Las campanas suenan como siempre, pero lejos del bullicio y la vida que las acompaña a diario no hay nadie en la explanada de la Ermita de la Virgen del Rocío. Es una imagen inédita de la aldea almonteña
El confinamiento y los fuertes controles impiden la llegada de visitantes y quienes están a diario en la aldea deben quedarse en sus casas. Suenan las campanas con la fauna de la marisma como testigo.
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