Rocío Muñoz Sánchez, entregada a la causa del alzheimer

Preside AFA Huelva, asociación que proporciona asistencia a cerca de 150 onubenses que padecen el trastorno neurológico que causa problemas de memoria, pensamiento y comportamiento

Rocío Muñoz Sánchez.
Rocío Muñoz Sánchez. / M. G.

Huelva/Conozco a Rocío desde sus tiempos como empleada de Telefónica, ya que era compañera de mi mujer y, además, muy buenas amigas. Ella nació en Huelva en el año 1950 en la calle San Cristóbal, calle de artistas. Allí tenían su estudio de arte el llamado “pintor del Conquero” Pedro Gómez, el escultor León Ortega, autor de numerosas imágenes de nuestra Semana Santa, y Antonio Brunt y otros muchos. De ahí que sea conocida esa calle con ese sobrenombre. Rocío fue la menor de cinco hermanos y, después de estudiar, como no podía ser de otra forma, en el colegio que estaba junto a su casa, el de las Hermanas de la Cruz de la Plaza Niña, pasó a estudiar Formación Profesional en el Colegio Santa María de La Rábida, que se encontraba junto a la iglesia de San Sebastián. Posteriormente hizo secretariado y, cuando terminó sus estudios, se celebraron unas oposiciones para ingresar en la Compañía Telefónica Nacional de España y ella, con solo 20 años, opositó y sacó su plaza, la cual ocupó hasta su prejubilación, pasando antes por todos los departamentos de la compañía.

La madre de Rocío era una mujer muy emprendedora y muy luchadora. Todo un ejemplo para todos hasta que cayó enferma y su hija se dedicó durante 14 años a cuidarla con todo su amor, pero también con el gran dolor de ver cómo su madre se iba deteriorando, ya que la enfermedad que tenía era Alzheimer. Hasta dos años después de fallecer no se enteró Rocío, por medio de una amiga, que en Huelva había una asociación. Y allí que se fueron y pudieron ver que era un piso sin condiciones, en una tercera planta y sin ascensor. Pero se hicieron socias con el fin de colaborar y ayudar y se pusieron manos a la obra y empezaron a recorrer toda Huelva visitando entidades, organismos oficiales, bancos, personalidades y comercios pidiendo ayuda para hacer una sede en condiciones. Todos ofrecieron su ayuda, cada uno en la medida que pudo.

Se instalaron en un local comercial que alquilaron y que entre todos arreglaron y pintaron, incluido el propietario del inmueble. Poco a poco se fueron dando a conocer tanto ellos como a la enfermedad, que era tan desconocida al principio. Y por fin, en un mitin en plena campaña electoral a la que Rocío fue con otras amigas, el candidato a la alcaldía, don Pedro Rodríguez González, más conocido cariñosamente por “Perico Rodri”, al verlas desde lejos y delante de todo el mundo, prometió entregar un solar a la asociación para la construcción de la sede que la causa merecía. Y pasados unos meses cumplió su palabra. Y además el arquitecto municipal don Alfonso Martínez Chacón confeccionó un proyecto muy de acuerdo con las necesidades del colectivo y siempre trabajando de la mano de Rocío y de todo el equipo. Alfonso se volcó en hacer un proyecto útil a la vez que bonito. En el año 2001 se colocó la primera piedra en presencia de las autoridades y, además, con la mano izquierda que caracteriza a Rocío, logró reunir en este acto a Pedro Rodríguez y a Isaías Pérez Saldaña, alcalde de la ciudad de Huelva y también al consejero de la Junta de Andalucía.

Recientemente yo he realizado una visita al edificio, ya hoy terminado, y Rocío, que es la presidenta, me ha enseñado todas las instalaciones, de las cuales me he quedado totalmente impresionado. Es lógico que se sientan muy orgullosos de haber conseguido lo que hoy es AFA, Asociación de Familiares de Personas con Alzheimer y otras demencias de Huelva y Provincia. Además, precisamente tengo un miembro muy cercano de mi familia que está necesitado de recibir durante unas horas estas prestaciones que ofrecen en este centro. Se trata de mi cuñado, que va varios días a la semana acompañado por su esposa, mi querida hermana Marisa, que se ha involucrado tanto con la causa que ahora forma parte de la junta directiva.

Como digo, me ha causado sensación porque es un centro modélico que cuenta con muchos profesionales como psicólogos, trabajadores sociales, terapeutas, enfermeras, auxiliares de clínica, fisioterapeutas, auxiliares de ayuda a domicilio y otros servicios especiales como podología, peluquería y también abogados y cuatro microbuses para llevar y traer a los pacientes. Los objetivos fundamentales son mejorar la calidad de la vida de las personas afectadas y por supuesto que lo consiguen. Allí tienen también salas de estimulación multisensorial y muchos entretenimientos de todo tipo según los distintos niveles en los que se encuentran los enfermos. Porque es esta una enfermedad que con el paso del tiempo va deteriorando a la persona y por tanto no todos requieren el mismo tratamiento. Me llamó la atención la sala de informática, donde había muchas personas utilizando los ordenadores con aparente normalidad.

Este edificio se inauguró en septiembre de 2003 y, para sorpresa de Rocío, el centro fue bautizado por sus compañeras con el nombre de su madre: Rocío Sánchez. Al comenzar atendían a unas 30 personas y en la actualidad son, entre mañana y tarde, 140. Actualmente hay 45 puestos de trabajo para dar cobertura a tantos pacientes, a los que hay que sumar 12 voluntarios, entre los cuales está la presidenta y la junta directiva. Rocío me insiste en que esta labor no es solo de ella, sino de todo un gran equipo que hay y que yo puedo afirmar que es digno de admiración, igual que lo es el propio centro, que es toda una referencia a nivel nacional.

En definitiva, que esta asociación es una organización sin ánimo de lucro que nació en 1996 y, por tanto, ya cumplió sus primeros 25 años de existencia. Fue declarada de utilidad pública, y todo gracias a la labor callada de un grupo de personas que, de forma desinteresada, tiene por lema “si ellos no nos recuerdan, nosotros no debemos olvidarlos”.

Quiero despedir estas letras que escribo emocionado dándoles a Rocío y a todo su equipo la enhorabuena y las gracias por haber conseguido esto y por ser como son.

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