Summers muestra las fiestas de San Sebastián desde la visión de un niño

El polifacético artista pronuncia, en el Gran Teatro, un pregón impregnado de humor y sutil ironía · Fue una intervención con tintes nostálgicos, basada en sus "sensaciones", que finalizó con versos ripiosos

Guillermo Summers durante un momento del pregón en el Gran Teatro, un acto que congregó a un gran número de público.
Guillermo Summers durante un momento del pregón en el Gran Teatro, un acto que congregó a un gran número de público.
T. Lojo/ Huelva

17 de enero 2011 - 01:00

"Que viva San Sebastián y que sepan los choqueros que en el corazón están de este humilde pregonero". Con estos versos ripiosos finalizó Guillermo Summers el pregón de San Sebastián en el Gran Teatro, una intervención con tintes nostálgicos, realizada desde el recuerdo y basada en sus "sensaciones".

El acto comenzó con el pasodoble Miguelito Litri, interpretado por la Banda Municipal de Música. Acompañaron al pregonero sobre el escenario el hermano mayor y el secretario de la Hermandad de Estudiantes, Ángel Salazar y Antonio Corral; el párroco de la iglesia de San Sebastián, José Antonio Omist, y el alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez. Detrás, a ambos lados, los guiones de la Hermandad de Estudiantes y de San Sebastián. En el centro, la cruz alzada de Estudiantes, que representa a su titular, el Cristo de la Sangre, y en un lateral, el cartel de las fiestas de este año, obra de Álvaro Sánchez.

Summers, que logró poner en pie al público asistente -éste lo ovacionó con palmas al compás por Huelva-, ofreció un pregón impregnado de humor y sutil ironía. El polifacético artista recordó en su alocución las fiestas de San Sebastián de la década de los cincuenta y las mostró desde la visión de un adolescente.

Para ello realizó un viaje a través del tiempo y se situó en 1951, cuando su padre, Francisco Summers, fue nombrado gobernador civil y se instaló con su familia en Huelva. Fue entonces cuando el pregonero, que tenía diez años, vio por primera vez el mar, "para mí fue de Madrid al mar, el estanque del Retiro se me antojó como un mar de juguete". Señaló que "aquí olía a sal y a mar, para mí, Huelva es la sal".

Indicó que "las flechas de San Sebastián hizo que me enamorase de esta tierra", incluso la forma de hablar de los onubenses "me pareció gracioso y particular, palabras para mí nuevas que no tarde en incorporar en mi vocabulario. Huelva es sal hasta en el habla y su acento".

Como "gran onubense" definió Ángel Salazar, el hermano mayor de la Hermandad de los Estudiantes, a Summers, del que destacó que "es una persona única e irrepetible, es sencilla, cercana y brillante". Subrayó que era el pregonero que requería un año especial, marcado por la inauguración de una nueva capilla en la iglesia de San Sebastián, la restauración del porche de la parroquia, la construcción de una rampa de acceso al templo y la llegada de la reliquia del Patrón de Huelva.

El pregonero realizó un recorrido por lugares emblemáticos de la ciudad, algunos de ellos ya desaparecidos como la Esquinita te espero, el puesto de Manuel, el cine Rábida, el Teatro Cine Mora o el cine Oriente, y realizó una parada en el Monumento a la Fe Descubridora, "la impresionante y majestuosa estatua de Colón, ese Colón raro que parecía quedarse de piedra" pensando en "que necesidad tengo de descubrir América con lo bien que se está aquí".

No faltó en su recorrido los templos religiosos, "que afortunadamente siguen en pie". En este sentido, el pregonero criticó el laicismo "que algunos siguen empeñados en implantar" y la memoria histórica, tan "selectiva", indicando que hay que acordarse también "de lo positivo sino la nostalgia se convierte en algia".

Aparte, se refirió en su intervención a los amigos que hizo en Huelva, "personas queridas, que por ser tantos, guardo en el baúl del recuerdo en mi corazón". Fue tal y como había anunciado un pregón "huérfano de poesía y lirismo pero sensacional", en el sentido de estar sustentado en sensaciones.

Summers apuntó que sus padres "fueron ejemplo de bondad, honradez y entrega". Aseguró que su padre "quería de verdad esta tierra y supo inculcarnos esa admiración por ella" y resaltó que su madre tenía devoción a la Virgen de la Cinta y a San Sebastián, "y esos valores que nos transmitieron permanecen en sus hijos".

Comentó que de niño se quedó impactado por la vida de San Sebastián, "lo tenía como un auténtico héroe". Explicó que era aficionado a leer tebeos y un apasionado del dibujo y plasmó la vida del santo en viñetas. Situó la acción a finales del siglo III. A San Sebastián lo representó "alto, fuerte y bien parecido, sus amigos cristianos le admiraban" e incluyó en el relato un final acorde a las historietas, en las que "los malos tienen que recibir su merecido", el emperador Maximiliano moría clavado en las puntas de flecha de una cancela, "no era ortodoxo pero a mí me dejó satisfecho".

A modo de flashes, el pregonero fue recomponiendo las impresiones de antaño, imágenes que el paso del tiempo no lograron borrar. Recordó los "impresionantes" productos de la huerta que se exhibían en la fiesta del Patrón, el ruido de los cacharritos y el sonido de los fandangos que provenían de las casas, así como la alfombra hecha con las hojas de palmitos, sobre la que avanzaba el paso de San Sebastián, mientras se oían los trinos de los pájaros desde sus jaulas.

Era "un ambiente de feria", los niños iban con su traje de domingo y se saboreaban los palmitos, "ese popular producto, que aprendí a pelar, supe que tenía abuelas y cómo saborear su tronco, son imágenes que me quedaron clavadas".

Summers deseó que "ojalá, San Sebastián, protector de tantas plagas y epidemias, nos guarde de las que nos amenazan hoy: pérdida de valores, nacionalismos, desigualdades, paro, hambre, persecución de signos religiosos y barreras que impiden la concordia que necesitamos".

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