De Tharsis a Ambulancias La Cinta

Nació en Tharsis hace 62 años pero en su partida de nacimiento reza que es de Cartaya, y todo porque su padre trabajaba en la localidad costera como agricultor y de otro modo "no podía cobrar la ración" con la que mantener a sus cinco retoños. Además de los paisajes mineros de su tierra natal, en la memoria de Antonio ha quedado grabada a fuego la fecha en la que conoció a su mujer. Sólo tenía 16 años cuando viopor primera vez a Manoli, una guapa alosnera, "en agosto de 1962". Poco tiempo después, enamorado ya, se marchó a la capital para trabajar, pero cuando alcanzó la mayoría de edad, Silva se marchó a Alemania y allí se quedó tres años.

El "2 de agosto de 1972" (continúa haciendo gala de su excelente memoria para las fechas), de nuevo en la capital onubense, se casó con el amor de su vida y tres meses más tarde emigró a Holanda. Cual tharsileño errante, se instaló en la tierra de los tulipanes y permaneció allí hasta 1985. Fue peón, estibador o gruísta. El idioma, aunque complejo porque "es un dialecto que mezcla el inglés, alemán, italiano y flamenco", no fue una barrera para él y nunca quiso dejar el país al que considera "mi segunda patria". Eso sí, no se arrepiente del regreso.

"Mi hijo mayor, Manolo, nació en Alosno; el segundo, Juan Antonio, en Huelva; y la tercera, Mari Cinti, en Heemskerk (Holanda)". Por ello, en la luna de miel de la pequeña de los Silva, Antonio y su esposa acompañaron al nuevo matrimonio a la tierra que la vio nacer.

Desde la lejanía holandesa creó una empresa que hoy es la próspera Ambulancias La Cinta: "Nos dedicamos al traslado de enfermos en servicio programado, aunque al principio hacíamos de todo, hasta urgencias; en Huelva no había nada".

En sus ratos libres adora permanecer en su casa de campo, cuidar de su huerto y sus pajarillos y disfrutarlos con sus nietos, Josué, Jairo, Lorena y María. Y cuando puede, aprovecha y hace un viajecillo con su esposa, que para eso Antonio es hombre de mundo.