Sefi Cárdenas presenta su poemario Jardines en el rincón

Publicar literatura en papel en pleno ocaso del libro físico es una muestra de heroicidad. Hacerlo con una obra poética es simplemente un acto de locura, como consecuencia de los riesgos comerciales que entraña. Pero bendita locura la que ofrece la escritora Sefi Cárdenas en su obra Jazmines en el rincón, una constelación de 48 piezas cargadas de lirismo que evoca a los mejores autores clásicos en unos versos preñados de belleza y profundidad, con la palabra limpia y cristalina, sin barroquismos artificiales que desvirtúen la profundidad del mensaje.

En el libro interviene la también escritora Carmen Palanco, que firma el prólogo, descubridora del talento de su vecina rocianera. Explica que cuando tuvo la oportunidad de descubrir los versos de Cárdenas quedó prendada de la belleza de su mensaje, no así de una narrativa que "precisaba pulirse". A partir de ahí ambas trazaron una amistad en la que adiestró ese talento con las claves de la escritura y la sintaxis, pero dejándole rienda suelta a la creación. La joya que tenía entre sus manos fue cobrando forma hasta llegar a estos jazmines que perfuman cada página.

Cárdenas reconoce que tiene entre sus libros de cabecera las obras de Lorca, Neruda o Benedetti, autores que están presentes en el modo de hilvanar versos o en las palabras certeras para narrar a golpe de lírica. Todo ello sin perder la personalidad de una mujer que explota en su madurez.

Cárdenas explica que para ella la literatura fue siempre una "vía de escape", y como tal, "por mi cabeza nunca pasó la posibilidad de publicar ni compartir un espacio íntimo", que ahora desnudan sentimientos y flaquezas. En ellos se desvelan la pasión de madre por sus cinco hijos que conforman la alegoría de ese jazmín de cinco pétalos y el espacio del rincón, donde el alma emerge para narrar a través de la lírica pensamientos universales con una elocuencia que llega a los sentidos y todo tipo de sensibilidades.

El libro, editado por Onuba, se ve enriquecido por un prólogo de la propia Carmen Palanco e ilustraciones de la pintora rocianera María José Cumbreras, quien ha confeccionado un buen número de lienzos para vestir la imagen de una obra que ha sido cocinada a fuego lento en todos los sentidos.