Variaciones sobre artes marciales
Fila siete
Nada tan propio de una cartelera tan estrafalaria y pródiga en títulos de interés como la que suele deparársenos, que en los cines de Huelva, es habitual y de los mínimos más bajos que puedan contemplarse en el precario cine del país, como un título del que hoy nos ocupamos. Ello viene a darnos la razón en nuestro habitual escepticismo cuando algunos esperaban tanto de un aumento del parque de salas en el ámbito provincial en los últimos meses con nuevos locales en Ayamonte y Punta Umbría que, como podemos ver, no ha variado la tónica de estrenos de muy baja entidad cinematográfica, en su mayoría, compartiendo los mismos títulos que pueden verse en cualquiera de las otras salas del entorno.
Y así no puede sorprendernos una película como la que hoy criticamos, en la línea de ese cine insulso, adocenado, mediocre por no decir malo de solemnidad, accesible sólo a espectadores de bajo nivel, ninguna exigencia y más bien gregarios, dispuestos a tragarse cualquier espectáculo que no de trabajo a sus neuronas ni le implique en demasiados esfuerzos mentales a su cerebro. En suma un público joven, víctima logsiana, habituada al bajo nivel de enseñanza que hoy sufrimos y que afecta a tantas meninges que a diario aumentan las listas deprimentes de la estadística PISA, que sigue suspendiendo a muchos de nuestros estudiantes. Y lo digo porque mucho me temo que esos sean los espectadores a quienes puede interesar esta película realmente infumable.
Jake Tyler, el protagonista de la historia, trata de encajar en la nueva ciudad y acepta la invitación de su compañera Baja Miller, para acudir a una fiesta e implicarse en una pelea. Vencido, humillado y ofendido por un tal Ryan, un compañero le ensalza las bondades de las llamadas Artes Marciales Mixtas, presentándole a su entrenador Jean Roqua, que se dispone a adiestrarlo convenientemente. Jake, muy dócil y disciplinado, seguirá los consejos de su preceptor y seguirá las claves que definirán su personalidad.
Un asunto y su atrabiliario tratamiento cinematográfico que sólo puede atraer a ciertos adolescentes de uno y otro sexo, a ellas por la prodigalidad de las exhibiciones masculinas y a ellos por la exaltación de las peleas del llamado estilo "Mixed Martial Arts". Unos y otros seguramente van a encontrar en "Rompiendo las reglas", los poquitos presupuestos que piden a sus tendencias cinematográficas. Y así estamos ante una clara mezcla entre Karate Kid (1984) y El club de la lucha (1999), en niveles muy inferiores en los que difícilmente puede encontrarse una intriga cuando todo resulta previsible.
Nos encontramos entonces con una especie de enfrentamientos a ultranza con los que se trata de contrarrestar otras tendencias hacia el sexo, las drogas y el "rap", pero ideal para macarras de barrio con pocas luces y equivocados o trasnochados seguidores de Bruce Lee. La película, o lo que sea, no da para más.
También te puede interesar
Lo último