Darle sentido a una ciudad no es fácil. Todo tiene que cuadrar. Alineaciones perfectas para lucir imperfecciones. Que es lo que hacen único a un lugar. Diferente. De lo que se enamora uno. Ese no sé qué. Que imanta para siempre. Como ocurre con las personas. Y el amor. Las ciudades y quienes las habitan tienen más en común de lo que parece. Huelva tiene un poquito de cada uno. Y viceversa. Es una unión de identidad.
Toda la coherencia de un lugar se sustenta en la naturaleza. En el principio. En el origen. En ese aura que se equilibra entre lo autóctono y lo exótico. Sin salir de casa. Sin salir de Huelva. La magia, el no sé qué, ya viene sola después. Parece que por inercia. Pero tiene un trabajo detrás importante. Muy importante.
La sala de máquinas tiene en Huelva 8.000 metros cuadrados. El vivero municipal. Va mucho más allá de árboles y plantas. Ni es un garaje o un almacén como muchos puedan pensar. Tierra y restos de poda, arena para juegos infantiles, cortezas de pino, acopio de mobiliario urbano, maceteros, productos fitosanitarios, materiales de riego, albero, tierra vegetal...
Aun pintando bastos en el cielo, allí no se para. Un camión que sale. Otros que cargan vida verde al vehículo. Alguien que trasplanta cipreses. Y una cabeza que gestiona y tiene todo bajo control. Es la de Francisco Pinteño, el responsable del Departamento de Parques y Jardines. "Compramos plantas a muchos viveros y las mantenemos aquí hasta que las sacamos a la ciudad". Las adquisiciones se hacen a numerosas localizaciones. A la propia provincia de Huelva, Sevilla, Tarragona... Francia. El "95%" de lo que se ve es comprado, y el "5% es producción propia".
La tarea no es fácil porque no siempre es lo mismo. Por el simple hecho de las enfermedades y plagas tiene que haber una diversidad vegetal en la ciudad, que se renueva con especies nuevas. Y ahora, también entra en juego el cambio climático, por lo que "tenemos que volver a especies autóctonas". Es la vida en su máxima expresión. Con el calor presente, prácticamente, durante seis meses, sumado a la baja humedad ambiental, hace que se desequen la parte alta de los árboles, "se quema la hoja y no se puede fotosintetizar". Tanto es así que pueden desaparecer del escenario de la ciudad liquidambas, arces... "casi todos son frondosos de hoja caduca", e incluso algún tipo de fresnos. También hay problemas con los cerezos, "porque si el árbol está débil es más vulnerable a plagas".
El vivero municipal es sinónimo de trabajo tranquilo. Como la naturaleza. El cuidado y el mismo para que todo luzca en cada pintura de atardecer que se dibuja en Huelva. Aunque también acostumbran a las plantas a distintos inconvenientes para que "se adapten", cosa que hacen "muy bien". Las plantas "son verdaderas triunfadoras en la historia". El vivero es sinónimo de trabajo tranquilo. Pensado. Pero también de urgencias. Plantas decorativas para un acto en la Casa Colón; remendar algún problema que no entraba en los planes... cualquier cosa. Y todo esto bajo el paraguas, también, de la inflación. El precio de plantas y flores "ha subido del 20% al 30%".
El vivero es un espacio que se ha mejorado en la última década. Una infraestructura fundamental para el trabajo del Departamento de Parques y Jardines. El mismo que ha introducido en este tipo más de medio centenar de especies nuevas en la capital onubense. Ginkgo Biloba, también conocido el árbol de los 40 escudos; el ciprés de los pantanos; o la liquidamba, son solo algunos de los ejemplos. Todo es un trabajo "continuo" de investigación, de leer planes directores de otras ciudades... y ahora el cambio climático incide en muchas de la decisiones. Habrá que tirar más de pinos, alcornoques..., y teniendo parte del gusto personal a un lado. "Me encantan las hayas, pero en Huelva no duran ni un cuarto de hora", explica Pinteño.
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