Visita de Francisco Franco a Huelva

Dos momentos de la visita de Francisco Franco a Huelva.

27 de noviembre 2011 - 01:00

Después de la visión ofrecida en otros capítulos sobre la trastienda de la Huelva de los años de la II Guerra Mundial, con especial dedicación a la actividad de espionaje de las colonias británica, alemana e italiana, me detengo en las anécdotas de la vida en la pequeña ciudad que era Huelva en aquellos años de bandos, oficios y adhesiones inquebrantables y quiero hacerlo más detalladamente en la coincidencia que se produjo en las fechas en que apareció el cadáver del mayor Martin en nuestras playas con una visita efectuada por el general Franco a Huelva.

La mañana del martes 4 de Mayo de 1943 Huelva amaneció absolutamente engalanada, banderas, gallardetes, fachadas y un gran arco de entrada en la confluencia de la Alameda Sundheim con la Plaza del Punto. Un movimiento inusual llenaba sus calles y plazas, destacaban los uniformes militares y, sobre todo, las camisas azules. El motivo no era otro que la primera visita de Francisco Franco a Huelva como Jefe de Estado para recibir, de manos de su Alcalde Ramiro Rueda de Andrés, la Espada de la Victoria, una reproducción en oro de la espada del Cid, concedida al Caudillo por el Ayuntamiento de Huelva con fecha 31 de Marzo 1939 y a cuya iniciativa se había invitado a adherirse a cuantos Ayuntamientos de capitales de provincia españolas así lo deseasen. Que, naturalmente, fueron todos. Se calculó que deberían abonar por Ayuntamiento la cantidad de 9.000 pesetas y se les remitió la invitación en formato apergaminado de la que entresaco el párrafo destinado a la descripción de la citada Espada. En el se detallaba la joya en los siguientes términos:

"LA ESPADA DE LA VICTORIA, será una reproducción de la espada del Cid en oro macizo y de 3,5 Kilogramos de peso, llevará en la hoja esmaltados los 50 escudos de todas las provincias españolas (25 a cada lado) y 2 tiras de brillantes además de otros 44 brillantes de gran tamaño, sueltos en el arco de la empuñadura en su parte superior. En dicha empuñadura ostentará, por un lado el escudo de España, cuajado de pedrería y la Cruz Laureada de San Fernando en brillantes y esmeraldas y, por el otro, el último parte de Guerra, orlado de piedras preciosas."

El presupuesto de la espada lo presentó la joyería Luis Sanz, S.L. con domicilio en Madrid, calle de La Montera, 54, esquina a Caballero de Gracia, por un importe de pesetas 282.446,40 montante del que, a cuenta del total, se efectuaban transferencias bancarias mediante las oficinas del Banco Hispano Americano. Lo anecdótico resultó que, ante el impago de la liquidación final por 45.129,25 pesetas, el Procurador de los Tribunales D. Alejandro González Hernanz presentó, en representación de la firma Luís Sanz Hermanos, ante el Juzgado Municipal número 17 de los de Madrid, Auto de Conciliación al Ayuntamiento de Huelva con fecha 29 de Noviembre de 1945, Obsérvese que habían transcurrido 30 meses desde la entrega de la joya, se ve que la morosidad municipal no es asunto exclusivo de nuestros días.

Para la recepción oficial, los desfiles militares y de Falange y los discursos habituales se montó una espectacular tribuna en la explanada del muelle donde el proclamado Caudillo, pronunció un discurso basado en continuas referencias a la idea del Imperio y a las críticas al liberalismo democrático y al marxismo que se cerró con el canto del Cara al Sol, los gritos de ritual y el desfile de 22.000 falangistas, según publicaba en primera página el diario ODIEL al día siguiente.

Una vez finalizado el acto, el Jefe del Estado efectuó un pequeño recorrido por la ciudad para dirigirse a la Punta del Sebo y pasar, en barca, hasta La Rábida, donde visitó el Monasterio y presidió una sesión de la Real Sociedad Colombina Onubense.

En la propia Rábida se degustó un almuerzo servido por el Restaurante Andalucía Palace del Hotel Alfonso XIII de Sevilla para 154 comensales por un total de 30.766.- pesetas. Tras dar por finalizada la visita, el Jefe del Estado se dirigió a Sevilla donde pernoctó.

Reproduzco el texto del telegrama dirigido al Ayuntamiento de Huelva desde la Jefatura del Estado: "Su Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos me encarga le haga presente su agradecimiento por las demostraciones de entusiasmo y cariño de que fue objeto durante su grata estancia en esa ciudad. Saludándole afectuosamente".

Como colofón a la visita, y dentro del terreno de lo anecdótico, quiero relacionar algunas de las facturas ocasionadas por la visita y montaje de los fastos que la misma conllevó:

Orquesta Molero por actuación en el Círculo Mercantil el día 4, lo que hace suponer la celebración de algún tipo de fiesta en los salones de la calle Rico, 500.- pesetas, aunque por nota manuscrita sobre la factura, parece ser que el pago quedó en solo 400.- pesetas.

Andrés Bravo, muebles y decoración, factura número 58 por suministro de dosel, borlas, cordones, escudos de falange, armazón de madera, estrellas plateadas, etc. etc. liquida la cantidad de 2.750.- pesetas que abonarían a partes iguales el Ayuntamiento y la Diputación.

Del propio Ayuntamiento por suministro de 200 kilos de carbón mineral, a 0,29 pesetas kilo, a las cocinas instaladas para el almuerzo, se adeudan las 58.- pesetas que totalizó.

Y entre otras muchas, elijo como curiosidad una de Casa Alpresa que sirvió 300 meriendas a 12.- pesetas cada una, más otros gastos adicionales, hasta totalizar 3.851,60 pesetas. Una nota manuscrita sobre la factura indica textualmente "Páguese 3.800 y que quedamos disgustados del servicio".

Como se podrá observar por las líneas precedentes, existían ciertos campos hasta donde las estrecheces no alcanzaban.

Dos días antes, el domingo 2 de Mayo de 1943, en el cementerio de La Soledad, en Huelva, se había dado sepultura al cadáver de un militar inglés aparecido días antes en las costas playeras de El Portil. Con ese acto piadoso nacía la leyenda del "Hombre que nunca existió". Siempre nos quedará flotando, en el ámbito de las especulaciones, la pregunta formulada en un capítulo anterior que relacionaba la coincidencia en el tiempo de la visita de Franco con la aparición del Mayor Martin: ¿Casualidad o causalidad?

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