Hermandades

En Ella todo es Amor

  • Las Tres Caídas recibe a María Santísima del Amor tras su restauración

La Virgen del Amor tras su restauración regresa al Corazón de Jesús.

La Virgen del Amor tras su restauración regresa al Corazón de Jesús. / Josué Correa

En estos meses de ausencia cuánto vacío. Qué desconsuelo llegar a su capilla y ver sólo sus paredes desnudas.

Qué difícil la ausencia. Gracias a que reconforta lo que deja, lo que ha ido forjando en el corazón de cada uno, por tantos días de rezos, de acercarse a Ella en su capilla, de hablarle, preguntarle y darle gracias. De enamorarse de su cara en ese palio donde todo rebosa alegría en cada chicotá, en cada mecida de las bambalinas.

La ausencia es como esas calles vacías que deja tras el recorrer de su palio. Nada es igual, sin embargo todo respira a Ella, y en cada casa, en cada cofrade, se queda esa fuerza que tiene aromas de mujer y consuelo de Madre.

Ella es el Amor, el de la vida, el de la familia, el que acompaña. Quien te llamó Amor sabía que regalaba algo más que un nombre, que ofrece una Madre, María Santísima del Amor.

Ella es la Madre y viene a ser la figura perfecta a la que llevar tantas dudas.

En este tiempo de ausencia y tras su llegada, entronizada en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, confluye ahora en cada mirada de quienes se acercan a verla, la alegría de poder sentir la profunda gracia de estar junto a Ella, en este encuentro deseado y soñado, sabiendo que en ningún momento nos faltó el Amor, que es tan hermoso como el rostro angelical de su cara.

Cuántos piropos incontenidos, cuántos besos lanzados al aire buscando de nuevo esa caricia de la Madre. Ayer fue un día grande en la Huerta Mena, en la Isla Chica, en este Polvorín que es cielo de Huelva, donde el Amor anidó para quedarse ilusionando a tantas generaciones. De los que ya no están porque gozan del rostro perfecto de la Madre y de quienes hoy siguen de muy diversas formas a su lado, porque la tienen en el mejor lugar del rincón de su alma.

Soñamos ahora en verla en su paso de palio. En Huerta Mena no cabe más Amor en tu palio, Señora del Lunes Santo, ni más luz que la de tu candelería, ni mejor andar que el de tu palio, ni más gracia que la tuya, ni mejor piropo que el de tu barrio.

Y un año más dejaremos que nuestros ojos se vayan tras su palio desde los muretes de Francisco Niño. Porque “si no tengo Amor, no soy nada”.

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