Seprona Los guardianes del Edén onubense
Medio centenar de agentes combaten los delitos medioambientales en la provincia · En lo que va de año han decomisado 20 toneladas de inmaduros · Hay 34 detenidos por incendiar el campo, el 70% por "negligencias"
El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil de Huelva trabaja en un territorio peculiar: una provincia de las más ricas en biodiversidad de la geografía nacional, con más del 80% de superficie forestal, 80 kilómetros de litoral, con el 40% de su fisonomía protegido y que hace frontera con la vecina Portugal.
Las singularidades de Huelva obligan a la Benemérita a disponer de un nutrido grupo de agentes especializados que centra su labor en la conservación del medio ambiente y los recursos hidráulicos. Son, en definitiva, los guardianes del Edén onubense, 50 efectivos coordinados por una oficina técnica instalada en la capital que se distribuyen por las patrullas de Moguer, Lepe, Niebla, Cortegana, Villanueva de los Castillejos, Aracena y Calañas, un despliegue territorial que se complementa con el destacamento de Matalascañas -que vigila de cerca el Parque Nacional de Doñana- y con los investigadores del equipo de protección de la naturaleza.
La brigada siempre trabaja con el apoyo de los organismos públicos, por orden judicial o del Ministerio Fiscal, aclara el teniente del Seprona José Antonio Alfaro, y aborda una problemática específica coordinando movimientos. Es decir, que unas patrullas se apoyan en otras y se valen de otras secciones, como el Servicio Marítimo del Instituto Armado, para combatir, por ejemplo, el marisqueo ilegal. Cuando se hace necesario, "aplicamos técnicas específicas de investigación criminal al medio ambiente, desde análisis de ADN a balísticos o de huellas".
El trabajo del Seprona es "vocacional, como el de una ONG", puesto que se extiende más allá de los horarios y los turnos establecidos y no se cobran horas extras. Preservar el medio ambiente es "salvarnos a nosotros mismos", asegura Alfaro, que agrega que "protegiendo al lince o al águila imperial estamos manteniendo nuestra biodiversidad y, por ende, el equilibrio de nuestro entorno".
Combatir el marisqueo ilegal, la pesca de inmaduros, los incendios forestales, el furtivismo o los ataques contra el patrimonio o la ordenación del territorio están entre sus competencias.
En lo que va de año, los agentes del Seprona han detenido a más de 60 cazadores furtivos en la provincia. La presión realizada por los efectivos se ha dejado notar especialmente en la Sierra y el Andévalo, donde se ha rebajado notablemente su impacto. Tanto es así que mientras que en años pasados ha habido picos de hasta 20 detenidos en la berrea, "en este ejercicio llevamos sólo dos".
La vigilancia se centra ahora en la comarca del Condado y en Doñana. En apenas mes y medio, afirma el teniente, han logrado arrestar a once furtivos en Hinojos, la actuación "más importante que hemos hecho" en este capítulo. Lazos y cepos se reparten por el espacio natural y constituyen "una trampa mortal para muchos animales", especialmente para los linces. La Benemérita reconoce que esta práctica en Doñana es "endémica, no acabaremos con ella, pero sí la tenemos más controlada". En el Condado, uno de los servicios recientes más llamativos (efectuado por la patrulla de Niebla) fue la localización de una jauría de perros "adiestrados a base de palos para que no ladraran" durante las cacerías.
En total, el Seprona ha registrado más de 4.500 infracciones administrativas "de gravedad considerable"; es decir, casi 14 por día.
Las intervenciones en materia de pescado inmaduro este ejercicio superan ya los 20.000 kilos, cinco toneladas más que la media de años anteriores. El pulpo y las pijotas son los manjares más solicitados para el contrabando. Sólo del cefalópodo se han requisado diez toneladas en el último mes y medio, observó Alfaro.
El teniente remarca que los traficantes de inmaduros ponen en práctica similar modus operandi al de los narcos. De hecho, en la operación Pijota el Seprona acabó interceptando un cargamento con 900 kilos de pijotas de menos de 27 centímetros. El pescado viajaba en una furgoneta que iba protegida en carretera por dos vehículos lanzadera y una furgoneta vacía que habían alquilado para la ocasión. "A razón de 20 euros el kilo, es un negocio redondo", asevera el teniente. El control sobre la actividad pesquera es integral y se ataja "en la lonja, en la carretera o en el restaurante". Esta actividad, sin embargo, "es residual, sólo hay cuatro que siguen haciéndolo; por 100 kilos de inmaduro te inmovilizamos el coche y te quedas sin el transporte de mañana, por lo que hay mucha gente que ya no se arriesga".
El marisqueo ilegal se concentra en Doñana y en la costa occidental. "El principal foco está en Isla Canela (Ayamonte), adonde llegan los mariscadores en bote y no los podemos interceptar en tierra". Hasta la fecha se han decomisado en torno a 130 rastros, otra medida que tiene "carácter disuasorio". Los mariscadores suelen tirarse al agua porque no tienen más recursos para subsistir, pero "hay que ver que se resiente el caladero". Algo parecido ocurre con el gurumelo -llegaron a intervenir una conservera ilegal en Zalamea con más de 400 kilos de setas- o con las piñas. "Los que tienen licencia nos lo agradecen".
En el apartado de incendios forestales, Alfaro destaca la solidez del triunvirato Infoca-Consorcio de Bomberos-Seprona, que desempeña labores coordinadas que "han evitado que ardan muchas hectáreas este año". En 2012 se ha llegado a detener a 34 personas por provocar incendios, diez más que en todo 2011, la gran mayoría, "el 70%, por negligencias".
De otro lado, el teniente remarca la importancia de la persecución del veneno en el campo, tarea del Seprona "imprescindible porque luego acaba en nuestro plato".
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