cruzada, en la que se alojaba el resto de participantes en el proyecto.

Eran las 3:00 y la preocupación de Ana y Domingo iba en aumento. Ella cuenta que "ni siquiera nos dejaban hablar por teléfono y nos hicieron colgar: entonces nos comunicaron que nos deportaban, que subiríamos a otro avión de vuelta a Oporto". El sofocón fue tremendo. Cardeñas recuerda cómo un voluntario del Comité Olímpico Internacional les echó un cable y "era quien salía al aeropuerto para ir comunicando a la gente de la organización, que enseguida se presentó allí, preguntando qué pasaba con nosotros".

De nada sirvió que los coordinadores de Río 2016: Olimpiadas de derechos de los niños y adolescentes presentaran toda la documentación habida y por haber a la Policía brasileña. A las 4:30, los dos voluntarios eran obligados a subirse a un avión de vuelta a Portugal. "No habíamos cenado ni ido al baño, estábamos reventados después de más de diez horas de viaje y no podíamos parar de llorar". La tripulación del avión, brasileña pero con dominio del español, se lanzó a consolarles. Ana indica que "nos dijeron que no nos preocupáramos, que nos iban a tratar como a cualquier pasajero y que la Policía de Brasil solía deportar a españoles porque la Policía española pone muy difícil a los brasileños entrar en nuestro país". Es la única explicación que recibieron sobre la expulsión.

Llegaron a Oporto y "las maletas no estaban". Así que, con lo puesto y después de más de 20 horas de viaje, llegaron a casa en un coche alquilado. "Estábamos reventados y decepcionados", pero se había acabado la pesadilla. Cuatro días después, Ana tuvo que viajar de nuevo a Oporto a por las maletas, "en las que teníamos de todo, porque se suponía que íbamos a estar allí incluso después de los Juegos", más allá del 21 de agosto. En lo que respecta al Famsi y a los organizadores del proyecto, no tiene queja: "Hicieron todo lo que pudieron y se han interesado mucho por nosotros, pero no estaba en sus manos".

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