Jorge Juan García Maestre | Presidente del Colegio de Farmacéuticos de Huelva

“Tender la mano al ciudadano es nuestro ADN”

  • Considera que podrían establecerse líneas de trabajo conjuntas con los médicos para mejorar la Atención Primaria

  • El Colegio impulsa la digitalización y realza la figura del farmacéutico

Jorge Juan García Maestre, presidente del Colegio de Farmacéuticos de Huelva.

Jorge Juan García Maestre, presidente del Colegio de Farmacéuticos de Huelva. / Josué Correa (Huelva)

El desafío constante marca la legislatura de Jorge Juan García Maestre al frente del Colegio de Farmacéuticos de Huelva. Apenas diez meses después de su toma de posesión irrumpió la Covid-19 que, lejos de tornarse un escollo para su mandato, sirvió para el cumplimiento de los objetivos marcados con mayor celeridad. El farmacéutico ha desempeñado su labor de forma proactiva, siempre en guardia y en permanente contacto con los ciudadanos y autoridades sanitarias. Por su parte, el Colegio ha velado por la correcta distribución y dispensación de medicamentos, por la investigación y por la educación de los onubenses, así como por los colectivos más vulnerables a través de campañas de acción social. Las farmacias pueblan el corazón de los barrios y este corazón late más que nunca en tiempos de pandemia.

–Casi un año después de su nombramiento como presidente, se topa con una pandemia. ¿Qué supuso para el Colegio este episodio tan convulso?

–Es un momento turbulento para todos, pues ninguno teníamos otros escenarios similares para tomarlos como ejemplo, sobre todo, en el ámbito sanitario. Aun así, utilizamos la pandemia para trabajar por la ciudadanía, para innovar y para aumentar nuestra colaboración con las administraciones. Me siento muy orgulloso de todos los colegiados, quienes han garantizado el suministro de medicamentos, así como la dispensación de los mismos a aquellos que no podían acercarse a las farmacias. Todo ello ha requerido de mucho esfuerzo y dedicación que, al final, es lo que nos mueve en nuestra profesión.

–¿Qué acciones han llevado a cabo el Colegio y los propios colegiados durante la pandemia?

–Al principio de la pandemia, una de nuestras máximas preocupaciones pasaba porque el confinamiento no dejase a ningún paciente sin su medicamento y, por ello, los farmacéuticos generaron, y desde el Colegio coordinamos, un protocolo excepcional de atención farmacéutica domiciliaria que ha permitido llevar los medicamentos a los más vulnerables, hemos suscrito convenios con ONGs como Cruz Roja o Cáritas para ayudar a los colectivos más desfavorecidos, atendemos a los onubenses durante todo el día y resolvemos sus dudas, articulamos sistemas de colaboración entre la farmacia hospitalaria y comunitaria para garantizar esa continuidad asistencial en la dispensación de medicamentos hospitalarios, aceleramos la receta electrónica privada para agilizar los procesos de obtención de medicamentos, fuimos partícipes de campañas sociales como Mascarilla 19 (en contra de la violencia de género ) e intensificamos la colaboración con la administración sanitaria a través de iniciativas como el reparto gratuito de mascarillas o el pilotaje de un proyecto de detección de ictus en farmacias, el cual está en proceso en estos momentos. A su vez, estuvimos en momentos importantes como en la distribución de las vacunas o en la detección de las personas mayores que no venían a recoger su medicación, momento en el que avisábamos a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

–Tomó posesión del cargo de presidente con los objetivos de poner en valor la figura del farmacéutico y de acelerar la digitalización en la profesión. La Covid-19, ¿los ha acelerado o los ha trastocado?

–La pandemia ha acelerado estos objetivos. Por un lado, el farmacéutico ha demostrado que está al lado de la ciudadanía, siendo de los pocos establecimientos que han permanecido abiertos con un servicio excelente. En este sentido, partíamos de la base de que la Atención Primaria está tensionada, por lo que, ¿a dónde acude el ciudadano? A la farmacia, donde consiguen respuestas al momento. Por otra parte, sobre la digitalización, hemos tenido capacidad para realizar continuas formaciones a distancia vía streaming, además de asistir a unas farmacias más digitalizadas con la receta electrónica.

–Pese a que vuestra implicación ha sido descomunal, ¿piensa que podríais haber colaborado en otros aspectos?

–Nosotros perseguimos una mayor integración con el sistema sanitario público, pero no por nosotros, sino por los ciudadanos. Las farmacias son la puerta de entrada para resolver cualquier duda de la población y creo que, si tuviéramos una mayor fluidez en la comunicación con las administraciones sanitarias, podríamos ayudar mucho más. Por ejemplo, estuvimos preparados para colaborar con el certificado Covid. Si se hubieran arbitrado las herramientas necesarias, podríamos haber ahorrado tiempo y esfuerzo a todos aquellos ciudadanos que no están familiarizados con la tecnología. A este colectivo no lo queremos aislar y son muchos los mayores que acuden continuamente a las farmacias cuando tienen algún problema sanitario. Esto se une a que son varios los municipios donde hay días en los que el único profesional sanitario es el farmacéutico. A todas estas personas las queremos ayudar, pero a veces no tenemos las herramientas para ello ni para agilizarles un proceso. Es más carga de trabajo para nosotros, pero estamos convencidos de que tenemos que ayudar a la ciudadanía.

–¿Qué proponen los farmacéuticos para una mayor integración en el sistema sanitario?

–Basándonos en el mundo tan tecnológico en el que vivimos, consideramos que podemos tener una mayor comunicación con los médicos y ahorrar a la población muchos paseos. No digo que tenga la solución, pero en una mesa de debate o en un foro se podrían acordar líneas de trabajo conjuntas para mejorar la Atención Primaria. Tampoco es una reivindicación, pero yo aprovecharía el potencial de unos profesionales sanitarios que pueden aconsejar y apoyar el mensaje de los médicos, sobre todo, porque hay lugares donde son los únicos que están a diario. Asimismo, también podemos colaborar en labores administrativas y, así, descongestionar a los centros de salud. Por ello, el Colegio se ofrece a ayudar en lo que sea necesario.

–¿Cuál fue el secreto para que siempre hubiese abastecimiento de medicamentos en España al principio de la pandemia?

–La clave fue frenar, desde las farmacias, el afán acaparador de los clientes, quienes querían comprar mucho más de lo normal. Si tú acaparas, otra persona puede no tener acceso a ese medicamento y desencadenar en un problema de salud grave. Tenemos la mejor distribución a nivel europeo porque es solidaria. Para nosotros, llevar una caja de paracetamol a Aljaraque es igual de necesario que a Encinasola y no les cuesta a unos más que a otros. Todos tienen acceso por igual y el abastecimiento es el mismo para todos.

–¿Cómo recibisteis la noticia de la regularización del precio de los tes de antígenos?

–Es una medida que deseábamos porque provocaba muchos problemas y, de hecho, aunque la aplaudimos, consideramos que llegó tarde. Nosotros vivimos con mucha ansiedad los momentos en los que no pocas farmacias no tenían abastecimiento de estas pruebas porque llevamos en nuestro ADN tender la mano al ciudadano y veíamos que en este caso no éramos capaces. Además, tuvimos que enfrentarnos a proveedores ajenos al sistema sanitario que los cobraban a precio de oro y muchos farmacéuticos, por dar este servicio, los compraban muy caro, lo que también derivaba en un precio alto para los clientes. Pese a que muchos compañeros han sufrido pérdidas con estos test, tenemos que agradecer la regularización del coste porque a esos distribuidores que no tienen la finalidad social de las farmacias se les deja en fuera de juego. Una cosa que en España no sufrimos, pero que sí ocurrió en otros países europeos como Portugal, fue la proliferación de falsificaciones de antígenos.

–Una historia muy similar a la de las mascarillas.

–Sucedió prácticamente lo mismo. De hecho, al principio los que no teníamos mascarillas éramos los propios farmacéuticos, que tuvimos que aguantar un tiempo sin medidas de protección. Atendíamos sin cerrar las farmacias y siempre de cara a nuestros clientes. Ya después sí que llegaron las primeras partidas de mascarillas a precios muy altos, momento en el que también lo pasábamos muy mal por el alto coste que tenían que soportar los ciudadanos, así como por la falta de stock. Teníamos impotencia porque en tu puesto de trabajo recibías llamadas cada minuto para preguntar por mascarillas y nos las arreglábamos para conseguir más comprándolas a precio de oro, a un coste exagerado.

–¿Cómo valora desde el Colegio la figura del farmacéutico de a pie?

–Estoy muy orgulloso de todos, pues estaban en sus farmacias con un virus que desconocían, sin medios de protección al principio, y siempre tranquilizando a la población y respondiendo a la ciudadanía más allá de sus capacidades. Además, conviene destacar que las farmacias, cuando cerraban en el confinamiento, devolvían todas las llamadas que no habían podido atender. Los profesionales estaban muy cansados, pero orgullosos de dormir sabiendo que el trabajo se hizo correctamente. Por ello, nos han agradecido mucho el permanecer abiertos, el dar aliento y el no perder la calma. Hago también extensible mi reconocimiento a los farmacéuticos de hospitales, los que trabajan en distribución, en análisis clínicos y en salud pública.

–¿Qué tan importante es la labor de las farmacias rurales?

–Estoy convencido de que una de las fortalezas que podemos esgrimir es la labor del farmacéutico rural. Es una de las grandes diferencias con el resto de Europa, donde la media llega a una farmacia por cada 60.000 habitantes. Aquí sería inviable hacer que las personas se desplacen, dadas las muchas ventajas a nivel de salud que supone tener a un profesional sanitario de primer orden cerca de casa, además de que es algo que contribuye al reto demográfico. A aquellos que viven en núcleos pequeños lo que más les preocupa es que la farmacia no esté abierta porque ellos conciben su vida con el acceso inmediato a la medicación. Tenemos que apoyar a la farmacia rural que, si bien muchas veces es de viabilidad comprometida, creemos que tiene que ser una estrategia social.

–¿Propusisteis ayudar con la vacunación contra la Covid-19 en las farmacias rurales?

–No estaba dentro de nuestros planes, pero sí que estamos abiertos a todo aquello que se nos proponga desde la administración sanitaria. Somos firmes defensores de que, o salimos todos a flote, o no sale nadie.

–La farmacia hospitalaria es otro de los puntos fuentes de la profesión.

–La ciudadanía cunado piensa en el hospital, no lo hace en el farmacéutico hospitalario. Sin embargo, de ellos depende la dispensación de los medicamentos, la custodia, la conservación o la administración de los mismos, entre otras muchas funciones. Estos profesionales están muy formados y altamente cualificados porque están al tanto de todas las novedades en términos de medicamentos, así como de su conservación y dispensación. Además, quiero destacar que el hospital Juan Ramón Jiménez ha dado un paso más y colabora con la farmacia comunitaria para evitar el desplazamiento de pacientes vulnerables al centro hospitalario, de manera que puedan recoger su medicación en la farmacia de su zona de residencia.

–¿Hacia dónde se dirige la profesión farmacéutica?

–Estamos inmersos en un constante cambio. Creemos que la labor del farmacéutico pasa por ser más asistencial, de manera que hace algo más que la dispensación del medicamento, pues la ciudadanía lo demanda. Iremos trabajando más para mejorar la vida del paciente.

–¿Qué tipo de acciones formativas lleva más a cabo el Colegio?

–La oferta formativa del Colegio la adaptamos a las necesidades. Somos muy flexibles y nos centramos en aquello que nos demanden los colegiados y que sea de interés. Actualmente, se hace mucha formación sobre coronavirus con actualizaciones constantes de los conocimientos del farmacéutico sobre la pandemia. Todas nuestras acciones velan porque la prestación a la ciudadanía sea la más excelente posible.

–¿Por qué es importante la figura del Colegio de Farmacéuticos de Huelva?

–El Colegio vigila y protege a los usuarios de los servicios que prestan los propios colegiados, garantiza que estos mismos posean la formación necesaria, abraza un código deontológico, vela porque la actividad se realice acorde a los estándares de calidad, recogemos quejas y resolvemos dudas, brindamos soporte tecnológico, ayudamos en las tareas administrativas, imponemos expedientes sancionadores, participamos en campañas solidarias... son un sinfín de acciones que hacen que cada día aquí sea frenético.

–¿Ha pensado si continuará en el cargo al término de su legislatura?

–Sí que es cierto que, prácticamente, no nos hemos enterado de la legislatura porque hemos estado apagando fuegos continuamente, así que me lo plantearé al final. Aun así, siempre estaré dispuesto a que caras nuevas quieran formar parte de este proyecto que no tiene otro fin que el de seguir avanzando en pro de la ciudadanía.

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