"Vengo al comedor por necesidad; si tuviera trabajo, no aparecería por aquí"

Ana María, como otros, acude cada día al comedor social Betania para poder comer

Cola en la puerta del comedor social Betania, en la barriada de La Hispanidad.
Cola en la puerta del comedor social Betania, en la barriada de La Hispanidad.
R. Rendón / Huelva

20 de abril 2009 - 01:00

En el comedor Betania que la Iglesia Evangélica tiene en la barriada onubense de La Hispanidad se abren las puertas a las 13.00 horas. La mesa está puesta cuando Ana María Caballo, de 43 años y onubense, se sienta junto a Felisa y Luciano, dos amigos a los que conoció hace algunos meses en el comedor y que "me tienen recogida en su casa".

Y es que ella se quedó sin casa cuando no puedo hacer frente a la hipoteca, "ahora mi casa es el banco", dice manteniendo la mirada tibia, como si ya hubiera digerido lo que le está tocando vivir.

En una mesa próxima toma asiento su hijo, un joven de veintipocos años que también ha perdido su empleo, la forma digna de ganarse el pan de cada día.

Ana María se quedó en la calle el año pasado, cuando perdió su empleo: "Yo trabajaba como cuidadora en el servicio de ayuda a domicilio, también he limpiado casas y he cuidado a niños y enfermos, pero ahora está la cosa muy mal", confiesa a la vez que aprovecha esta ocasión de exponer su vida a nuestros lectores para "ver si alguien puede ofrecernos algún trabajo".

Caballo está separada desde hace varios años, no recibe ninguna prestación por desempleo desde hacer meses y asegura que sus otros dos hijos "no tienen forma de poder ayudarme". Además, explica que "vengo al comedor por necesidad; si tuviera trabajo, ninguno de los que estamos aquí vendría, aunque nos cuidan muy bien y la comida está muy rica".

Casi las mismas palabras salen, como un suspiro, de la boca de María. Vive cerca de Los Maristas, en una vivienda de la Junta de Andalucía, "pero no puedo ni hacer frente a las letras". Es complicado, dice, pedir ayuda "a mi familia, a mis hijos, cuando ellos también lo están pasando muy mal".

Además, esta onubense aclaró que el hecho de que ahora haya menos gente en las colas del comedor Betania (a nosotros nos sigue pareciendo mucha) no se debe a que "la cosa vaya mejor, sino a que varios han cobrado hace poco alguna ayuda y, si pueden evitarse venir aquí, lo hacen".

La situación de Antonio, vecino de El Torrejón, tampoco es mucho mejor. "No me llega ni para comprar comida, así que este comedor, al igual que el del Molino de la Vega, es un clavo ardiendo al que me agarro para poder seguir viviendo".

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