Huelva

Vinos de baja graduación y 0,0

  • Productos innovadores. Las bebidas de baja graduación no son un salto al vacío, moda o fruto de una noche de verano

  • Cada vez son más demandados por el consumidor

Los vinos de baja graduación y 0,0 son cada vez más demandados en los supermercados.

Los vinos de baja graduación y 0,0 son cada vez más demandados en los supermercados. / reportjaje gráfico: m. l.

Sangría, zurra, clarea y el tinto de verano son un conjunto de bebidas nacidas de la voluntad popular que, llegado un tiempo en el que lo que se busca es refrescarse, desarrollan fórmulas magistrales que permitan saciar la sed y agradar. De esos tiempos, pero con los mismos objetivos, se presentan expresiones vínicas o fórmulas comerciales que permiten ofrecer tipos de vino, alguno de ellos con Denominación de Origen, que sin lugar a dudas satisfacen a los consumidores.

Se trata de vinos sujetos a normas, definidos, controlados y gestionados con su correspondiente trazabilidad (equiparables a bebidas base vino) y modelo de certificación. Son productos innovadores (en algunos casos) y con tecnología propia, capaces de llamar la atención y fáciles de beber, que merecen de concreción para evitar competencias desleales.

Con frecuencia se presentan vinos de baja graduación con alta valoración

¿Qué se entiende por baja graduación? Las graduaciones mínimas de los vinos están reguladas en la UE, según regiones vitícolas y en el ordenamiento jurídico europeo y español, por especificación propia de tipo de producto. Pueden considerarlas como aquellas comprendidas entre menos de 5%, entre 5% a 7% y 7% a 9% en volumen de alcohol y el equilibrio de composición en función de sus componentes, cada segmento posee sus prácticas enológicas y protocolos.

Los usos y costumbres populares las identifican por bebidas refrescantes, con algo de gas, frescas, amables y dulzonas; placenteras, más o menos calóricas; propias de su tiempo.

Hacer un vino con baja graduación alcohólica se consigue de dos formas: la primera se lleva a cabo parando la fermentación -aplicando frío para matar a las bacterias fermentativas, por ejemplo- cuando se llega la nivel de azúcar y alcohol deseado. Una vez eliminadas estas bacterias, el azúcar no puede seguir convirtiéndose en alcohol. La segunda opción es desalcoholizar el vino. La Organización Internacional de la Vino (OIV) permitió hace pocos años, el uso de membranas que separan el alcohol del vino y por tanto la reducción de las graduaciones de los vinos.

La baja graduación no tiene porqué implicar evaluación media/baja, presencia en los mercados poco atendida, ni menos precio en los segmentos comerciales, ni vino barato. Con frecuencia se presentan vinos de baja graduación con alta valoración, excelente expresión, diseño actual e imagen de compromiso de empresa.

Como bebida polivalente permite un uso variopinto según segmento cultural del consumidor. En contra de lo que muchos puedan pensar no es un tipo de bebida de una generación determinada, de estatus social o etnias, es más bien para toda población, edad y momento, siempre que se consuma con moderación y cuidado. Es una bebida sencilla, cuyo consumo sigue creciendo año a año.

Estudios neurocientíficos relacionan los vinos de baja graduación alcohólica con reacciones químicas positivas del cerebro frente a los vinos de mayor grado. Algunos escritores señalan que los vinos de baja graduación son una respuesta de especialistas y sociedad a los vinos de alta graduación, concentrados y preconizados por los gurús del vino.

Sí que es verdad que marca una evolución del mercado, por exigencias de consumidores curiosos que gustan de experiencias nuevas y tienen creencias más saludables. Sin embargo, no hay que perder de vista que la influencia del alcohol en la calidad es importante, ya que la estructura del vino se apoya en este andamiaje. Un vino con poco grado alcohólico resulta magro. Uno con un buen grado alcohólico, tiene fuerza, calidez, vinosidad, apareciendo incluso corpulento y suave. Un vino con un grado de alcohol demasiado alto parece alcoholizado, ardiente, pesado, espeso… El alcohol es también antiséptico, protege al vino de ciertas alteraciones y le aporta longevidad. En grandes dosis es una toxina. Pero en general, las mejores virtudes del vino no se deben al alcohol (presente en poca proporción) sino a otros numerosos componentes (taninos, polifenoles, resverastrol) que están presentes sobre todo en los tintos.

Para que pueda comercializarse como "vino sin alcohol", la legislación española indica que estos han de tener menos de un 1% de contenido alcohólico, por lo que hay algunos productos que tienen un porcentaje, aunque bastante exiguo. Para saber que son 100% sin alcohol, hay que reconocerlos por la etiqueta 0,0.

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